En la madrugada del 28 de junio de 2009 integrantes de las Fuerzas Armadas se llevaron al presidente de Honduras Manuel Zelaya en pijama. De allí fue trasladado a la Base Aérea de Tegucigalpa y luego a Costa Rica de manera irregular. Su esposa Xiomara Castro decidido en ese momento meterse en política para evitar nuevas injusticias. El país se sumergía así en un periodo oscuro de doce años. A esto se lo denomino “golpe blando”. Le siguieron Paraguay, Brasil y Bolivia e intentos en varios países con gobiernos progresistas. En un primer momento ella se refugió en la embajada de los Estados Unidos y pocos días después encabezo una de las marchas contra el golpe. Nunca dejo de hacerlo.

Se presentó como candidata a la presidencia en el 2013 sacando un 28%. En el 2017 fue como candidata a vicepresidenta contra Juan Orlando Hernández quien no podía ser reelecto según la Constitución, pero que fue habilitado por la Corte Suprema de Justicia. Durante el recuento de votos hubo un oportuno apagón eléctrico durante 36 horas en donde se dio vuelta el resultado. No hay dudas del fraude.

Este año resulto electa por más del 50% de los votos, el mayor porcentaje en la historia de ese país, y ser la primera mujer en lograrlo. El plan de gobierno parece un largo recuento de daños a enmendar: derogar las leyes que consagran la impunidad, luchar contra la corrupción; cambiar la Constitución y el Código Penal; vender bienes suntuosos, bajar los sueldos y gastos onerosos; promulgar una ley de igualdad de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+, sancionar los derechos sexuales y reproductivos implementado un plan de educación sexual, poner fin al acoso sexual y a la violencia de género, despenalizar el aborto; facilitar el regreso de los exiliados; restaurar los bosques y reducir el consumo de leña; reconocer la propiedad de los pueblos indígenas y afrodescendientes; sacarle a los inversionistas la política fiscal, de seguridad y resolución de conflictos en zonas establecidas por ley (así de increíble como suena), “Para generar empleo y desarrollo en el país, no necesitamos vender nuestra soberanía. Vamos a generar esa esperanza que el pueblo demanda" remarcó.

Madre de 5 hijos, Licenciada en Administración de Empresas, ella se define como "feminista, antipatriarcal, revolucionaria e incluyente”. Quiere lograr un nuevo pacto social en Honduras. No será fácil. Es imperativo.