Hablemos de éxito

Mucho se habla hoy en día del éxito y éste es perseguido por la mayoría de las personas. Pero ¿de qué hablamos, cuando hablamos de éxito? ¿De tener fama, dinero y/o poder? No precisamente. Quien tiene éxito en la vida consigue la meta que se ha fijado y ve un sueño que tiene en su corazón convertirse en realidad. En base a esta definición, ¿podrías decir que sos una persona exitosa? 

Todos tenemos la capacidad interna de entrenar nuestra mente de la misma forma que lo hacemos con nuestro cuerpo físico. Fundamentalmente para desarrollar el hábito de, en todo lo que hagamos, ser nuestro fan número uno. Es decir, para sentirnos los mejores. Esto de ninguna manera es orgullo sino, más bien, tener una autoestima sana. No es competir con los demás, sino superarnos a nosotros mismos un poco más cada día.

Cada uno es consciente del objetivo que persigue, del sueño que desea alcanzar. Para algunos, se tratará de un emprendimiento laboral. Para otros, de terminar una carrera terciaria y luego practicar su profesión. Y para otros incluso practicar un deporte o un hobby que aman. En cualquier caso, como ya mencionamos, ser exitoso implica concretar un proyecto. Para poder llevar a cabo, es fundamental establecer en primer lugar cuáles son las metas a lograr y los pasos a dar.

Actualmente, y por supuesto debido a la situación mundial que vivimos, mucha gente solo vive para trabajar y comer. Pero los seres humanos fuimos diseñados para mucho más que para vivir para trabajar, sin ninguna meta en la vida. Por eso, todos necesitamos procurar encontrar una motivación más elevada que no sea solamente cubrir las necesidades básicas.

El objetivo de Walt Disney no era solamente entretener a la gente sino ayudarla a ser feliz. ¡Y sí que lo ha logrado tanto con niños y adultos! Aquellos que primero crearon el teléfono celular no pretendían únicamente desarrollar una nueva tecnología sino que el mundo entero estuviera comunicado. Esto se ha superado ampliamente. La Madre Teresa de Calcuta no se dedicaba a ayudar a los carenciados y enfermos simplemente; ella estaba sirviendo a Dios con un trabajo que no muchas personas aceptarían con gusto.

Estos son solo tres casos conocidos pero en todos lados hay gente anónima que siembra su semilla cada día de manera desinteresada. ¿A qué me refiero con la palabra semilla? De lo que ellos y cualquier persona pueden hacer en beneficio de otros. Todo aquel que se dedica a sembrar su semilla en la vida de los demás no solo es alguien exitoso sino que, tarde o temprano, cosechará o recibirá en beneficio propio lo que antes sembró.

¿Es lo mismo éxito que fama?

No, porque la fama implica que hay un reconocimiento social, que puede ser colectivo o no, por la tarea realizada. Para algunas personas, es algo imposible o muy difícil de manejar porque tal estado de exposición pública los hace sentir vulnerables y termina por alejarlos de la actividad que desempeñan; o en el peor de los casos por conducirlos por caminos que no son los mejores para ellos.

Todos podemos encontrar motivación para actuar en la fama (lo que hacen y piensan los demás); o en el éxito (lo que hago y pienso yo mismo). Así es posible experimentar estas dos situaciones:

1. Que haya éxito pero que no haya fama.
2. Que haya fama pero que no haya éxito.

Lo cierto es que solamente cuando nos motiva lo que nosotros podemos producir, es decir nuestro éxito, somos capaces de aceptar, manejar y disfrutar la fama que viene de los demás. Esto sucede porque si nos entregamos a la mirada del otro y vivimos pendientes de ella, perdemos autonomía. En cambio, si estamos contentos con lo que hacemos y el resultado que obtenemos, lo que alguien opine será una mera opinión que no modificará lo que somos.

Para concluir, el verdadero éxito es sentirnos bien con nosotros mismos. Muchos se sienten “distintos” del resto pero el que es en verdad exitoso no busca ni precisa popularidad ni prestigio. Se gusta a sí mismo, se dedica a alcanzar sus sueños y es feliz con ello.

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