14/09/2018

El fin de la propiedad

Hace varios años y de diferentes voces escucho que la propiedad personal está en jaque y que las tecnologías sirven para que las personas ya no precisen poseer bienes, como puede ser casa, auto o discos de música.

Siempre esa afirmación me rondaba la cabeza pero nunca me detuve a ver algunas cuestiones.

La primera cuestión a considerar es por qué se dice que la propiedad está perdiendo fuerza o va a desaparecer. La respuesta surge de nuestro alrededor. Ya no precisamos apilar cientos de discos compactos para escuchar música, sino que tenemos acceso a millones de temas musicales por spotify. No precisamos tener espacio para bibliotecas pesadísimas, los leemos desde un catálogo infinito de libros por amazon. Y así, en este último tiempo surgió Uber y Arbnb desplazando la necesidad de tener autos o casas de veraneo.

Aun cuando tienes la percepción de ser propietario, traigo la mala noticia que no lo eres. Por ejemplo, los iPhone solo se pueden reparar en las agencias autorizadas por ellos, quitándote el derecho de elegir dónde hacerlo. Si has pagado algún software, te comento que las empresas en sus licencias se reservan el derecho de modificarlo. Los tractores John Deere tienen tanto software que los agricultores tienen que hackearlo si desean arreglarlo ellos mismos. Entonces, aun cuando hayas adquirido la propiedad de algunas cosas, los fabricantes retienen muchos derechos que desdibujan el sentido de la propiedad. Estas circunstancias están generando una lucha por un nuevo derecho: el derecho a reparar.

Pero esta introducción nos lleva a considerar como algo real y posible el fin de la propiedad.  Pero entonces nos tenemos que hacer otra pregunta, ¿realmente puede dejar de existir la propiedad?

Las cosas siempre son de alguien, salvo las que son patrimonio de la humanidad. La propiedad puede ser pública o privada, pero siempre habrá quién detente ese título. Podrá ser el Estado o podrán ser los individuos, pero no existe la posibilidad de que la propiedad sea de nadie, o como me enseñaron en la facultad “res nullius”.

Vamos de un modelo de acumulación de propiedad, hacía otro de contratación de servicios, dicen algunos economistas. Afirman que a mayor concentración de la propiedad, mayor propensión a la desigualdad social.

Entonces, cuando pensamos en este nuevo modelo económico y lo relacionamos con la verdad legal de que siempre habrá un propietario de las cosas, solo veo una concentración de bienes nunca vista en la historia. Por consiguiente, podríamos correr el riesgo de enfrentarnos a una desigualdad social enorme.

Vamos a un ejemplo, The Economist estima que la demanda de movilidad podría satisfacerse con el 10% del parque automotor actual. Es decir, el 90% de los vehículos particulares no serían necesarios. Pero ese 10% restante de los vehículos serán propiedad de empresas como Uber, y por consiguiente una sola persona – o un puñado de ellas- serán propietarias del 100% del parque automotor de una ciudad entera, o de un país. Piensen ahora en lo que podría suceder con las viviendas. ¿Esa concentración económica traerá más igualdad?

Hoy en día no tengo la respuesta. Lo que sí puedo decir es que la propiedad no podrá desaparecer, alguien siempre será el dueño de las cosas que usemos, con sus consiguientes problemas.

 

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