07/10/2018

Más armas, menos seguridad

No es casualidad ni mera coincidencia: entre los cinco mayores proveedores de armas a escala global, cuatro coinciden con la membrecía permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Paradójicamente, es el organismo que tiene como objetivo abogar por la coexistencia pacífica de la “comunidad internacional” y avanzar hacia el desarme. Sin embargo, las compañías que tienen sede en sus jurisdicciones no tienen mayores inconvenientes en comercializar armamento hacia zonas donde se combate.

Al grupo selecto que integran China, Estados Unidos, Francia y Rusia quiere sumarse Alemania, que hace tiempo realiza gestiones para sentarse de manera permanente en el órgano máximo de la ONU. Recordemos que como potencia vencida al término de la Segunda Guerra Mundial, el país que gobierna Ángela Merkel está afuera de esa formalidad, aunque sea la voz más poderosa de Europa.

El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) se encargó de recordar que cuando se producen guerras en la actualidad, difícilmente venza alguna de las partes que se enfrentan. Más bien, los triunfadores son los fabricantes y comercializadores de armas. Pruebas al canto: la guerra civil en Siria lleva seis años y las múltiples facciones que allí se enfrentan, reciben armas convencionales desde proveedores como Estados Unidos, Rusia o Irán.

Más lejos de la consideración pública de la Argentina, el conflicto en Yemen se extiende por tres años. En esas geografías distantes, las fuerzas armadas de Arabia Saudita se valen de armamento estadounidense y varias voces se alzaron para denunciar crímenes de guerra, ya que en demasiadas oportunidades fue objetivo de los ataques la población civil. Por otro lado, nunca disminuye la intensidad del conflicto israelí-palestino. Con su excusa, Israel se convirtió en una potencia militar cuyo poderío supera al de todos los países árabes en conjunto.

El flujo de armas también se canaliza sin interrupciones desde aquellas cuatro potencias armamentistas hacia Egipto, Libia, Líbano, Irán, India, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, Afganistán y Pakistán. Incluye aviones de combate avanzados, vehículos aéreos no tripulados, misiles, buques de guerra, tanques, vehículos blindados para transporte de tropas, artillería pesada y armas pequeñas.

Según el organismo sueco, los cinco mayores proveedores de armas fueron los responsables del 74 por ciento de las exportaciones en el período 2013-2017. Por su parte, el quinto miembro permanente del Consejo de Seguridad, Gran Bretaña, no quiere quedarse atrás. Hace apenas unos días, Londres cerró un acuerdo armamentístico con precisamente Arabia Saudita por 5.000 millones de dólares.

No deja de ser una tremenda paradoja que solo los países de Medio Oriente aumentaran a más del doble las adquisiciones de armas en los últimos 10 años. Cabe recordar que la mayoría de los compradores, están destruidos por las conflagraciones. Un vocero del SIPRI indicó que a pesar de expresar preocupación por las permanentes violaciones a los derechos humanos, “Estados Unidos y los países europeos siguen siendo los principales exportadores de armas a la región, responsables del suministro de 98 por ciento de las armas importadas por Arabia Saudita”, por ejemplo.

Los conflictos que se desarrollan en Yemen, Siria, Irak, la región egipcia de Sinaí, Libia, Palestina, Líbano y Turquía, son la “excusa” para la creciente demanda de armas en la región. Por otro lado, la continuidad y profundización de las guerras se vinculan con las aspiraciones de varios países de convertirse en potencias regionales, en particular Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Turquía. Esas vocaciones estiran la tensión entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos hacia Irán y desde Israel hacia el mismo país.

La novedad radica en el incremento de las tensiones entre países que hasta hace poco, eran aliados. Por ejemplo, es relativamente reciente la vocación armamentista de Qatar. Sin embargo, no hay que dejar de ver que el creciente armamentismo demostró poca eficacia a la hora de disuadir conflictos. Tampoco se puede obviar que el gran beneficiario de “la guerra como modelo”, siempre es Estados Unidos.

Nuevos datos que difundió el SIPRI confirman que Estados Unidos amplía la distancia hacia Rusia, quien fuera el segundo mayor exportador de armas entre 2013 y 2017. Desde la Universidad de Georgetown se dio a conocer que los fabricantes estadounidenses de armas generaron más de un tercio de la facturación global por armas convencionales en ese período. Con Donald Trump en el poder, está claro que el comercio de armamentos es un ítem más de la economía estadounidense.

El dato positivo provino del Congreso estadounidense. Aunque no alcanzara, se estuvo a tres votos de aprobar una resolución que procuraba impedir la venta de municiones de alta precisión hacia Arabia Saudita. Un observador afirmó con ironía que “si con más armas, las personas estuvieran más seguras, Medio Oriente debería ser un lugar notoriamente pacífico”.

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