Claro que una reserva o parque con un nombre así no existe en nuestra ciudad; todavía. Bariloche posee una serie de aéreas protegidas, entre ellas el Parque Municipal Llao Llao, laguna Fantasma, laguna El Trébol, Reserva Natural Urbana Isla Desembocadura Arroyo Casa de Piedra, cerro Carbón, isla Huemul e islotes cercanos, entre otras; casi todas ellas ubicadas hacia el oeste, en la zona de bosque. Llamativamente no existen reservas o áreas protegidas hacia el este; en donde comienza la zona de transición entre bosque y estepa.

El crecimiento de la ciudad nos ha llevado a expandir el área urbana hacia el este; en donde van quedando zonas o islas de estepa muy cercanas al centro de la ciudad; que gradualmente van desapareciendo y de esta forma perdiéndose oportunidades de preservación de ambientes ricos en biodiversidad.

Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué no existe una mirada conservacionista sobre el este de la ciudad? ¿Sobre el ecosistema de la estepa? Existe un conjunto de causas que puede explicar en parte esto: el crecimiento de la ciudad hacia el este que expande el área urbana; las presiones inmobiliarias, y también una mirada sobre la estepa que tiende a subestimarla, sin tener en cuenta la gran biodiversidad que esta posee.

En nuestra construcción del paisaje, sobre lo que es valorado o deseable como lugar donde vivir, confluyen diferentes miradas y concepciones; que por ejemplo determinan qué tipo de plantas elegimos para nuestros patios, veredas y espacios verdes. Plantas exóticas sobre las nativas prevalecen muchas veces en las preferencias. También la falsa idea de la “inmensidad de la estepa” que esconde por un lado el desconocimiento de que lo que llamamos estepa no es un territorio uniforme; homogéneo e interminable, sino una serie de espacios que tienen en común diferentes grados de aridez (diferentes gradientes de humedad y temperatura) y diferentes tipos de terreno, que determinan patrones de vegetación y fauna particulares.

Un ejemplo de todo esto es la Isla de Estepa (ver foto al pie) existente en la zona detrás del predio de Radio Nacional, entre Esandi, y los barrios El Cóndor y Las Victorias. Son unas 40 hectáreas que fueron siendo rodeadas por el crecimiento de los barrios y que mantuvieron durante mucho tiempo una vegetación y faunas diversas (fotos al pie). Con el paso del tiempo se convirtió en un lugar de esparcimiento para los habitantes de esta zona; para caminatas, recolección de plantas comestibles y medicinales y para esparcimiento.

Recientemente se han construido caminos y delimitado sectores para una futura urbanización. En ese proceso se han perdido muchas especies nativas (en observaciones particulares realizadas sobre varios senderos se han contabilizado decenas de especies); se realiza desmonte al parecer sin un criterio de conservación (la densidad de árboles nativos es importante, como por ejemplo notros y lauras) y también se ha convertido en un depósito de residuos de particulares y municipal. 

Nadie duda de la necesidad de contar con zonas nuevas de urbanización; parte de esta misma zona se ha convertido en barrios que dan respuesta a numerosas familias. ¿Cuál sería entonces la salida a esta situación? Existen varios caminos posibles: entre ellos la evaluación idónea realizada antes del inicio de trabajos de desmonte para traslado y preservación de especies en zonas naturales a urbanizar; el respeto a normativas ya existentes sobre tala de árboles nativos, la preservación en estas zonas de sectores cuidados de plantas y también la posibilidad creación de áreas protegidas.

Numerosas ciudades en el mundo han avanzado sobre el ecosistema en forma desordenada y luego han tenido que replantearse el balance entre espacios verdes y construidos; entre zonas de circulación y zonas protegidas. Ojalá podamos rever esta situación en nuestra ciudad y consideremos a la estepa como parte de la misma. Aún estamos a tiempo. Quizás en algún momento podamos hacer realidad el título que lleva esta carta.

José María Ali-Brouchoud

DNI 20.117.420

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