07/05/2021

Erotofobia: qué es el miedo al sexo y cómo superarlo

Erotofobia: qué es el miedo al sexo y cómo superarlo

Así como nos gusta disfrutar nuestra sexualidad plenamente, también existe la erotofobia, algo que va más allá de experimentar ciertos miedos que normalmente se traducen en timidez o reserva al vernos de frente con nuestra intimidad y, sobre todo, compartirla. 

Los síntomas: ¿cómo detectarlo?

En ocasiones, se puede padecer este miedo a las relaciones sexuales de manera inconsciente o sin darle la importancia que tiene. Por ello, la psicóloga Júlia Pascual explica cómo distinguirlo a través de una lista de ‘síntomas' habituales.

Podemos tener fobia al sexo si...

-En el pasado de estas personas, explica, se puede encontrar un aprendizaje que se produce progresivamente -en algunos casos desde la adolescencia- o a raíz de un impacto directo traumático a nivel sexual. No tiene que ser algo grave, pero sí significativo emocionalmente -como por ejemplo ser descubierto por el padre o la madre-, o la suma de relaciones sexuales insatisfactorias.

-Tenemos miedo a las relaciones sexuales. No tiene que ver con la pareja, sino con el hecho de intimar. Se puede estar muy enamorado de alguien y aun así tener miedo a practicar sexo.

-Nos sentimos incómodos, intimidados o aburridos con cualquier tipo de contacto físico. En casos extremos, se puede sentir hasta repulsión a cierto tipo de contacto, y pensar en ello como sucio o peligroso para la salud.

-Nos aburre la previa y sentimos rechazo al pensar en iniciar la relación íntima. Las relaciones sexuales nos pueden resultar una obligación y nos podemos sentir mal por ‘no cumplir’.

-No tenemos pareja y lo evitamos a toda costa.

 

 

Las causas

 

Irene Bedmar, psicóloga y sexóloga, afirma que la erotofobia no se adquiere de la noche a la mañana, sino que suele acompañar a determinados perfiles de personalidad con tendencia a otros miedos, inseguridades o fobias en la mayoría de los casos.

Según Bedmar, se puede hablar de tres perfiles diferentes entre los casos de erotofobia según el origen del miedo o del mal aprendizaje sexual: los más emocionales, los más cognitivos y los más fisiológicos.

En cualquier caso, afirma, es necesario diferenciar entre apatía o desgana -la falta de deseo sexual o la desmotivación por el sexo-, rechazo mental, y aversión o fobia, donde hablamos ya de un miedo incapacitante que impediría completamente disfrutar del sexo de forma satisfactoria.

 

Los cinco casos más comunes

 

Bajo el miedo o fobia al sexo subyacen diferentes temores o submiedos, y estos son los más habituales:

-Miedo al fracaso. Pueden aparecer pensamientos derivados del miedo a no alcanzar un orgasmo o erección, o a perder esta última. La preocupación lleva a la paradoja de que, cuanto más lo busco -ese orgasmo o esa erección-, menos lo encuentro.

-Miedo a no estar a la altura o a decepcionar a la pareja. Tenemos muchas expectativas en la cabeza respecto a la relación sexual: cómo debería ser, cómo comportarnos… Y nos podemos acabar autoexigiendo situaciones o comportamientos que influyen en la percepción de fracaso de la relación sexual y, de esa manera, provocar que luego la evitemos.

-Miedo al dolor de la penetración o a ser dañado en alguna parte sensible. O miedo a hacerle daño a la pareja.

-Miedo a mostrar alguna parte del propio cuerpo.

-Miedo a perder el control de uno mismo, a hacer el ridículo por falta de experiencia o a sufrir por anteriores relaciones que no fueron bien. Paradójicamente, el exceso de control nos hace caer en el descontrol o en el bloqueo de la cosa deseada, provocando así el efecto contrario.

 

¿Cómo evitar o superar el temor?

 

Para prevenir este miedo al sexo, Irene Bedmar recomienda tener una información sexual de calidad y con rigor científico, evitar caer en creencias sexuales irracionales y perjudiciales para nuestra salud mental y sexual y, sobre todo, no tener temor a explorar y a aprender, a escuchar nuestro cuerpo siempre que tengamos la oportunidad.

La sexóloga recomienda actividades como la sexualidad tántrica o, simplemente, aprender a reconectar con nuestro cuerpo de un modo no exigente sexualmente, "desde el mimo y la caricia", para ayudar a prevenir este miedo.

Explica que, en función del perfil concreto de cada persona, técnicas psicológicas como la cognitivo-conductual, la terapia racional-emotiva, la terapia sexual y, especialmente, la meditación guiada o el mindfulness pueden resultar bastante beneficiosas para superar los temores.

En caso de padecer erotofobia, es recomendable acudir a un profesional que nos ayude y supervise la terapia. Como técnica habitual en el tratamiento de cualquier fobia, Bedmar explica que en la sexología clínica se aplica la técnica de desensibilización sistemática, la aproximación sucesiva de la persona a situaciones relacionadas con su miedo para reducir la ansiedad y las conductas motoras de evitación ante determinados estímulos.

 

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