MALVINAS EN EL SIGLO XIX

| 02/04/2021

De “lugar de recalada” casual a espina colonial

Adrián Moyano
De “lugar de recalada” casual a espina colonial

Desde el siglo XVI, el archipiélago funcionó como escala ocasional hacia el Cabo de Hornos. Recién a partir de 1850 se acentuó el interés británico.

Ubicadas en el trayecto hacia el Cabo de Hornos, inicialmente las islas Malvinas no atrajeron en forma sustantiva el interés de ninguna potencia colonialista. Si bien hubo desavenencias entre españoles y británicos en las épocas imperiales, recién en tiempos de soberanía bonaerense las cosas pasaron a mayores hasta desembocar en la usurpación que todavía se perpetúa. Las sugerencias de Fitz Roy fueron centrales para que, desde Londres, se mirara con apetito al archipiélago.

“Lugar de recalada más casual que intencionada de buques europeos, desde el siglo XVI el tráfico por Cabo de Hornos no cesó de aumentar, pero Malvinas continuó siendo un sitio árido perdido en el Atlántico Sur, sin población originaria y a unos seiscientos kilómetros de la boca oriental del estrecho de Magallanes”, contextualizó Alberto Harambour en la introducción a “Un viaje a las colonias. Memorias y diario de un ovejero escocés en Malvinas, Patagonia y Tierra del Fuego (1878-1898)”. El volumen fue editado en 2016 por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) de Chile. Está disponible en línea y es de libre descarga.

Según la recapitulación del investigador chileno, “diferentes colonizadores han dado a esas islas distintas denominaciones en distintos momentos. La castellana proviene de la francesa Malouines, gentilicio de los marineros de Saint-Malo que reclamaban ser quienes primero las avistaron, y que fue reutilizado por el capitán Louis Antoine Bouganville cuando en 1764 las declaró ocupadas para la gloria del rey Luis XV. Esa primera colonia con pretensiones de permanencia fue disputada por los Estados británico, francés y español”.

En principio, Malvinas se vio desde una perspectiva comercial. “Port Louis fue concebida como una empresa privada, agrícola y pesquera del capitán, pero negociaciones entre los Estados hicieron que Francia acordara transferirla a España, que reclamaba que las islas formaban parte de la América del Sur que le asignara (el Papa) Alejandro VI y el Tratado de Tordesillas. Mientras, en 1766, España se compromete a indemnizar a Louis de Bouganville”.

El francés cobraría 200 mil francos en París y 500 mil en Buenos Aires. A pesar de esas tratativas entre galos e hispanos, “Gran Bretaña ocupó otras posiciones en las islas que España declaró como parte de la capitanía general de Buenos Aires, primero, y del virreinato de La Plata, luego. La disputa entre ambos imperios no llegó a traducirse en enfrentamientos locales, pero se mantuvo en las décadas siguientes con sucesivos desembarcos, nombramientos de autoridades, muy solemnes tomas de posición y retiradas sin pena ni gloria”, ironizó Harambour.

En los albores de su historia, “además de los animales marinos había en las islas vacunos y caballos, cerdos y cabras salvajes, abandonados por marineros y cazadores de ballenas en su camino a los mares antárticos. No era un sitio que despertara mucho interés, que justificara mayores inversiones para materializar títulos”, insistió el investigador. La poca fauna autóctona terrestre que existía, se extinguiría rápidamente.

Las cosas cambiarían en la primera mitad del siglo XIX. “Tras la independencia de España, cuyas subdivisiones administrativas fueron la base para la reclamación jurídica de territorios ocupados o no con anterioridad, los gobiernos de la Banda Oriental y de Buenos Aires realizaron distintos ‘actos de ocupación’. Martín García, gobernador de esta última provincia, otorgó una amplia concesión de caza sobre el ganado cimarrón y de pesca a Luis Vernet, quien inició un asentamiento en 1823, que fue abandonado y retomado en 1826”.

Cabe recordar que la Argentina se reducía por entonces a un acuerdo entre varias provincias. “La concesión fue ampliada en 1828 y Luis Vernet recibió el título de Gobernador Político y Militar de las Islas, denunciado por Gran Bretaña. La captura de buques estadounidenses de pesca y caza abrió un incidente político y militar entre Buenos Aires y Estados Unidos, que destruyó las instalaciones de Luis Vernet, desconociendo los derechos porteños y atribuyéndolos a Gran Bretaña”. Ahí empezó la crisis que desembocó en la usurpación británica que todavía se padece.

Adrián Moyano

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