LA ACCIÓN DEL VIENTO EN UNA TOMA

| 26/10/2021

En Ojo de Agua se cayó la estructura destinada al comedor

En Ojo de Agua se cayó la estructura destinada al comedor
Fotos: Matías Garay.
Fotos: Matías Garay.

En el verano de 2020, varias personas se asentaron en un terreno que forma una especie de cavidad en la calle Carlos Wiederhold, en un sector al que se conoce como Ojo de Agua, dentro del barrio Omega.

Las razones por las que la gente se ubicó allí respondían a lo que suele escucharse en ese tipo de casos: falta de un lugar donde vivir, familias que se formaban y ya no podían compartir techo con los padres, carencia de dinero y de trabajo.

La mayor parte de los que fueron al lugar no superaban los treinta años y se observaban muchos niños.

Más allá de las dificultades del terreno, habían logrado realizar un zanjado profundo para conducir el agua de una vertiente y así evitar inundarse; soñaban incluso con una calle que atravesara el sitio para poder estar debidamente comunicados.

Algunos de esos sueños quedaron en la nada, pero otros, aun como proyectos, persistieron.

Por ejemplo, al poco de llegar e iniciarse la pandemia, quienes habían arribado a ese sitio mostraron su lado solidario y organizaron un merendero/comedor.

En algún momento cocinaban en un par de viviendas que se habían levantado ahí y luego lo hacían en casas de parientes que vivían en las cercanías.

Los lunes, miércoles y viernes, se daba merienda; los martes y jueves, en tanto, se entregaban viandas.

La mayor parte de lo que se ofrecía era suministrado por Central Lautaro, una línea local de Vía Campesina, movimiento internacional que coordina a pequeños y medianos productores, comunidades indígenas, trabajadores agrícolas, jóvenes sin tierra, etcétera.

También había donaciones de gente que pasaba y les dejaba mercadería.

Lo que preparaban se repartía entre los propios pobladores de la manzana, pero también, mientras alcanzara, se les daba a personas que llegaban de barrios como Malvinas, Arrayanes y Nahuel Hue.

Así nació la idea de levantar una estructura donde funcionara el comedor como tal.

Al paliarse un poco la situación de la pandemia, el proyecto derivo en un futuro centro comunitario donde, entre otras cosas, se daría de comer.

Aunque con interrupciones, trabajaron en ello.

Ya tenían la base de cemento y habían levantado las paredes para albergarlo, pero con el viento del domingo el armazón destinado a aquel salón se vino abajo. Así como en las viviendas, el daño – agradecen–no fue significativo.

“Igual va a funcionar, porque lo volveremos a armar, para que haya un comedor y un salón comunitario donde poder hacer reuniones”, señala Matías Rauque.

El joven detalla que, para que el sueño de contar con ese espacio reviva, necesitan nailon, maderas y chapas, además de clavos, tanto de tres como de cuatro y cinco pulgadas.

Aquellos que deseen colaborar pueden comunicarse con Hugo Amadeo, quien vive junto a la estructura derrumbada, al +54 9 294 470-4007.

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