30/09/2018

La historia de la humanidad es la historia de la deforestación

La historia de la humanidad es la historia de cómo se utilizaron los bosques. La propuesta que incorporó el enfoque apareció en el Informe Bosques del Mundo de 2012, que elaboró la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La conclusión es perturbadora: “La historia de la humanidad es también la historia de la deforestación y las graves consecuencias ambientales que esta puede tener, siendo causa, en ocasiones, del colapso de una sociedad”.

Durante los últimos 5.000 años, la desaparición de bosques y montes a escala planetaria redondeó los 1.800 millones de hectáreas. Para que entendamos la magnitud, hay que imaginarse un desmonte equivalente a 360.000 canchas de fútbol durante cada año en los cinco milenios más recientes. Hasta principios del siglo XX, la deforestación más importante afectaba a los bosques de las zonas templadas de América del Norte, Asia y Europa. Más tarde, se trasladó hacia las zonas tropicales del planeta, tendencia que se mantiene.

“El desmonte de zonas forestales se debía, en su mayor parte, a la expansión de la producción agrícola, pero también contribuían a él el desarrollo económico y el consiguiente uso, a menudo insostenible, de los bosques con fines de extracción de materias primas y combustible”, destaca la investigación. Es también la historia medioambiental de Bariloche.

Crecimiento demográfico y deforestación van de la mano, panorama que se tornó más complejo en las décadas recientes. Las demandas crecientes por alimentos, fibras y agrocombustibles “han acelerado el ritmo de desmonte hasta el punto de que, en los últimos 10 años, el promedio anual neto de desaparición de bosques llegó a los 5,2 millones de hectáreas”. Unos 520.000 campos de juego por año.

La destrucción se aceleró como consecuencia de los organismos genéticamente modificados, la llegada de capitales especulativos al mercado de los granos y la utilización en ascenso de los combustibles que se fabrican a partir de granos o palma. Entonces, “la deforestación es una pauta común” que, en su mayor parte, “es intencionada, no irracional”. Su práctica obedece a metodologías que se calculan en forma meticulosa.

Establece el informe que “se han desmontado zonas boscosas para dejar sitio a ciudades y explotaciones agrícolas y producir madera, alimentos y combustible destinados a los mercados nacionales y de exportación con el objetivo, aunque no siempre el resultado, de elevar el nivel de vida del ser humano”. A esta altura de los acontecimientos, ¿qué se entiende por “elevar el nivel de vida del ser humano”? ¿El sobreconsumo?

Si bien se pierden superficies de bosque o monte que equivalen a 1.400 canchas de fútbol de manera diaria (casi 60 por hora), el organismo internacional -muy permeable al lobby de la agroindustria- no pierde la calma.

“Deberán pasar 775 años para que desaparezcan todos los bosques del mundo, plazo que parece suficiente para adoptar medidas dirigidas a aminorar o detener la deforestación mundial”.

Desde una perspectiva continental, la velocidad puede generar más angustia. Cuando estos espacios territoriales todavía no recibían la denominación de América, habitaban aquí entre 65 y 100 millones de humanos. A fines del siglo XV, comenzaron a llegar los europeos y en apenas 150 años, las poblaciones autóctonas se redujeron a cinco millones… Un millón en América del Norte y otros cuatro en Centroamérica y Sudamérica.

En forma paralela, comenzaron los atentados contra la vida forestal original. “Es probable que cerca del 75 por ciento de América Latina estuviera ocupado por bosques antes de los asentamientos europeos (…) Al día de hoy, sólo persiste el 50 por ciento del territorio. Entre los siglos XVIII y XIX, se registró un ritmo importante de deforestación pero fue durante el XX que se tornó enervante.

“En América Latina, se registró una pérdida neta de 88 millones de hectáreas de bosques (el 9 por ciento de la superficie forestal total) durante los 20 años transcurridos desde 1990 hasta 2010 (…). La principal causa de la deforestación fue la conversión de los bosques a tierras de pastoreo y cultivables. Por primera vez en la historia, la superficie forestal de la región se redujo a menos del 50 por ciento de la superficie terrestre total. Si se mantuviese este ritmo de desaparición de los bosques, América Latina se quedaría sin ellos en unos 220 años”, es decir, antes que el promedio global.

Se trata de vida, no de “canchas de fútbol”. Avanzar hacia modelos productivos que funcionen a partir de otras lógicas se torna indispensable porque es más interesante la existencia en el marco de la más rica biodiversidad. Los “desiertos verdes”, ya sean de soja o de pinos o de eucaliptos, empobrecen a todos. Incluso a los ejecutivos de las compañías que hicieron de la destrucción su negocio.

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