06/09/2021

El rompecabezas de la vida

Un rompecabezas se compone de muchas piezas que uno tiene que ensamblar para lograr armar un cuadro. Sin duda, se necesita de paciencia y concentración para ubicar cada pieza en el lugar correcto. Pero, al terminarlo, sentimos una gran satisfacción por haber alcanzado nuestro objetivo.

Esta metáfora representa la historia que cada ser humano sobre el planeta tierra va armando. A lo largo de la vida, todos atravesamos diversos hechos. Algunos positivos y otros negativos. Por ejemplo, cuando una persona arma la historia de su infancia, acostumbra considerar los principales hechos que encadena con un determinado significado. Y deja todo lo demás de lado. Esto deja en claro que la perspectiva que cada uno tiene de lo que ocurre no es precisamente la realidad; es más bien nuestra creencia de lo que es. Esto es así porque la percepción humana es selectiva. Es decir, que yo elijo lo que más me gusta de la realidad e ignoro el resto. De esta forma, soy el “constructor de mi historia”, y me la cuento a mí mismo y a los demás.

En esa historia personal, si estoy mal, mi relato será negativo; y, si estoy bien, incluiré tanto las partes positivas como las negativas, pero solo conservaré en mi memoria las que me agradan. Es por ello que podemos comparar cada vida con un rompecabezas que tiene múltiples colores, algunos más bellos que otros. Depende de cada uno ir construyendo su narración para llegar al final que se espera.

Aquí es importante señalar que, para llegar a una meta, que será distinta para cada persona, necesitamos tener claro adónde nos dirigimos. Si sos consciente de dónde deseás ir en la vida, te resultará más fácil escoger la mejor opción. Todos nos equivocamos alguna vez y no somos menos valiosos por ello. Quizás se debe a que no destinamos suficiente tiempo a lo que de verdad tenemos como meta.

Lo cierto es que nunca es demasiado tarde para efectuar los cambios necesarios y empezar a escribir una nueva historia. Tu vida, por duras que sean tus circunstancias actuales, aún no se ha acabado. Largo camino te resta. Todos poseemos la capacidad de reconstruirnos una y otra vez.

Los seres humanos vamos cambiando con los años. Esto sucede porque dejamos de ser pequeños, maduramos y aprendemos las lecciones que la vida nos enseña. Así vamos armando el rompecabezas de la vida, algunos con piezas más complicadas que otras. Esas piezas que no nos gustan tanto, porque nos causan dolor, hay que aceptarlas porque son parte de nosotros.

El dolor que experimentamos en algún momento se agota y se transforma en algo bueno junto con nosotros. Tal vez hoy sentís que hay piezas en tu rompecabezas que no encajan en ningún lado. Tal vez te preguntás: “¿Por qué me ocurrió esto a mí?”. Permitite dejar esas piezas a un lado y seguí avanzando hacia adelante. Tarde o temprano, verás cómo encajan.

Pienso, sin temor a equivocarme, que el rompecabezas de la vida no tiene “bordes”, podemos se­guir construyendo una y otra vez, porque de eso se trata nuestra existencia, de armar un modelo propio con nues­tra vida para nosotros y para la alegría de otros.

 

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