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| 15/01/2019

Achille I de Araucanía y Patagonia no dudó en estafar al propio Don Bosco

Adrián Moyano
Achille I de Araucanía y Patagonia no dudó en estafar al propio Don Bosco
Orélie Antoine de Tounens, supuesto rey de Araucanía y Patagonia.
Orélie Antoine de Tounens, supuesto rey de Araucanía y Patagonia.

Cuando falleció el célebre Orélie Antoine la opereta continuó. Un tal Gustave Laviarde se proclamó Achille I y se consideró monarca de la región. Pero éste ni siquiera se molestó en pisar la zona. De paso, se quedó con algunas limosnas.

Orélie Antoine no fue el único que pretendió reinar sobre Araucanía y Patagonia desde la lejana Francia. Tuvo varios sucesores que alimentaron sueños semejantes, entre ellos Gustave Achille Laviarde, quien gustaba llamarse a sí mismo Achille I. En su afán, no dudó en incurrir en prácticas desleales hacia el mismísimo Don Bosco, cuando éste recaudaba fondos para iniciar la evangelización de la Patagonia.

El periodista y escritor argentino Enrique Oliva, más conocido quizá por el seudónimo de François Lepot, no solo desenmascaró los ardides del primero de los supuestos monarcas –jamás reconocido por los mapuches, como él pretendía-, también radiografió la trayectoria y las intenciones de Achille I, un émulo inclusive menos pintoresco que su predecesor. Al parecer, Laviarde ni siquiera se preocupó por guardar las formas.

En su libro "El rey de Araucanía y la Patagonia", afirmó Lepot que “en 1886 el salesiano Don Bosco programó misiones para evangelizar la Patagonia, pidiendo ayuda para ello a la cristiandad. Achille y su banda ven la oportunidad de hacerse de fondos y lanzan un llamado ‘a colaborar en la colecta mundial’ a sus encargados de negocios y cónsules que en un momento eran 260 y en otra oportunidad habla de 300, en su mayoría gente de averías que participaba de sus ganancias al monarca”.

Fue entonces cuando “el ‘generoso’ cristiano colaborador Achille I inició una campaña publicitaria internacional para que los fieles enviaran sus aportes ‘a los cónsules de Araucanía y Patagonia’. Pero al poco tiempo se advirtió que los dineros no llegaban a Don Bosco ni en mínima parte. “Monseñor Antonini, con alto cargo en la Secretaría de Estado del Vaticano, llamó al Dr. Lenti (hermano de un sacerdote de la curia romana), que se decía cónsul de Araucanía y Patagonia ante la Santa Sede”.

Apuntaba Lepot-Oliva que “‘cinco minutos de conversación con el doctor Lenti le bastaron a Monseñor, sacerdote sagaz, para darse cuenta cabal de que se hallaba frente a un caballero de industria’, cuenta Braun Menéndez”, a quien citaba como fuente el periodista argentino. “Monseñor Infante, de Chile, se encontraba circunstancialmente en Roma y, preguntado por el ‘Reino’, declaró que, ‘éste sólo existía en la mente enfermiza de algunos mentecatos’”.

Demasiado tarde

El relato apunta que “entonces Don Rua, el vicario de Don Bosco, advirtió por todos los medios que ‘no se había conferido autorización alguna a terceros para abrir suscripciones’. Pero, comenta Braun Menéndez, ‘entre nota y nota, mucho dinero de los fieles fue a parar a bolsillos ajenos’”. En consecuencia, varias de las donaciones fueron involuntariamente a sostener las arcas de la “casa real”.

Para construir su investigación, el periodista argentino que falleciera en 2010, comparó sus resultados con el trabajo de otros colegas. “El escritor francés Jean Raspail, con quien comentábamos éste y otros incidentes, nos mostró en su casa de Neuilly, un libro escrito por el comisario Gabriel Macé, ex jefe de servicio de la Sureté (Policía francesa), titulado ‘Aventurier de Génie’, editado por la Bibliothéque Charpentier en 1902”.

El volumen en cuestión trataba “sobre los casos delictivos más resonantes de su época. En esa selección figuraba el ‘honorable’ Gustavo Achille Laviarde, vinculado al escándalo de estafa a Don Bosco, a la venta de títulos y ‘malas relaciones’”. Tal fue el real abolengo del pretendido sucesor de Orélie Antoine, autoproclamado rey de Araucanía y Patagonia. Heredero muy poco elegante, por cierto.

Para Lepot, “todo en la existencia de Achille es oscuro, mentiroso, contradictorio, polémico, al punto que en varias etapas de su reinado, y con anterioridad, se ve envuelto en escándalos que trascienden a la prensa. ‘Personaje truculento’ lo llaman en el libro ‘Órdenes y contraórdenes de Caballería’”. Sin embargo, sus continuadores se esforzaron por presentarlo como un dechado de virtudes.

“En cambio, dicen todo lo contrario quienes se ocuparon de él en serio, no encontrando vestigios de estudios comprobables, ni siquiera del ciclo secundario. Eso sí, se esmeró como ‘rey’ para coleccionar títulos de doctorados honoris causa de entidades fantasmas que se decían culturales y científicas. Sin embargo, Boiry –un exégeta- habla de su ‘educación verdaderamente principesca’ y de ‘un espíritu enciclopédico’”, apuntaba el periodista argentino.

El ya mencionado Raspail fue por demás categórico al describir a Achille I: “Negociante en champagne, se proclama rey de la Patagonia algún tiempo después de la muerte de Antonio Tounens, sin haber asistido a sus funerales ni haberlo socorrido en su miseria. Reina en rey de opereta sobre los cabarets de Montmartre y Montparnasse mientras no paga. Jamás metió un pie en Patagonia”. Oliva fue objeto de una demanda judicial por el contenido de “El rey de Araucanía y la Patagonia" en los tribunales parisinos. La inició precisamente Philipe Boiry, uno de los continuadores del pretendido monarca. Finalmente, el acusador optó por retirarla.

Una burla

El sucesor del rey de la Araucanía y Patagonia era además, un tanto ridículo. Cuenta Oliva que “Achille publica un aviso pago en ‘Le Figaro’, en primera página, diciendo: ‘Curica-huin eltun toldería Tourtoirac (Mapu France), Aylac lujen, thipantu Warranca poura-pataca reuletmari aylac. Ay! Carasken antoine i pegny moluches aucas araucanos tehuelches, marry marry! Laviarde”. Luego seguía una traducción muy particular.

Según Philipe Boiry, aliado intelectual de la monarquía, su rey había dicho: “Ruego a Ud. asistir a la misa aniversario que será dicha el 17 de septiembre de 1880 a las once horas de la mañana en la Iglesia de Tourtoirac (Dordogne) para el reposo del alma de Su Majestad Orélie Antoine I de Tounens”. Advertido, Lepot no se quedó con esa traducción: “Hemos consultado diccionarios araucanos, especialistas e incluso indígenas, pero ninguno ha podido entender estas frases en pretendido mapuche”.

El argentino encontró “sólo algunas palabras araucanas, como ‘huin’ (ir en fila), ‘eltun’ (sepultar), ‘mapu’ (patria o tierra), ‘pataca’ (cien o ciento) y ‘aucas’ (rebeldes). ¡Una burla!”, concluye. “Este anuncio es la primera noticia que se tiene de Achille como ‘rey’. Desde la llegada de Orélie Antoine a Bordeaux a fines de febrero de 1877, no lo visitó nunca ni se comunicó con él”. Curiosa vocación la de ciertos franceses, la de sentarse en un trono que jamás existió.

Adrián Moyano

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