09/12/2018

Cambio climático, un horizonte desastroso

Puede sonar apocalíptico, pero si el calentamiento global asciende a 4 grados a fines del siglo XXI, la civilización tal cual la conocemos se derrumbará. En primera instancia, porque tamaño incremento tendrá consecuencias serias sobre la producción de alimentos. Como la población mundial tiende a crecer de manera exponencial, el cóctel se tornará explosivo: cantidades decrecientes de alimentos versus más gente que alimentar.

Las hambrunas serán predecibles, con las consecuentes agitaciones sociales y guerras que puedan sobrevenir. Aquel incremento en la temperatura que, hasta hace poco, parecía improbable, es previsible ante las chances de un deshielo total del Ártico durante el verano boreal. Si se produjera -hoy no es más que cuestión de tiempo-, se acelerará el calentamiento global porque, al retirarse el hielo marino, cambiará el albedo de la Tierra.

Se conoce como albedo al porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja a partir de la que recibe. Los científicos establecieron que las más claras tienen valores de albedo superiores a las oscuras y las brillantes más que las mates. En definitiva, el albedo medio de la Tierra oscila entre el 37 y el 39 por ciento de la radiación que proviene del Sol. Resulta obvio que, al desaparecer, aunque sea transitoriamente el blanco fulgor del Ártico, todo el promedio terrestre se verá comprometido.

Es un proceso que se retroalimenta: el retiro del hielo del Ártico genera aire más cálido y derretimiento del hielo en Groenlandia. El resultado es un incremento en el nivel del mar y vuelta a empezar: más calentamiento global… En general, en materia de gases de efecto invernadero, se habla bastante del dióxido de carbono (CO2) y no tanto del metano. Pero hay que considerar que, al retirarse el hielo ártico, se liberarán cantidades inimaginables de ese gas, suficientes como para sumar al calentamiento global 0,6 grados en una década.

Quiere decir que, en solo 10 años, la Tierra se calentará en los mismos niveles que en los últimos 100. Los científicos -algunos de ellos- suponen que ese gran incremento duplicará la velocidad de los acontecimientos que tienen relación con el cambio climático, horizonte indudablemente desastroso. Las últimas mediciones en relación con la liberación de metano datan de 2014 y registraron vigorosas liberaciones en el Mar Siberiano Oriental y en otros dos mares árticos.

Esos estudios indicaron que el área donde el metano se libera es mayor que la prevista originalmente y, entonces, su volumen también. Es un hecho que el metano que asciende desde los fondos marinos crece. Inclusive, un grupo de estudios de origen ruso, advirtió sobre esa velocidad. Precisamente, fue Rusia uno de los primeros países en largarse, de manera decidida, a explotar el petróleo que antes no se podía extraer ante la existencia de las capas de hielo.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) aún no se hizo eco de la alarma porque por su dinámica de trabajo, demora tres años en considerar nuevas mediciones. Es cuestión de tiempo que se expida sobre las nuevas modalidades de calentamiento global aunque, en general, ese ámbito procura no generar pánico. Como se recordará, la recomendación suya que está en vigencia consiste en no superar los 2 grados de calentamiento global a fines de siglo, meta que ya quedó atrás.

En efecto, incluso si, desde hoy, no se produjeran emisiones de dióxido de carbono adicionales, la humanidad ya está comprometida con ese umbral. En limpio: aunque se mantuvieran los niveles de carbono como en la actualidad, se terminaría, de todas maneras, con dos grados de calentamiento global a fines de siglo. Pero como, en realidad, las emisiones globales no hacen más que aumentar, se arribará a esa línea crítica en 20 o 30 años. Los actuales niveles de CO2 son los más altos desde la aparición de la humanidad.

El incremento previsto será perceptible claramente aunque no será del todo catastrófico. Se percibirán cambios en el clima y en el crecimiento de plantas y árboles. En varios sentidos, se advertirán los cambios, pero sin que se ponga en juego la civilización tal cual la conocemos. En cambio, si se producen los nuevos pronósticos que derivan de la observación del Ártico, la catástrofe estará a las puertas de la humanidad.

Entre muchas otras consecuencias, con 4 grados de incremento, la elevación de los niveles marinos será sustantiva. El IPCC corrigió su predicción original al alza: de 30 a 60 centímetros. Pero a tales estimaciones las formuló sin considerar la velocidad que adquirió la liberación de metano. Otras voces menos cautelosas, hablan de subas que se ubicarán por encima del metro, al tomar en cuenta la situación del Ártico. Está de más detenerse en las modificaciones que deberán enfrentar las ciudades costeras, entre ellas, las argentinas.

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