LA VERSIÓN DEFENSIVA

| 26/11/2021

Crimen en Cuesta del Ternero: “Se nos abalanzaron diciendo de acá no salen”

Crimen en Cuesta del Ternero: “Se nos abalanzaron diciendo de acá no salen”

Ravasio y Fielberg son socios en una empresa dedicada a la actividad forestal. Habían concurrido a la zona bajo conflicto en varias oportunidades y eran conocidos por los policías que permanecían en un retén montado antes del ingreso al predio que ocupa la Lof Quemquemtreu, que pertenece al Estado aunque la explotación fue cedida a un privado.

Al ser acusados por el homicidio de Elías Garay, y las lesiones de Gonzalo Cabrera, se defendieron. Los dos aceptaron brindar su declaración ante el juez Gangarrossa e inclusive respondieron preguntas de los acusadores.

Ravasio expresó que junto a Fielberg se dirigió a Cuesta del Ternero, hacia la forestación en la que trabajaba, pasó por el puesto de control policial donde dejó asentados sus datos y fue informado por el personal policial de que no había quedado nadie dentro de la propiedad. Según su relato, tras horas de trabajo y un almuerzo, decidieron ir a recorrer un lugar del campo en el que buscarían leña y llevaron una carabina calibre 22 por si cruzaban alguna liebre para cazar. En un momento encontraron una especie de barricada con diversos elementos y mientras intentaban retirarlos para poder avanzar en el camino, divisaron un drone que los sobrevolaba, por lo que decidieron retirarse.

En ese momento, según su relato, vieron una decena de personas encapuchadas que en tono amenazante les comenzaron a preguntar qué hacían ahí. “Yo creo que tenían armas en las manos”, dijo y explicó: “Empezamos a retroceder y les dije nos vamos, no pasa nada”, pero se sintió rodeado por esas personas y un perro y sintió muchísimo miedo.

Según explicó. “Hacía así con la mano y no sé qué tenía en la mano, parecía un arma, me trataron de manotear el rifle y ahí es donde sale el primer tiro, que no sé dónde pega, siguió el forcejeo y salieron dos tiros más, se escuchó el grito de una mujer, me liberé, pude darme vuelta, Martín me agarró y me sacó y empezamos a correr”.

Su relato continuó explicando que fue un momento de “mucho estrés y mucha adrenalina” y que “cuando estábamos por llegar a la tranquera nos dimos cuenta de que no tenía la carabina. Nos subimos al auto y nos fuimos para el lado del retén. No tuve intención de dispararle a nadie, después lo leí por las noticias”.

Fielberg se expresó en términos similares: “Terminó en este desastre, él me salvó la vida y terminó salvándose él, porque se nos abalanzaron diciendo de acá no salen. Si él no reacciona, las víctimas hubiésemos sido nosotros, nosotros somos gente de trabajo, con familia, todo lo que se dijo son absurdos”.

En relación al momento en que ocurrió el hecho expresó: “Ahí arriba, eran ocho contra dos, todos con las caras cubiertas, tuve miedo hasta que llegué a Esquel. En ningún momento quisimos lastimar a nadie, no nos imaginábamos que íbamos a encontrar a nadie, de eso vivimos, le damos de comer a nuestros hijos, fuimos a trabajar” y agregó después: “Por eso me presenté espontáneamente en Comodoro, tengo familia, un hijo menor, lo saqué del lugar de conflicto a mi hijo, ni bien logré eso, me entregué. Dije quién era, que había estado en el lugar del hecho y me puse a disposición”.

Los defensores cuestionaron severamente el sustento de la acusación y se opusieron a que la formulación de cargos sea aceptada, dejando incluso expresa la posibilidad de recurrir ante otro tribunal la decisión de Gangarrossa. Pusieron especial énfasis en la falta de custodia del cuerpo del fallecido Garay, que estuvo más de siete horas sin intervención judicial, policial o médica, pero además cuestionaron la ausencia de armas entre los secuestros y puntualmente la atribución de que ambos portaban armas al momento del hecho.

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