Preocupación por el estado de salud del “ermitaño del Collón Cura”

Libertador Argentino Aranea vive en soledad en el kilómetro 1508 de la Ruta Nacional 237 y es muy conocido por la decisión de vivir allí, en soledad. A diario recibe visitas de quienes pasan por el lugar y colaboran siempre con algún alimento o ropa.

Sin embargo, hoy el lugar está lleno de basura, alimentos vencidos, botellas de alcohol y ratas. Además, el estado de salud del ermitaño, no parece ser bueno, según las personas que lo han visto recientemente.

Aranea vivía hasta hace un tiempo, en una tapera ubicada en la bajada de Collón Cura y personas que nunca revelaron su identidad decidieron hacerle una casa de chapa al lado de la suya. Pero él no la utilizaba, porque le gustaba más su casilla antigua. Pero ésta sufrió un incendio y no le quedó más remedio que utilizar la vivienda nueva.

Luego, personas anónimas fueron hasta el lugar a ampliarle la casa. Le hicieron una suerte de entrada, con espacio para hacer un fogón y con una parrilla y hasta una campana.

Un grupo de Facebook está en comunicación permanente para ayudarlo y dejarle comida, pero son muchas las personas que pasan sin avisar y hasta le dejan alcohol, por lo que en varias oportunidades al solitario hombre se lo ha visto en estado de ebriedad.

Varios conductores que han pasado en la última semana por la zona, aseguraron que Argentino no se encuentra bien y que está “muy decaído”. “El lugar es un caos, hay mugre y una cantidad tremenda de alimentos venciéndose, cuya ingesta podría agravar el cuadro de situación”, dijo una de las personas que acude siempre al lugar.

Agregó además, que una patrulla del puesto caminero de Collón Cura asistió al hombre y que lo encontraron alcoholizado, sin ropas y en muy mal estado. Por lo que actualmente, se está pidiendo que ayuden a limpiar el lugar y principalmente, a no dejarle alcohol. Incluso, hay quienes vieron hasta ropa de mujer tirada, lo cual es por demás curioso considerando que Aranea vive solo.

La historia

Del ermitaño se dijo que era un médico que tuvo un accidente en el que falleció toda su familia y que por la depresión se quedó viviendo con poco en la zona del deceso. Sin embargo, no es así, según su propio relato.

Lo cierto es que ese hombre vive en el kilómetro 1508 de la Ruta Nacional 237, en una curva donde hay guardarraíles que fueron colocados justamente por su presencia allí. Si los conductores prestan atención, hay una tarima donde se puede dejar ropa o alimentos, justo al lado de la ruta.

Él vive al costado, pero hay que caminar unos metros hacia abajo, casi no se ve desde la 237. Pero si uno baja del vehículo, saluda, silba o llama, Libertador Argentino Aranea asoma su desvencijada barba y saluda, aguardando por la solidaridad de los eventuales conductores.

Ahí está cómodo, no quiere cambiar su vida. Por lo menos, eso ha expresado en reiteradas ocasiones. Argentino dice que el tiempo lo maneja “así nomás” y no tiene mucha noción de los meses. Tiene 69 años.

No conoce los celulares ni nada de la tecnología. No tiene espejo, por lo que no se corta el pelo ni rasura su barba. Usa una tasa de un camión como palangana, donde lava sus ajadas manos antes de saludar a la gente que se acerca a visitarlo o a darle donaciones.

Arma tramperas para cazar liebres, escucha mejor del oído derecho que del izquierdo. Y algo increíble: soporta temperaturas de 15 o 20 grados bajo cero, sin mayor abrigo. Y pese a estar solo en medio de la estepa, no quiere tener un caballo porque sabe que el animal no soportaría el crudo invierno.

Tiene un hermano que vive en Dina Huapi y que en reiteradas ocasiones ha querido llevarlo a vivir con él, pero no hay remedio. Libertador Argentino se niega a estar en sociedad y prefiere la soledad.

Diego Llorente