18/10/2018

Mantener a raya el cáncer de mama

En Sudamérica, América Central y del Norte, cada año se diagnostica a más de 462 mil mujeres con cáncer de mama. Entre ellas, casi 100 mil mueren a causa de la enfermedad. Si las tendencias actuales no aciertan a descender, para 2030 se prevé que la cantidad de mujeres que reciban el diagnóstico tan temido aumente un 34 por ciento. En América Latina y el Caribe, el de mama es el cáncer más común y es el segundo entre los que llevan a la muerte.

Varios países de la región exhiben algunas de las tasas más altas en cuanto al riesgo de muerte por cáncer de mama, hecho que desnuda la inequidad que caracteriza a la salud, si se considera como derecho. En América Latina y el Caribe, el mayor porcentaje de muertes se registra entre mujeres menores de 65 años y asciende a 56 por ciento. Humillante, si se compara con el 37 por ciento de Estados Unidos y Canadá.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) avisan que el diagnóstico precoz, junto con los avances en el tratamiento, se entrelazan para lograr como consecuencia una mayor supervivencia en las mujeres que padecen cáncer de mama. Sin embargo, en muchos países de América Latina y el Caribe todavía es limitado el acceso a las prestaciones adecuadas.

Hoy se conmemora el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer de Mama pero además, octubre se convirtió en mes de sensibilización, durante toda su extensión. Uno de los mensajes clave es que se puede detectar de manera temprana y además, tratarse de forma efectiva. En los países de altos ingresos, los programas de cribado que se organizan a través de la mamografía, dieron lugar a un diagnóstico precoz. Por cribado, se entiende determinada estrategia que se aplica sobre un sector de la población para detectar una enfermedad, aun cuando no se presenten signos o síntomas de la dolencia.

En aquellos países, la detección que pudo asociarse con un tratamiento eficaz, condujo a la reducción de la mortalidad. Sin embargo, son muchos los desafíos que presenta la implementación de programas de cribado para que a través de su organización, sean eficaces en entornos de recursos limitados. En consecuencia, la sensibilización y la comprensión sobre los riesgos que trae aparejado el cáncer de mama, los primeros signos, síntomas y la generación de conciencia general sobre salud mamaria, son parte importante de los enfoques que debe asumir e impulsar la salud pública.

Los guarismos más recientes que se difundieron a propósito de la jornada, indican que en 2012, más de 408.200 mujeres recibieron diagnósticos de cáncer de mama en los tres segmentos de América. Además, fueron 92 mil las que fallecieron como consecuencia. En términos de opinión pública, se suele percibir que la enfermedad que abordamos es más propia de los países desarrollados. Sin embargo, casi la mitad de todas las muertes que se deben al cáncer de mama en la región (47 por ciento), se registran en América Latina y el Caribe.

Las tasas de mortalidad más altas se registran en América del Norte y el Caribe. Por otra parte, aunque Centroamérica presenta tasas de mortalidad 1,5 veces más bajas, sus resultados en cuanto a supervivencia son los peores de la región. Si se mantienen las tendencias actuales y se consideran los cambios demográficos que se esperan, las proyecciones indican que en 2030 los casos nuevos de cáncer de mama aumentarán en los tres segmentos de América hasta 595.900. Por su parte, las muertes a causa de la enfermedad ascenderán hasta 142.100.

La integración de los programas que procuran tanto la prevención como su control, son claves para reducir la carga de la enfermedad. Es necesario que incluyan educación, detección precoz, tratamiento y cuidados paliativos, además de métodos para la mejora continua de la calidad. En forma simultánea, los esfuerzos de promoción de la salud y educación para la salud deben contribuir a mejorar el conocimiento de las mujeres acerca de la importancia del llamado tamizaje mamográfico. Además, es trascendental no retrasar la búsqueda de atención ante la presencia de signos o síntomas.

Si bien las causas son aún en gran medida desconocidas, ciertos factores fueron identificados como factores de riesgo. Entre ellos, la existencia de antecedentes familiares, la menarquia temprana (aparición de la primera menstruación), tener el primer hijo a una edad tardía, el uso de hormonas, la obesidad y el consumo de alcohol. Por último -para la columna-, sumemos que los cuidados paliativos permiten mejorar la calidad de vida de las pacientes y de sus familias. Pueden además tener un impacto positivo sobre el curso de la enfermedad. Contar con y difundir información es central.

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