A los 17 años quedó embarazada sin quererlo. Tenía poca información sobre las consecuencias de tener relaciones sexuales. Su hijo murió al año de nacer. Toda esta experiencia llevó a Immaculata Casimero a promover la educación sexual en adolescentes de su aldea, fomentando las conversaciones entre padres e hijos. Ella pertenece a la nación indígena Wapichan en Guyana.

En la actualidad es madre de 2 hijas y 2 hijos, impulsa el Movimiento de Mujeres Wapishana dentro del Consejo del Distrito Sur de Rupununi (SRDC), que es un órgano que representa a 21 aldeas. Participó de la Conferencia de Mujeres Indígenas de Rupununi, allí la Declaración de Bina Hill donde se dejó asentada la responsabilidad colectiva de las mujeres en el mantenimiento de su cultura, idioma y los conocimientos tradicionales.

Ella empezó a capacitarse, a conseguir financiamiento para la difusión de saberes y a mantener la llama de los cambios necesarios para empoderar a todas las mujeres indígenas de la región. Desde los más básicos derechos hasta las necesarias perspectivas de género para revertir las distintas situaciones de injusticia. Los resultados están a la vista con la disminución del embarazo adolescente y casos de violencia doméstica.

A las problemáticas mencionadas le ha sumado dos más: por un lado las causas de los impactos desvastadores de ciertas actividades como la minera en el medio ambiente, lo que contribuye al cambio climático, problemas sociales y de salud, y por otro la lucha contra el COVID-19. En este caso la poca información que llegaba a las aldeas era en inglés, y esto generó desconfianza hacia la vacuna. Immaculata se encargó de traducir la información y promover la vacunación. Logró que mas del 60% lo haga. A veces solo es cuestión de hablar el mismo idioma.