19/10/2018

Perito asegura que en una comisaría se encontró un cartucho de caza mayor  

Perito asegura que en una comisaría se encontró un cartucho de caza mayor   

Este viernes continuó la recepción de testimonios en el marco del juicio a los jefes y empleados policiales por los homicidios de Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco. El perito armero y balístico Roberto Nigris aportó un testimonio demoledor: policías sin capacitación ni conocimiento, munición de caza mayor en comisaría y disparos de escopetas policiales. Otro testigo clave que huyó de Bariloche y otra vez la versión policial de manifestantes armados. El lunes se reanuda la actividad.

Con una vasta trayectoria profesional y una vida dedicada a las armas como herencia familiar, el perito armero y balístico Roberto Nigris brindó un relato demoledor en el que describió minuciosamente su accionar durante la investigación del caso y de otros aspectos vinculados a su actividad profesional. Nigris recibió para cotejar unas nueve escopetas y cartuchería de distintas unidades policiales y tuvo a su cargo un estudio con diversos objetivos, tendientes al esclarecimiento del hecho.

Así, Nigris recibió armas y munición secuestradas en las comisarías 2º, 27º y 28º, BORA y Alcaidía, algunos indicios balísticos levantados de la escena de los hechos y dos proyectiles de plomo extraídos de los cuerpos de las víctimas fatales de aquel trágico suceso ocurrido en junio de 2010. A título informativo explicó que una posta de plomo lanzada por una escopeta puede tener un alcance de hasta 700 metros utilizando una determinada posición de disparo y advirtió que, en una posición recta, con el caño de la escopeta ubicado de forma paralela al piso, el proyectil puede desplazarse unos 150 metros antes de tocar el suelo. Además, explicó que al rebotar con el suelo u otra superficie, un proyectil pierde aproximadamente el 50% de su energía.

En su análisis Nigris se detuvo en ciertas características de las armas aportadas para el análisis y detalló por ejemplo una escopeta perteneciente a la Comisaría 28, cuyo largo de cañón se ubicaba en el límite mínimo permitido. Según describió, el largo del cañón de dicha arma era de 380 milímetros, y describió que por debajo de esa longitud, se trata de un armamento prohibido por la legislación nacional. También describió que otras armas analizadas tenían reformas que no eran compatibles con su uso adecuado, por caso, exhibió escopetas con empuñaduras de pistola o pistolón, lo que en su uso práctico influiría decisivamente en la posibilidad de acertar un blanco.

“Entre la cartuchería de la Comisaría Segunda, había un cartucho que no es de uso policial”, aseveró. Se trata de una monoposta de plomo que pesa 28 gramos, que es válida para su uso en caza mayor. “Nunca debió haber estado en una unidad policial”, aseguró. También explicó sobre la munición que pudo haber tenido en su poder la firma de seguridad Prosegur, que en algún momento del 17 de junio aportó cartuchería a la policía: “Prosegur no va a tener cartuchos con posta para cazar pajaritos”, resumió.

También confirmó que el proyectil recuperado en cuerpo de Sergio Cárdenas tiene una marca que indica que pudo haber tenido un rebote previo aunque resulta imposible determinar contra qué objeto. En cambio el perdigón de plomo extraído del cuerpo de “Nino” Carrasco ingresó directamente a su cuerpo, sin un rebote previo. En ese caso también aseguró que valiéndose de datos revelados por la autopsia, el cuerpo del adolescente tenía tres disparos concentrados en un diámetro de 30 centímetros, por lo que realizando pruebas de tiro y cotejando todo el material, aventuró una distancia aproximada de unos 40 a 50 metros entre el autor del disparo y el joven fallecido. Nigris, apuntó que no encontró elementos que permitan determinar la distancia del disparo en relación a Cárdenas.

Con su sapiencia y experiencia, Nigris, quien además es profesor de instructores de tiro y presidente del Club Tiro Federal Bariloche, describió acabadamente la composición de un arma de fabricación casera, o “tumbera” y parado delante de los jueces con elementos que le permitieron graficarlo, descartó plenamente que los proyectiles que mataron a ambos jóvenes hayan sido disparados por un arma de esas características. “Un proyectil disparado por una tumbera a 50 metros, no me atraviesa la ropa”, graficó y concluyó que no podía determinar que escopeta fue, pero sí que fue una escopeta policial. Al respecto concluyó que “La Policía de Río Negro no se caracteriza por la limpieza del armamento”, aludiendo a que una revisación minuciosa llevaría a encontrar restos de disparos de muchos años atrás.

Nigris, como instructor de tiro, brindó cursos y capacitaciones a miembros de la Policía de Río Negro y fue categórico respecto a los resultados. Dijo que informó repetidamente a sucesivos jefes policiales y nunca recibió ningún tipo de respuesta. Cuando le consultaron por los resultados y las conclusiones de esos informes que elevó a la cúpula policial contestó que entre los uniformados había un total desconocimiento de armas y municiones, mecanismos de carga de proyectiles y otras graves falencias. “Se los resumo así, si cualquiera de ustedes que nunca empuñó un arma, recibe una instrucción mínima de media hora y dispara, va a hacerlo mejor que el 60 por ciento de los policías que recibieron capacitación”, fustigó al tiempo que señaló que es común que uniformados no denuncien ni entreguen sus armas rotas, para poder seguir prestando servicios adicionales y engrosar sus salarios. ”Los únicos que realizan prácticas de tiro una vez por semana, son los miembros del COER”, concluyó.

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