24/09/2018

Se impone la idea de habitar “casas pasivas”

Se impone la idea de habitar “casas pasivas”

ARQUITECTURA Y CONSTRUCCIÓN

En materia energética, los científicos y políticos se preguntan: ¿Hasta cuándo puede aguantar un planeta de recursos finitos? La respuesta puede surgir a partir del desarrollo sostenible. En materia de construcción, la apuesta es habitar una “casa pasiva”.

Cuenta la filósofa Marina Garcés, en el ensayo “Nueva ilustración radical” (Anagrama), que el debate sobre la sostenibilidad se desata a escala global en 1972, cuando el Club de Roma publica el informe “Los límites del crecimiento”. En él, científicos y políticos se preguntan hasta cuándo puede aguantar un planeta de recursos finitos el ritmo de explotación y deterioro derivado de la actividad humana.

Una cuestión a la que, una década y media después, se trata de dar respuesta con la aparición del concepto de desarrollo sostenible, aquel que “satisface las necesidades del presente, sin comprometer las de las futuras generaciones”. Independientemente de lo polémico de este planteamiento –Garcés, por ejemplo, considera que lo que se hace, en realidad, es blindar el neoliberalismo y evitar que se cuestione como sistema–, la sostenibilidad es, al día de hoy, un modo de vida y el objetivo de muchas empresas.

Además de vestir camisetas de algodón orgánico, conducir vehículos eléctricos, contratar renovables o alimentarse con productos ecológicos, cada vez hay más gente en el mundo que apuesta por habitar una casa pasiva. “Son edificaciones que tienen en cuenta el impacto social, medioambiental y de salubridad, así como los materiales y técnicas de construcción o la orientación de la vivienda, lo que puede suponer un ahorro en el consumo de energía de hasta un 90% con respecto a la de un edificio convencional”, explica Adelina Uriarte, presidenta de la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP). El ahorro se consigue con aislantes térmicos de gran espesor, ventanas de altas prestaciones, hermeticidad al aire exterior y una ventilación mecánica con recuperación de calor.

Eso sí, como en el resto de campos, la cosa pinta bien, pero va a distintas velocidades. Mientras que, en Oslo, desde 2014, es obligatorio cumplir con el estándar Passivhaus en toda nueva construcción y en Alemania –donde se originó el modelo en 1991–, muchas ciudades como Fráncfort o Heidelberg lo emplean en la creación de edificios públicos, en España, menos del 1% de los nuevos edificios son de consumo casi nulo.

Es evidente que se debe cuidar el consumo de energía; llega el verano, suben las altas temperaturas y es necesario regular el uso del aire acondicionado.

La Casa Pasiva o Passivhaus es un estándar de construcción que surge en Alemania a principios de los años 90. Su secreto consiste en combinar un elevado confort interior con un consumo de energía muy bajo, casi nulo, y a un precio muy asequible que permite amortizar la diferencia de inversión con respecto a un edificio normal en un plazo muy corto de tiempo.

Los edificios pasivos utilizan recursos de la arquitectura bioclimática combinada con una gran eficiencia energética. Minimizando el uso de sistemas convencionales de calefacción y refrigeración, son edificios pensados para aprovechar al máximo la luz y la radiación solar, con un altísimo aislamiento y una renovación del aire a través de un sistema de ventilación con un recuperador de calor.

Diez claves

Diseño bioclimático: Un aspecto fundamental para un edificio eficiente pasa por un buen estudio del clima, de la orientación, del factor de forma, del volumen, de la captación de radiación solar en invierno y su protección en verano, de las sombras que tendrá el edificio y cómo le afectan.

Alto aislamiento térmico: Un edificio mal aislado consume hasta un 30% más de energía. Un buen aislamiento reduce pérdidas de calor en invierno y ganancias en verano y, por tanto, la demanda de energía para climatización.
Eliminación de puentes térmicos: Una capa de aislamiento continua, sin interrupciones y sin debilitamientos evita los puentes térmicos, tan habituales en los edificios convencionales y que provocan una gran parte de las pérdidas de calor en los edificios.

Ventanas de altas prestaciones: Las ventanas constituyen el elemento más débil de la envolvente de un edificio. Entre el 25% y el 30% del gasto de calefacción, se debe a las pérdidas de calor por las ventanas. La buena calidad de las ventanas y su correcta instalación son fundamentales para una alta eficiencia energética.

Recuperador de calor: La ventilación mecánica permite que continuamente se esté renovando el aire interior. Gracias a un recuperador de calor, el aire que, por ejemplo, puede entrar en un día de invierno a 0º al cruzarse (no mezclarse) con el que sale a unos 22º, cede la energía interna transformando los 0º en unos 18º, en función de la eficiencia del recuperador y sin ningún sistema de calefacción.

Estanqueidad al aire: En las casas pasivas, se cuida la estanqueidad al aire sellando todas las uniones entre los diferentes materiales del edificio. De esta manera, en el edificio, no existen infiltraciones de aire no deseadas.

Confort: Por la homogeneidad de las temperaturas interiores, el alto aislamiento acústico y la calidad del aire (en continua renovación y filtrado, por tanto, libre de CO2, COVs, polvo, suciedad, polen…).

Salud: El aire filtrado evita la presencia de polvo y polen, lo que reduce las reacciones alérgicas. La baja concentración de CO2 y COVs reduce la sensación de cansancio, algunas dolencias como dolores de cabeza, irritación en ojos, nariz, garganta, sequedad del sistema respiratorio y algunas enfermedades.

Eficiencia, sostenibilidad y rentabilidad: Eficiente por el bajo consumo energético y, en consecuencia, económico. Sostenible porque el CO2 que deja de emitir una casa pasiva de 350m2 en un año equivale al CO2 que absorben unos 1.000 árboles en un año. Un edificio construido bajo el estándar Passivhaus tiene un sobrecoste de construcción entre un 5 y 10% mayor, pero esto se rentabiliza entre los 5 y los 10 años debido al ahorro energético y de mantenimiento.

Certificación: Las pruebas técnicas y la certificación son el último paso para poder decir que un inmueble está construido bajo los estándares Passivhaus. Es la única garantía de que el edificio se ajusta al cumplimento de los requisitos establecidos por el Passivhaus Institut de Alemania y al nivel de confort interior y de la calidad energética de la construcción hacia el cliente (Fuente: www.idealista.com).

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