13/08/2018

El que siempre pelea

El que siempre pelea

Hay personas que pareciera que viven para pelear. Siempre están enojadas, molestas, dispuestas a reaccionar ante la menor provocación. Tal actitud, o manera de funcionar, obviamente no es para nada sana, pero necesitamos entender que el enojo es una emoción normal y universal, cuando aprendemos a manejarlo y no somos manejados por este.

Te invito a analizar a continuación tres de los mitos (creencias erróneas) más comunes sobre el enojo:

Como yo grito y expreso mi enojo, nunca me voy a enfermar. Está comprobado que cuanto más una persona explota, más esto afecta su salud. Hay quienes sufren un infarto y no tienen idea de por qué. No necesitamos soltarlo todo, pues el enojo que se manifiesta mediante la explosión emocional se retroalimenta. Explotar no sirve en absoluto.

Me hizo enojar. Muchos creen que se enojan porque alguien los provocó y los hizo enojar. En realidad, la ira tiene su origen en un pensamiento. Lo que pensamos nos puede hacer enojar y también puede hacer que nos calmemos.

Nadie acumula enojo porque, cuando cambiamos lo que pensamos, lo que nos decimos a nosotros mismos, la emoción se disipa rápido.

Lo único que puedo hacer es enojarme y pelear. Cuando uno siempre se enoja (elige enojarse), coloca al otro en un dilema. Es decir, que tiene solamente dos posibles alternativas: someterse con resentimiento, o reaccionar aún con más enojo. Cuando gritamos o atacamos, en lugar de hablar calmadamente para llegar a una solución, agotamos los recursos. Si, en cambio, elegimos hablar o responder con humor, construimos un puente que nos acerca al otro.

Ninguna de estas maneras de reaccionar nos acerca a una solución. Es como la reacción de algunos padres, cuando su hijo pequeño se golpea con la pared. Le dicen a la criatura: “¡Qué mala esa pared que golpeó al nene!”. De ese modo, le están enseñando a echarle la culpa a los demás de lo que le sucede. Lo ideal es enseñarles a nuestros hijos a ser cuidadosos para no golpearse y así inculcarles responsabilidad.

Dice una muy conocida fábula de Esopo que un día el viento le hizo un desafío al Sol para descubrir quién de los dos era más fuerte. “Te voy a mostrar que yo tengo más fuerza que vos. Mirá cómo le saco el sombrero a esa persona”. Entonces el viento comenzó a soplar cada vez más fuerte y la persona tuvo que sostenerse el sombrero con la mano para que no se le volara… hasta que el viento se cansó de soplar. Luego fue el turno del Sol que proyectó sus cálidos rayos sobre la cara de la misma persona. Ante esto, reconfortado, se quitó el sombrero. El viento estaba enojado pero el Sol le explicó: “Querido amigo, en lugar de usar la fuerza, usá la calidez y alcanzarás todas tus metas”.

Nadie nos obliga a enojarnos. Todos elegimos reaccionar con ira (con fuerza) o con calma (con calidez). Y la verdad es que las palabras amables son siempre palabras sabias, capaces de transformar una situación conflictiva. Me comentó alguien que, cada vez que dejaba un comentario en las redes sociales, lo insultaban. Hasta que leyó un libro sobre cómo llevarse bien con los demás y convertirse en una influencia positiva. Es una técnica muy simple y consiste en decir “gracias” y “por favor”. Cuando decidió llevarla a la práctica, los insultos disminuyeron considerablemente.

¿Cómo escogés reaccionar a menudo ante los desafíos que la vida nos presenta a diario? ¿Con fuerza o con calidez? La calidez no nos convierte en gente débil, como muchos creen, sino en gente sabia y eficaz. Sam Walton, el fundador del supermercado Wallmart, les decía a sus empleados que, si un cliente se encontraba a una distancia menor a tres metros, tenían que mirarlo a los ojos y hablarle con amabilidad. Los resultados fueron extraordinarios y así serán también nuestras relaciones interpersonales si aprendemos a relacionarnos sanamente con los demás.

Si tenés alguna consulta, podés escribirme a [email protected].

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