13/10/2018

Infraestructura y servicios para las mujeres rurales

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus comunidades y ayudan a prepararlas frente al cambio climático. Aseveraciones que traemos a colación para el Día Internacional de la Mujeres Rurales, que se conmemorará mañana.

A pesar de tamaña contribución, las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza. Son tan productivas y buenas gestoras como sus colegas masculinos pero, sin embargo, no acceden a la tierra en igualdad de condiciones. Otro tanto sucede con los créditos, los materiales agrícolas, mercados adonde puedan comercializar adecuadamente sus productos o con cadenas de cultivos de alto valor.

ONU Mujeres denuncia que tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y el saneamiento. Para las mujeres rurales, las “barreras estructurales” y las normas sociales que generan prácticas discriminatorias operan como límites para su empoderamiento, a la vez que circunscribe la participación política que podrían ejercitar, tanto en sus comunidades como en sus hogares.

En general, su labor es invisible y no remunerada, a pesar de que sus tareas aumentan y se endurecen a raíz de la migración de los hombres. En términos globales y con pocas excepciones, todos los indicadores de género y desarrollo muestran que las campesinas se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas. Además, la situación tiende a empeorar.

Los efectos que provoca el cambio climático sobre los recursos naturales y productivos agravan las desigualdades de género que ya existían en las zonas rurales. En función del diagnóstico, ONU Mujeres estableció para 2018 el tema “Infraestructura, servicios y protección social sostenibles para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas rurales”. Es que el trabajo infantil es común en las zonas rurales, ya las niñas representan una proporción significativa de la mano de obra agrícola.

Las mujeres y las niñas son las responsables de la recolección de agua en el 80 por ciento de las viviendas sin acceso a agua potable. Trabajo arduo que será aún más laborioso a medida que la carencia sea mayor. Además, el trayecto conlleva riesgos de seguridad. Sin las instalaciones adecuadas de agua y saneamiento, las mujeres y las niñas están expuestas a enfermedades, violencia y otros riesgos a su seguridad. Deficiencias que obstaculizan la posibilidad de recibir una buena educación, ganar un ingreso y desplazarse con libertad.

Recoger combustible puede llevar hasta cinco horas por día. Cocinar con combustibles sucios puede causar problemas de salud crónicos e incluso la muerte. En los países donde se depende mayormente de carbón, leña, estiércol o residuos vegetales para cocinar, las mujeres representan 6 de cada 10 muertes prematuras, a raíz de la contaminación permanente del aire en las viviendas, de por sí, precarias.

Favorecer las demandas y satisfacer las necesidades del sector adquiere una importancia crucial para hacer realidad la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De cara al balance que se hará dentro de 12 años, se registran avances en algunos frentes, pero aún así persisten desigualdades de género en todas las dimensiones del desarrollo sostenible. En muchas áreas, el progreso es tan lento que ya comienza a avizorarse que varios de los ODS no podrán cumplirse.

No obstante, su cumplimiento depende de la asignación de un volumen suficiente de recursos y de una acción que deben concertar los gobiernos y todas las partes interesadas. Observó la entidad que los servicios esenciales de los que dependen millones de mujeres y niñas rurales adolecen de una infrafinanciación crónica o simplemente, no existen. Nos referimos a sanidad, educación, cuidado infantil o alojamiento.

Donde existen, suelen ser los primeros en verse afectados por las medidas de austeridad, que se vuelven a intensificar a escala global. ¿Usted creía que el ajuste era un problema exclusivamente argentino? Se prevé que, en 2018, 124 países aplicarán recortes presupuestarios, incluso en áreas sensibles. Las podas ya erosionan las medidas de protección social y los servicios de los que dependen tantas mujeres y niñas rurales.

Sin embargo, el desamparo se puede evitar. Según ONU Mujeres, en prácticamente todos los países, existe margen para incrementar o reasignar recursos con el fin de fortalecer los servicios públicos que son esenciales para las mujeres y las niñas. Desde ya, es cuestión de voluntad política y de utilizar todas las herramientas normativas que estén disponibles. El costo de la inacción es, sencillamente, demasiado elevado. En ese sentido, sobrados antecedentes conocemos los argentinos y argentinas.

Te puede interesar
Ultimas noticias