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| 22/03/2020

Mutisias, el equipo más ganador de la historia del fútbol femenino

Martín Leuful
Mutisias, el equipo más ganador de la historia del fútbol femenino
Mutisias en el Estadio, dirigido por Juan Alcucero.
Mutisias en el Estadio, dirigido por Juan Alcucero.

Mutisias fue el equipo más ganador de la historia del fútbol femenino local. Obtuvo 19 títulos locales y 7 de ellos de manera consecutiva. El Cordillerano, hace algunas semanas, logró reunir a cuatro de sus pilares de aquella inolvidable etapa. Allí relataron lo que fue esa gran época de este deporte en Bariloche.

El equipo creado por Amadeo Aguila y que dirigió durante muchos años Juan Alcucero se recuerda como el más ganador de la historia del fútbol femenino. Era una tromba, su rival de esa época fue Tiro Federal, que lograba arrebatarle campeonatos, pero no con la intensidad que Mutisias lo hacía. Este plantel logró la friolera de 19 títulos locales, 7 de ellos fueron de manera consecutiva.

Hace algunas semanas, este diario logró reunir a cuatro de sus integrantes para hablar de aquella entrañable época. Ese equipo casi imbatible estaba dirigido por Juan Alcucero, y lo integraban Karina Villagra, Norma Fernández, Gloria Vera, Adriana Chaparro, Tatiana Cernigoj, Gabriela Arismendi, Nora Sandoval, Leticia Arriagada, Miriam Mayorga, Cintia Huerraleo, Alicia Carriqueo, Valeria Yancamil, Patricia Uribe, Belén Parra, Ana Aguila, Natalia Yancamil y María Eugenia Gelves.

En la charla estuvieron Ana Aguila, uno de los grandes pilares que tenía aquel equipo, la siempre peligrosa Natalia Yancamil, la férrea defensora y mediocampista Adriana Chaparro y la varias veces goleadora, María Eugenia Gelves.

Aguila comenzó contando parte de su vida actual. “Trabajo por temporadas en un hotel desde hace 20 años. Tuve una hija que hoy juega al fútbol.

Recuerdo que ella era chiquita y cuando le preguntábamos si quería jugar, lloraba porque no quería golpearse, pero con el paso del tiempo quiso jugar. Yo arranqué a jugar a los 13 años, hoy tengo 48. En aquella época había mucha camaradería. Recuerdo que éramos muy chicas. Mi papá (Amadeo Aguila) hizo un equipo de mujeres grandes, en su gran mayoría amas de casa. Un día lo acompañé, me puse a jugar y como vio el entusiasmo que tenía, decidió armar un equipo de nenas. A partir de ahí jugué siempre hasta los 41, cuando mi rodilla derecha dijo basta. El nombre surge de la flor silvestre que hay en Bariloche, para él, el equipo de nenas eran las Leonas de Mutisias”.

Por su parte Natalia Yancamil contó su historia “comencé a jugar a los 16 años, tengo que decir que mis primeros pasos fueron en Alborada, y luego más tarde fui a ver a Eugenia (Gelvez) a jugar y las chicas me invitaron a jugar. Yo empecé a jugar a la pelota porque tenía una compañera de colegio, Cintia, hija de Susana Torres quien necesitaba jugadoras y me invitaron a jugar y acepté. Nunca había jugado a la pelota; estuve un tiempo en Alborada y de ahí pasé a Mutisias y seguí siempre en ese club. Recuerdo mucho como nos copiaban las más chicas, que estaban entre ellas Miriam Mayorga y Gabriela Arismendi, eso era una de las cosas más linda que tengo en mi mente”.

Aunque ya no juega más al fútbol, Adriana Chaparro relató que “comencé a jugar con el Deportivo Municipal, a los 17 años. En esa época jugaba con Mercedes Cattenazzi, María ‘La Chiqui’ Rivera. Nos concentrábamos en la escuela 16, de ahí jugué en El Trébol y luego a Mutisias donde seguí hasta el final. Mis recuerdos siempre están en Mutisias y es que con ese grupo es que sigo teniendo contacto hasta el día de hoy. Había mucho compañerismo, las reuniones, las amistades, algo que no veo en el fútbol actual. Me acuerdo cuando Juan (Alcucero) nos juntaba a ver los partidos.

Nos hacía ver cómo nos parábamos adentro de la cancha, las tácticas. Por ejemplo si jugábamos el domingo, seguro el viernes nos juntábamos a mirar videos, es más recuerdo que si era por él nos quedábamos a dormir en su casa con Susana Claveriz también, porque no quería que salgamos antes de los partidos. Otra de las cosas que me quedaron grabadas a fuego es que en cancha grande éramos un solo equipo, pero cuando jugábamos futsal nos dividíamos en dos y el segundo equipo nos iba a alentar y nosotros las alentábamos a ellas. La unión que había era muy grande”. Adriana

Chaparro jugó hasta los 28 años, hoy tiene un hijo, Sebastián, de 7 años.

A su turno María Eugenia Gelves contó que “para mi Mutisias es mi segunda familia, salíamos de cada partido y éramos todos uno. Desde las chicas que tenían que entrar a la cancha y llevaban a sus bebés entonces el resto las cuidaba. La hija de Ana (Aguila) que era muy chiquita, o la de Norma Fernández. Ellas entraban a la cancha y las que quedaban afuera eran las niñeras o las tías que cuidábamos a las bebas. Hasta el día de hoy nos vemos, tratamos de juntarnos cuando podemos y esas bebés que ahora son adolescentes nos siguen diciendo tías. Eso es algo que quedó, van a seguir pasando los años y cosas como esas no las volví a ver en el fútbol. Teníamos una gran contención, una estaba mal y el resto contenía. Se perdían partidos, se marcaban los errores y el respeto en el grupo era muy grande. Empecé a jugar a los 7 años con los varones en el barrio Ada María Elflein. En esa época se hacían campeonatos y yo me mezclaba con los varones. Mi hermano Matías me llegó a jugar a Tiro porque se había formado un equipo de mujeres en la escuela 16, me probaron y dije que no quería jugar más porque no la pasaban (risas). Pasó el tiempo volví a jugar, esta vez para El Trébol y un día, en AdeFul encontré a Juan Alcucero y a Susana Claveriz y les dije que me quería ir a Mutisias y así fue como ingresé. Fueron muy buenos años, hasta que la liga se federó y desde LiFuBa hicieron todo lo posible para que no siguiéramos con ese nombre”.

El partido contra Boca

Uno de los partidos que más recuerdan las chicas es una final de campeonato con Boca Unidos. Gelves cuenta “estábamos perdiendo 3 a 1 y quedaban 10 minutos y Alcucero me dice ‘venga niña, tiene que entrar a hacer lo que sabe hacer’, así que ingresé y la primera pelota que agarro me empieza a seguir Marcela Montenegro, llego a la puerta del área, dejo el pie atrás y me lo arrastra. De tiro libre ponemos el 3 a 2. Sacan del medio y volvemos a atacar y lo mismo. Me hacen falta dentro del área y mientras las chicas de Boca pedían el tiempo, otra vez cobran falta y el penal y empatamos 3 a 3. Nosotras ya estábamos felices, porque se lo habíamos empatado, no quedaba nada del partido y me hacen otra falta cerca del área y metemos el cuarto”.

“Amábamos la camiseta”

Relata: “Eran pocos los días que podíamos entrenar en la semana todas juntas. Todas trabajábamos, eran tiempos muy diferentes. Hoy por ejemplo son muchos los equipos que entrenan en la semana, eso está muy bien. Pero suplantábamos el no entrenar con el amor a la camiseta, la sentíamos, era enamoramiento con los colores y al club que representábamos”.

Los primeros pasos de Mutisias

Ana Aguila cuenta los primeros pasos de este gran club. “Me acuerdo de cómo empezamos, siempre fuimos un club que nos costó todo. Desde conseguir las camisetas, las medias y los pantalones cortos. Cada vez que viajábamos, Amadeo Aguila hacía muchos esfuerzos para que podamos ir a diferentes lugares. Fuimos a un torneo a Chimpay a jugar con Mutisias, teníamos una camisetita, los pantaloncitos y medias, era muy humilde nuestra indumentaria. Todas muy chiquitas, flaquitas, dábamos lástima. Y vemos bajar de un micro muy grande a las chicas de Viedma, todas vestidas con buzos, camisetas, era toda la ropa de Alemania. Nosotros nos decíamos, ‘este equipo nos va a pasar por arriba’. En definitiva llegamos a la final y perdimos contra General Roca. De ese partido me acuerdo que había un chico muy pequeño que me esperó para sacarse fotos conmigo. Hicimos otros viajes, otro fue a Roca, donde estábamos ganando 3 a 0 muy cómodas y los árbitros cobraron cualquier cosa y nos lo dieron vuelta, terminamos perdiendo 4 a 3”.

Lo que el fútbol les dejó

Natalia Yancamil cuenta que “es indudable que el fútbol me dejó la amistad con muchas chicas del equipo. Tenemos un grupo de WhatsApp, no nos vemos siempre, pero tratamos de reunirnos de vez en cuando”. Adriana Chaparro define: “creo que también la amistad, más allá que no nos veamos siempre, es un mensaje, y cada vez que nos vemos es como que no pasó el tiempo, no nos olvidamos, hay un sentimiento dentro nuestro, fue algo que me marcó para siempre”. Ana Aguila dice que “Sin dudas que rescato los valores y la amistad, todavía veo a mis excompañeras y somos lo que fuimos siempre, amigas, compañeras, una familia. En cuanto al fútbol en sí, uno siempre tiene nostalgias y ganas de volver”. A su turno Eugenia Gelves manifestó, “creo que al ser tan unidas, fue la amistad que sigue encendida hasta hoy”.

Una arquera con guantes de albañil

Las exjugadoras cuentan otra de las anécdotas. “A Gelves le tocó atajar, en cancha grande y llevó guantes de albañil, porque con la parte azul se adhería mejor la pelota. Me puse los guantes y estaba todo bien, pero con la humedad, los guantes se empezaron a estirar. Me acuerdo que estábamos perdiendo y Paola Monzón, que tiene una gran calidad esa chica, se cansó de pegarle desde afuera y todas iban al ángulo. Yo no sé cómo hice para sacar tantas pelotas ese día. Faltaba poco y la gente se iba, y cuando empezamos a darlo vuelta la gente empezó a volver y ganamos ese partido en el final. Me acuerdo que unos viejitos entraron a la cancha, me abrazaban y me pidieron los guantes, agarré, me los saqué y se los dí”.

La Iguana que les hizo ganar un campeonato

Siempre dicen que a los campeones los acompaña un poco la suerte. Mutisias llegaba a la última fecha y debía ganar para salir campeón. Perdieron el partido y en el siguiente pleito se medían Tiro Federal e Iguana. Si Tiro ganaba, que era una fija, se quedaba con el certamen. Las chicas de Mutisias ya se habían retirado en parte del gimnasio, un poco cabizbajas por no haber hecho bien las cosas. Las que se quedaron ya daban por sentado que Tiro lo ganaba, pero el equipo denominado Iguana se lo empató y el conjunto de Alcucero festejó cuando todo había terminado.

Martín Leuful

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