HISTORIA DE VIDA

| 15/12/2018

A los 53 años lo despidieron de su trabajo, pero eso le dio fortaleza para salir adelante

A los 53 años lo despidieron de su trabajo, pero eso le dio fortaleza para salir adelante

Pablo Losardo vive en Dina Huapi y el 31 de agosto fue despedido de la Secretaría de Agricultura Familiar (SAF). Más allá de la desazón del primer momento, de tener 53 años y quedarse sin su fuente de ingreso, por él y su familia tomó riendas en el asunto y comenzó con el dictado de talleres, aplicando sus conocimientos y experiencia de más de 22 años de trabajo.

Tiene dos hijas, una en Buenos Aires preparándose en la Fundación Julio Boca para ingresar al Teatro Colón y otra más chica, y eso lo impulsó a ponerse en movimiento de manera casi inmediata.

Su formación en realidad es de médico veterinario pero además de las cuestiones específicas de su profesión, en el desarrollo rural tuvo que tomar contacto con otras problemáticas como la escasez de la leña, la aislación térmica de las casas o la construcción natural.

“Siempre trabajé en el marco de un fraude laboral hecho con todos los gobiernos porque era contratado, no hay ninguno de planta permanente de la SAF en el país”, dijo. Su trabajo cotidiano era recorrer la Línea Sur y el contacto directo con los pobladores y sus necesidades.

Contó que el desenlace de ser despedido, ya lo veía venir, “la situación de degradación era muy importante, hace años que no contábamos con los recursos necesarios para realizar nuestras tareas, salíamos nosotros a buscar el dinero que hacía falta, mis proyectos se hacían con fondos propios”.

“Esa actitud me hizo salir fortalecido, aún en las peores circunstancias porque aposté a construir, trabajé toda mi vida, Macri me podrá dejar sin empleo formal pero yo voy a seguir adelante y mis hijas van a comer igual le guste o no”, afirmó.

Un premio

Hace unos años Losardo viajó a Estados Unidos a recibir un premio por el repoblamiento con chivas criollas en la zona de Comallo, el dinero que ganaron lo utilizaron todo en subsidiarse proyectos. “El Estado nos daba la camioneta y a veces el gas oil, olvídate de viáticos y si decíamos algo nos sacaban en cara que nos pagaban un sueldo por lo que hacíamos”, contó indignado.

Remarcó que “si yo trabajo es para financiar a mis hijas, no al Estado”. Un exceso de pasión por lo que hacía lo hizo continuar hasta que finalmente, le anunciaron su despido.

Chivas criollas

Este proyecto surgió luego de la caída de las cenizas del volcán, que cubrió todos los campos, entonces el 70 por ciento de las ovejas Merino y las chivas Angora murieron sepultadas. “En el campo del INTA habían algunas chivas criollas traídas del norte neuquino que las estaban estudiando hace mucho tiempo María Rosa Lanari y Marcelo Pérez Centeno”, recordó.

De esa clase de chivas solo murió el 7 por ciento en el contexto de la ceniza, cada una de ellas da a luz mellizos, “todo eso lo corroboramos con gente de campo que ya tenía, entonces a los pobladores que aceptaban les conseguimos 29 hembras y un macho”. Saben que una familia con dos mil hectáreas de tierra que tienen en promedio en Río Negro, se come 40 animales por año, para poder hacerlo tienen que tener 120 chivas.

“Les dimos dos años de gracia y al tercer año empiezan a devolver de a diez chivas por año que se juntan y van a otro poblador para que comience nuevamente”. Tienen 150 familias en la provincia con este sistema de repoblamiento de chivas criollas, “éxito total, ahora todos tienen para comer y vender y otras familias empiezan a recibirlas”.

“Río Negro tiene 20 millones de hectáreas, cinco millones están en manos de campesinos, hay otro negocio por hacer como las mineras y petroleras por eso la gente de campo no es una prioridad en las políticas, casi que son un estorbo”, comentó.

Por eso asegura que “no es casualidad que les saquen el monotributo social a los campesinos que podían facturar hasta 70 mil pesos y vender sus chivas y en ese mismo marco entendemos la destrucción y desamparo hacia la SAF”.

Grave

Cortar el proyecto que está en funcionamiento de la reproducción de las chivas criollas tiene grandes riesgos, “se van a seguir reproduciendo y lo que venía siendo una excelente solución económica ahora va a terminar siendo un problema ambiental, porque no las van a matar, pero hay que sacarlas del campo”, alertó.

Talleres

Hace unos años se interesó por la construcción de estufas rusas, aprendió a hacer las básicas y diseñó otro modelo, l que vende a pedido. “Cuando me sentí lo suficientemente capacitado, comencé a dar talleres de estufas en casa los domingos, como una changa para sumar ingresos a mi hogar”.

Con esta actividad se dio cuenta que además de sentirse muy cómodo dando talleres, los participantes también los disfrutan mucho, “descubrí que es un punto fuerte de contacto con la comunidad y de ofrecer mi experiencia”. Fue así que cuando se quedó sin trabajo formal, luego de cortar pasto o arreglar parques de los vecinos, decidió tomar de manera más constante los talleres tanto de estufas y hornos de barro como de elaboración de quesos caseros.

“De todas maneras sigo pensando cómo retomar el contacto con los pobladores de zonas rurales, porque es algo que sumaba mucho a mi vida”, dijo.

Considera que una de las fortalezas de las personas es la experiencia laboral, “el trabajar con gente e interpretar sus necesidades me llevó a centralizarlo por ahora, en los talleres”.

Las diversidades temáticas de los talleres son muy diversas, quesos, hornos, estufas, cocinas económicas, termotanques o invernaderos.

Hace pocos días dictó el segundo taller de hornos de barro del cual participaron 12 personas. Comenzó a las 9 de la mañana con una parte de teoría básica donde aprendieron el funcionamiento básico del fuego, el humo y el barro,  luego empezaron de cero con el armado del horno, con un intervalo en el cual compartieron un rico guiso de lentejas. Pasadas las 17 ya estaba finalizado y lo prendieron para confirmar su buen funcionamiento.

“La idea es que después de una jornada de trabajo y experiencias compartidas se vayan habiendo aprendido una temática en lo conceptual y en la habilidad manual, voy a tener que repetirlo porque por suerte hay muchos interesados” aseguró.

Taller de quesos

Este domingo 16 de diciembre de 10 a 18 horas dictará un taller de quesos artesanales en Dina Huapi. Incluye todo el proceso, materiales e insumos y finaliza con la degustación de los quesos elaborados en el taller anterior que ya cuentan con el tiempo necesario de reposo y maduración. Los interesados pueden comunicarse o inscribirse al teléfono +54 9294 4565989.

“No es necesario que tengan conocimientos en el tema, hay un kit de quesos caseros donde con una olla, trapos limpios, moldes, cuajo, fermento y un mueble de madera se pueden hacer en sus hogares, esa es mi expectativa, no para que se pongan una fábrica sino para consumo personal”, dijo. Además Losardo les da el contacto telefónico de un productor que tiene vacas, para que puedan adquirir leche casera y fresca.

Los días 18 y 19, llevará este taller a Mencué por medio del Mercado de la Estepa de Dina Huapi.

La cara visible del Estado

Durante 22 años Losardo fue la cara visible, el nexo entre el Estado y los pobladores rurales. “Los que toman las decisiones no solo no conocen las caras de la gente de campo, sino que tampoco las temáticas ni necesidades, ni preguntan” aseguró.

Comentó “cuando asumió el diputado Sergio Wisky se contactó y nos dijo que quería charlar con nosotros sobre arraigo en la Línea Sur, nos pareció bien, hace tres años que lo estamos esperando y ahora deciden cerrar la SAF y es uno de los responsables políticos”.

“Era importante sentarnos a dialogar porque para nosotros no sobra nadie en Agricultura Familiar, lo que faltan son políticas y fondos que las avalen, desconocen directamente la realidad”.

“Éramos 20 tipos para cubrir 20 millones de hectáreas y a Wisky le parece que sobraba gente”.

La base de su trabajo era brindar herramientas a la gente de campo para que cada día sean más autónomos, “aprender con ellos porque todo se iba haciendo con estrategias campesinas, construir algo con poco o nada, por eso la respuesta la dábamos un poco con ingenio y aprendiendo a valorar lo poquito que hay”.

Detalló “lo nuestro era un trabajo de ingeniería, juntando un proyectito por acá, otro por allá, sin apoyo estatal y con ingenio, como el hacer queso con unos trapos, leche y dos pedazos de caño”.

Un ejemplo de fortaleza, trabajo y esfuerzo, en pos de mejorar la calidad de vida personal y de sus semejantes.

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