ENTREVISTA A SOLAS CON EL EXINTENDENTE A 8 AÑOS DE SU DESTITUCIÓN

| 06/04/2021

Goye: “Los saqueos fueron una excusa inmejorable para echarme”

Diego Llorente
Goye: “Los saqueos fueron una excusa inmejorable para echarme”
Foto: Matías Garay.
Foto: Matías Garay.

El 7 de abril de 2013, el electorado de Bariloche votó por la destitución del entonces jefe comunal Omar Goye, convirtiéndose así, en el primer y único intendente en la historia de San Carlos de Bariloche en ser depuesto del lugar al que había llegado en septiembre de 2011 por mandato popular.

En un nuevo aniversario de aquella inolvidable jornada, El Cordillerano dialogó con Goye sobre todo lo que le tocó vivir, rompiendo un silencio de muchos años, entre los cuales le tocó estar preso en el penal de Esquel por la causa Arbos.

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Actualmente, se desempeña en su estudio contable y desde la ventana de su despacho ve cómo transcurre la vida social y política de esa ciudad que primero lo respaldó y luego le quitó todo su apoyo.

El Cordillerano: - Pasaron 8 años de su destitución, ¿cómo lo vive y cómo lo ve en perspectiva?

Omar Goye: - A la distancia uno tiene una mirada distinta al momento que ocurrió. Ese día fue muy complicado, porque el mismo pueblo que me había elegido, me sacó. En medio de un proceso de revocatoria un tanto amañado y con cuestiones discutibles, en esa jornada de plebiscito que terminó con mi mandato, un año y tres meses después de haber asumido. Con un proyecto que había sido bien recepcionado por la sociedad y con la frustración de no haberlo cumplido.

E.C.: - Imagino que ya se veía venir el resultado negativo…

O.G.: - Sí, porque en ese proceso que se inició con mi suspensión, se había dado una serie tremenda de imputaciones que respondí y nunca fue tratada. Parece que en la política, las cuestiones que establecen las medidas de fondo como el debido proceso o el derecho a defensa, no son consideradas. Pero ni bien fui suspendido, se inició el proceso de junta de firmas. Es decir, la imputación que me hicieron quedó en el aire y mi defensa quedó en el aire, porque entiendo que ya estaba marcado mi destino político, que yo tenía que salir de la Intendencia.

E.C.: - ¿Cuál cree que fue la razón específica de su destitución? ¿Los saqueos?

O.G.: - Yo creo que los saqueos fueron una excusa inmejorable para echarme y hasta quizás estuvieron armados. No por mí, desde ya, que eso también se dijo. Pero hay que tener demasiado estómago y locura para haber organizado semejante situación. Los saqueos fueron una consecuencia necesaria para poder llevar adelante el proceso de destitución. Recién se había cumplido el año exacto de mi mando, que es lo que prevé la Carta Orgánica para iniciar un proceso de revocatoria. Los saqueos fueron el primer eslabón. Pero las causas verdaderas tienen que ver con cuestiones de la política. Desde el principio yo no era el elegido para ser el candidato a intendente por el Frente Para la Victoria. Hay que recordar que en plena crisis por las cenizas del año 2011 tuvimos elección interna para dirimir quién era el candidato y yo pude vencer en esa contienda. Y nunca fui el soldado obediente que la política requiere. Si no, basta mirar quiénes me acompañaban y quiénes siguen hoy en la política: justamente los soldados de saludo uno y saludo dos. Yo quería hacer una transformación de la ciudad que me vio nacer, y a veces eso conspira con algunos intereses.

E.C.: - ¿Hubo un tema específico o un detonante, algo que usted no haya querido cumplir con algún pedido?

O.G.: - Fueron varias cosas, pero el tema principal fue el cerro Catedral. Se me plantearon algunas cuestiones que a mi modo de ver no estaban bien. Haber accedido a algunos pedidos que se me hicieron y que me negué, motivó, entre otras cosas, al armado de esto y este trágico desenlace. También hay que recordar que la suspensión se dio en una sesión donde el pueblo no pudo participar, porque el Centro Cívico estuvo vallado. Algo que no sucedió ni en las peores horas negras de la dictadura militar.

E.C.: ¿En algún momento lo llamó Cristina de Kirchner en ese momento?

O.G.: - No, nunca. La conocí antes por cuestiones institucionales, como cuando visitó el aeropuerto, también la visité en la Casa Rosada, cuando fue el Te Deum del 25 de Mayo de 2012. Pero no creo ser una persona tan importante como para que me hubieran llamado. Quizás sí usó algunos voceros para mandarme algún mensaje.

E.C.: - ¿Con quién está agradecido que lo haya acompañado hasta el último día?

O.G.: - Un reconocimiento muy importante tengo que hacer al dirigente sindical Ovidio Zúñiga. Me consta que él, hasta último momento, trató de reunir a las fuerzas vivas de la ciudad para hacer un reencauzamiento del gobierno y finalmente, solo tuvo la negativa como respuesta. La negativa de algunos gremios y de las cámaras empresariales. De mi equipo, agradezco a parte del gabinete que yo había designado, y si bien muchos se fueron por la ventana cuando empezó el mal tiempo, muchos otros compañeros quedaron apoyando hasta el final. Inclusive, desde el ámbito nacional, tengo el recuerdo de haber podido hablar en los días más aciagos posteriores al 20 de diciembre, con el entonces ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo. Pero no son muchos los nombres que estuvieron acompañando el proceso, o tratando de evitar lo que ya estaba decidido.

E.C.: - La pregunta inversa: ¿Siente algún rencor, mal sabor, de alguien que sienta que lo haya traicionado?

O.G.: - Quienes están en la política dicen que las traiciones son moneda corriente. Y otros dicen que prescriben en un par de años. Yo no venía de la política, sino de la CEB, que me permitió conducirla honestamente durante 8 años y que me permitió un conocimiento amplio de la ciudad y de sus problemáticas, pero yo no había militado en la política. A veces parece que las cuestiones institucionales quedan de lado cuando hay algún interés. En particular no tengo rencores, solo un dejo amargo de personas que me acompañaron, pero hasta la puerta del cementerio. Pero esto sí lo puedo relacionar con lo que es la vida institucional de mi partido (el peronismo). Siempre hay quejas de casi todos los sectores, de que es algo cerrado, que lo manejan unos pocos y que en lugar de traer al seno del partido a la militancia, a los simpatizantes y a los afiliados, percibo que el reclamo es que no se deja participar. El mejor ejemplo de esto, es que las Unidades Básicas están cerradas. Parece que los dirigentes del PJ de Río Negro, no quieren dar el debate, ni quieren que esos espacios estén abiertos. O sino, se arman espacios paralelos.

E.C.: - ¿Usted volvió a militar después de lo que le pasó?

O.G.: - No, desde aquel entonces estuve retirado. Todo este paso político culminó hasta con la privación de mi libertad, puesto que un juicio que estaba próximo a prescribirse se llevó adelante y fui condenado, curiosamente también un 7 de abril, pero de 2014 me condenó el Tribunal Federal de Roca. Eso permitió que fuera encarcelado en 2016. Fue una larga batalla y agradezco a mi letrado, quien luchó por demostrar que yo no tenía ningún tipo de culpa en esa causa y la Corte Suprema nos sobreseyó, particularmente a mí. Por eso digo, que la política prescinde de lo institucional. Y tanto que se habla ahora del lawfare y de que la política incide en los jueces, yo no necesito que me cuenten nada, porque en mi caso, me lo habían advertido en una reunión secreta en el aeropuerto de Bariloche. Sobre el tema de la causa Arbos…

E.C.: - ¿Se refiere a la reunión que tuvo con Miguel Pichetto y Alberto Weretilneck?

O.G.: - Exactamente. Entonces, creo que de un lado y de otro, nadie está libre de arrojar la primera piedra. Por eso mi alejamiento de la participación política. Pero la gente que continuó en el poder, celebró dentro de una Unidad Básica, que yo haya estado preso.

E.C.: - Queda claro su razonamiento, ¿pero usted reconoce algún error durante todo el proceso o considera que solo fue una víctima?

O.G.: - No. Por supuesto que hubo errores y lo atribuyo a mi inexperiencia política, si no, esto no me pasaba. Se hicieron algunas cosas mal en el manejo político. Pero me queda la tranquilidad que habiendo ganado las elecciones, di amplia participación a todos los sectores de mi gobierno. Incluso, a quienes habían estado en otro lugar en la interna. Entendía que después de haber recuperado el gobierno municipal, tenía que haber una amplia participación de compañeros en distintas áreas del gobierno. Pude haberme equivocado en la selección de algunos funcionarios, pero lo hice de buena fe.

E.C.: Gustavo Gennuso también fue parte de ese equipo…

O.G.: - Sí, por supuesto. Reconocí en él, a una persona que venía trabajando con instituciones sociales y en el campo de la obtención y regularización de tierras. Por eso lo llevé a presidir el Instituto de Tierra y Vivienda. Él fue un funcionario que estuvo hasta último momento, no se fue antes y le debe haber servido para luego afianzar su participación en las elecciones.

E.C.: - Después de su destitución, le tocó estar preso. Debe haber sido otro momento terrible en su vida…

O.G.: - Sí, la libertad es el bien más preciado que tiene el hombre. Sin dudas que deja una marca importante y más aún cuando la máxima autoridad judicial tira por la borda un fallo con sombras por todos lados. Solo con un argumento, la Corte Suprema decidió que se dictara nueva sentencia. Pero sí es un proceso que hay que transcurrirlo, yo me había preparado un poco psicológicamente, aunque uno nunca está preparado para eso. Pero sí tenía algún atisbo de que podía llegar a ocurrir, sobre todo por cómo fue el proceso político. Y transcurrí un año y medio y 14 días privado de la libertad.

E.C.: - ¿Cómo lo vivió ese año y medio?

O.G.: - Un poco preparado estaba, pero no deja de ser un shock. Igualmente pude atravesarlo aprendiendo cosas, siguiendo con mi espíritu solidario con mis congéneres que les tocaba estar allí adentro. Ayudé bastante a muchos compañeros en sus estudios. Si bien no soy abogado, aprendí mucho derecho penal y también ayudaba a hacer escritos a los internos para los jueces de ejecución penal, solicitud, obtención de salidas transitorias, etcétera. Hice algunos cursos, que hoy en día son criticados, pero está en la Ley de Ejecución Penal. Quizá se tomaba casi en sorna que haya hecho un curso de ayudante de instalador electricista, otro de panadería, de literatura que me sirvió mucho, porque creo que algún día voy a publicar algunas cosas que escribí estando detenido. Pero sobre todo, pude desarrollar una vieja pasión, que es la carpintería. Aprendí mucho, trabajé y eso me sirvió de terapia para pasar el tiempo.

E.C.: La causa Arbos se cayó por un tecnicismo, pero la Justicia nunca dijo que ustedes eran inocentes. ¿Eso le dolió?

O.G.: - No para nada, porque no fue solo con ese tecnicismo, que no es un tecnicismo así nomás, sino que tiene que ver con normas de raigambre constitucional y de derechos establecidos en los pactos internacionales que están incorporados a la Constitución Nacional, como el pacto de San José de Costa Rica, el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos Internacionales. Solo trató ese argumento la Corte y le sirvió para denostar el trabajo de tanto tiempo de todo el sistema judicial argentino. Intervinieron jueces, cámaras, fiscales y no entró a analizar los otros argumentos de peso que tenía la condena amañada que confirmó el Tribunal de Casación Federal. Más allá de que algunos puedan decir que quedamos sobreseídos por un tecnicismo, demasiado trabajo tiene la Corte Suprema, para haber analizado más de ocho argumentos que invalidaban la sentencia. Un solo argumento le bastó a la Corte para ordenar que se haga un fallo conforme a derecho, según lo dice la resolución.

E.C.: - ¿Cómo fue la vida social después de estas dos situaciones que le tocó vivir?

O.G.: -La recepción de la gente fue buena, salvo algún insulto desde un auto en marcha una o dos veces, de gente que no tiene la valentía de pararse en frente tuyo y decirte lo que piensa. Pero la recepción fue buena, solo que uno estando en pausa un año y medio, reinsertarse de vuelta tiene todo un proceso que no es tan fácil. Al día de hoy, me encuentro con mucha gente que me dice: “lo que te hicieron a vos”. Esa es la frase que resume todo. Y lo asumo así, nunca fui un político avezado. Desde hace mucho tiempo, pienso que la política es la administración adecuada de la cosa pública. Pero se ve que en los estándares de la política que hoy tenemos, desde que volvió la democracia, parece que hay otros estándares que no comprendí, o que no alcancé a internalizar.

E.C.: - ¿Considera que su nombre pasó a ser mala palabra en política?

O.G.: -Y seguro. También porque la gente que continuó, evidentemente algunos no pueden mirarme a la cara. Más allá de eso, creo que se ha creado un estigma. Que te dicen, con ese no, con la política no. Así y todo, después de eso, participamos en una interna y obtuvimos una minoría en la conducción de la Unidad Básica. Mi nombre puede ser un estigma o mala palabra para algunas personas que siguen estando en la política, pero es materia opinable y cada uno es libre de pensar como quiera.

E.C.: ¿A quién se refiere cuando habla de los que lo acompañaron? ¿Martín Soria, María Eugenia Martini, Alejandro Ramos Mejía, a quién?

O.G.: - Sí, son las personas que estaban elegidas conmigo y que dejaron de lado la institucionalidad. Los concejales sobre todo. A veces se dice que no hay que judicializar la política, pero a mí me hicieron varias causas. Algunas todavía están dando vueltas, sobre juicios de responsabilidad. En materias que hoy uno ve cuestiones similares y las mías son una pavada al lado de lo que ocurre hoy y no veo juicios de responsabilidad a ningún intendente. Eso también marca el tenor de la inquina que tenía la política conmigo y me permito decir que hubo un especial interés en borrarme de la faz de la política.

E.C.: - ¿Cómo resumiría todo lo que vivió?

O.G.: -Lo atribuiría a la inexperiencia política que tenía en ese entonces, que no adquirí. El hecho de no haber aceptado los cánones establecidos de cómo se maneja la política.

E.C.: - Si en el futuro le ofrecen una candidatura, ¿qué respondería?

O.G.: - Seguramente no aceptaría, porque si bien tengo cosas para aportar a la ciudad, no aceptaría. De hecho en mi gobierno, en poco tiempo hicimos innumerables gestiones y cosas. Una de ellas fue adecuar la ordenanza Fiscal y Tarifaria y ahí yo planteé una contribución de mejoras para el turismo.

E.C.: - Lo recuerdo, era muy parecida a la Ecotasa…

O.G.: - Exacto. Y fui denostado desde cuanto ángulo y estamento político de cualquier nivel uno se pueda imaginar. Después se aprobó (durante la gestión de Gennuso) y más allá de las críticas que pueda tener como tributo en general, se está demostrando con eso que cuando hay voluntad política se pueden hacer las cosas. De hecho, se está viendo el resultado. Mi idea era un poquito mejor que la actual (risas) y no le quiero quitar mérito a Gustavo Gennuso, pero mi propuesta tenía una parte que iba a contención social, no solo a obras turísticas, las cuales celebro, sino que era un poco más abarcativa. Pero la falta de experiencia política, es el resumen de por qué no pude terminar mi mandato.

Diego Llorente

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