SU PROYECTO RECIBIRÁ APOYO DEL CFI

| 18/10/2018

Maia Gattás Vargas deconstruye a la isla Victoria

Maia Gattás Vargas deconstruye a la isla Victoria
Maia Gattás Vargas, En el jeep del guardaparque.
Maia Gattás Vargas, En el jeep del guardaparque.

Artista contemporánea que proviene de las ciencias sociales, su mirada entiende a sitio tan emblemático como una condensación de experiencias barilochenses. Aspira a mostrar su trabajo a mediados de 2019.

No hacía mucho que habíamos dialogado con Maia Gattás Vargas. Fue en agosto, en ocasión de la muestra “Deshielo”, el resultado de un experimento colectivo del que habían participado otros ocho expositores de diversas disciplinas. Ahora, la “noticia” tiene que ver con que la joven artista resultó seleccionada por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) para ser parte de una residencia en Buenos Aires, donde desarrollará un proyecto que se centra en la isla Victoria.

Ella misma precisó el alcance del logro, en charla con El Cordillerano. “Fue una convocatoria de Residencias Federales del CFI. Era por regiones, creo que ya se hicieron la del NOA y el NEA, ahora tocaba Patagonia. Entonces, era abierta para artistas de la región que tenían que mandar un proyecto para realizar en la residencia en Buenos Aires: Panal 361, barrio del Abasto… Te dan un departamento o lugar para quedarte, un taller, una tutora o directora del proyecto para que te acompañe, pasajes aéreos y hasta 10 mil pesos en materiales. Y al final de la residencia, tengo que hacer lo que se llama open studio, es decir, una muestra de avance del proyecto”.

La iniciativa de Gattás Vargas se entronca con un emblema de la zona. “Mandé un proyecto que estoy trabajando desde 2017, sobre isla Victoria. Se llama Taxonomía de la desmesura – Laboratorio isla Victoria. Empezó porque estaba haciendo archivo en el Museo de la Patagonia y encontré unos mapas de los años 50, unos mapas de árboles. Me los mostró Eduardito (Bessera), a quien le agradezco mucho. Los empecé a fotografiar y como estudié Comunicación, me llamaron mucho la atención los signos que tenían. Yo no vengo de las Ciencias Naturales entonces, un mapa de árboles me llamaba la atención, con símbolos para cada árbol”.

Recordó la artista e investigadora que “la historia de la isla Victoria es muy larga y tiene varias etapas, es un lugar que se forestó muchísimo en esa época, con un proyecto muy moderno e ilustrado, como un diccionario de árboles de todo el mundo”. Por su lado, “ya venía pensando bastante en el tema de las islas, había hecho un trabajo sobre Martín García en Buenos Aires y viendo en qué pasa, que son lugares aislados que se prestan a estos experimentos o proyectos rarísimos. En Martín García estaba la cárcel y acá pasaba esto con la naturaleza y con los animales”, describió.

Construir la naturaleza

La cuestión es que “me quedó esa inquietud, la conversé con Gabriela Klier, que hace filosofía de la biología y es compañera en el IIDyPCa (Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio). Le propuse hacer un proyecto para empezar a indagar qué pasaba ahí con la construcción de naturaleza. Más que nada, en mi trabajo de beca doctoral lo que vengo analizando es fotografía, mapas y cómo se hacen las representaciones del paisaje patagónico. En este caso, me parecía que la isla condensaba muchísimas de las problemáticas que se viven acá: la idea de construir un paisaje… En un momento para forestar, en otro para el turismo, en otro Aarón Anchorena… Cómo la historia de la zona se reflejaba en esa pequeña porción de tierra que es la isla”.

A partir de esas inquietudes, “hicimos el proyecto. Nos llevó bastante burocracia con Parques Nacionales, pero tuvimos un pase libre por un año, nos llevaban y nos dejaban alojarnos ahí. Estuvimos sacando fotos, registrando, haciendo entrevistas y recorriendo, porque yo nunca había ido. Eso me sorprendió, porque es uno de los lugares más lindos de Bariloche, con sus playas y bosques, pero muchos barilochenses no pueden acceder porque no tienen embarcación o porque para tomarse el barco hay que poner mucha plata”.

Desde esa constatación, “ahora también estoy con la idea de hacer una residencia para artistas barilochenses en la isla. Ese va a ser un próximo paso… Al trabajo de campo, de investigación y archivo lo tengo bastante avanzado, pero la idea es seguirlo y hacer una muestra, probablemente en la sala de Parques Nacionales. En principio, iba a ser entre Gaby y yo pero ahora, me gustaría que si logramos hacer esa residencia, los artistas que vayamos podamos hacer una muestra más colectiva”.

Cuando se concrete la residencia del CFI, “me voy a dedicar a la parte que me compete a mí, buscando más en el Archivo General de la Nación y quiero ir a un par de herbarios. Acá entrevisté a Cecilia Ezcurra, de la Universidad del Comahue, que me contó un poco sobre el oficio del herborista. Como vengo de las Ciencias Sociales y el arte, todo lo de Naturales me parece una locura, una gran contradicción. Por eso el título del proyecto: Taxonomía de la desmesura… La idea de controlar a la naturaleza, dominarla, decir en un momento histórica que vengan las exóticas, en otro que se paren las exóticas y se planten nativas cuando igual, son plantas… El vínculo entre lo social y lo natural me hace mucho ruido, entonces el proyecto va por ahí, por cuestionar esa dinámica que en un punto, siempre es la misma, aunque cambien los paradigmas, porque la naturaleza también es un invento de la humanidad”, resaltó Gattás Vargas. Susceptible de construirse y de deconstruirse.

Entre caos y orden

Para traducir sus conceptos al lenguaje artístico “estoy pensando bastante en estos días”, confió Maia Gattás Vargas, artista contemporánea. “Quiero que esté ese vínculo entre el caos y el orden en esos objetos de conocimiento, con lo taxonómico de las categorías. Entonces, me imaginaba exhibir herramientas propias del laboratorio, como elemento modernizador. Pensaba en herbarios, en objetos geométricos y en cómo se usa la geometría para ver a la naturaleza, porque la vemos a través de los lentes de las disciplinas humanas pero para mí, la naturaleza es desmesura, es monstruosa, incontrolable y siempre se desborda”.

Aunque piensa concretarla en la segunda mitad de 2019 y quizá se transforme en otro emprendimiento colectivo, “me imaginaba que la muestra tiene que tener esos dos espíritus en lucha… Lo apolíneo y lo dionisiaco, diría Nietzche. Tengo las fotografías que tomé en la isla pero las quiero cruzar con otras de archivo que recolecté, para que convivan, como si fueran lo mismo. Que en la temporalidad de la muestra convivan todas las etapas que hubo en la isla: la del vivero, la más ganadera de Anchorena… También quería hacer un mapa en cerámica”.

Cuenta con un antecedente: “había hecho uno de Palestina, que era como un rompecabezas con todas las fronteras y me gustó trabajar con algo tridimensional como objeto. También vengo trabajando la metáfora de la capa geológica, porque si vas a la isla, se pueden encontrar rastros de todos los proyectos truncos o exitosos que hubo. Rastros y capas, superposiciones, a través de algún papel vegetal o transparente para que convivan los fantasmas, la historia pasada e inclusive, el futuro posible”, anheló.

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