11/08/2018

Cuando lo único que nos hacía perder el tiempo era el spam

Qué bueno aquellos tiempos en que lo único que nos hacía perder el tiempo era el spam. Hace muchos años, exactamente en el año 2006 Gustavo Daniel Tanús ganó un juicio por spam y por ese entonces hablaba del tiempo que se utiliza para bajar esos correos basura. Realmente eso es así. Uno debe chequear el correo no deseado, controlar los remitentes, algún correo dudoso debe revisarse con más detenimiento y todo eso nos hace perder tiempo.

Ahora bien, ojalá fuera el correo basura lo único que nos hace perder horas de nuestra vida. Diariamente pasamos mucho tiempo frente a las pantallas y la tecnología quiere que sea así. Vivimos pendientes de las redes sociales. Entramos dos segundos a revisar notificaciones y nos quedamos enganchados un buen rato. La idea es muy simple, cuanto más tiempo pases frente a la pantalla mejor para las empresas.

Nada es casual en materia tecnológica y la pura verdad es que el diseño de las aplicaciones, servicios web o redes sociales se piensa con el objetivo principal de que te la pases enganchado el mayor tiempo posible. Tiempo útil que podríamos usar en otras cosas más “reales”.

Estos diseños premeditados buscan un único fin, la adicción a las tecnologías. Esa adicción viene ganando la batalla. Es una lástima que en nuestro país no haya estudios serios que nos permitan analizar mejor nuestra realidad. Pero en España por ejemplo, poco más que 50.000 adolescentes fueron diagnosticados como adictos a internet, y se estima que medio millón de jóvenes estaría en riesgo de caer en ella, según datos de la Asociación Española de Usuarios de Internet. Como se desprende de estos datos, la situación es seria, el riesgo es grande, y nuestro país no está ajeno a ello.

¿Pero que obtienen las empresas con nuestro tiempo?

Por un lado, la publicidad que venden las empresas se cotiza de acuerdo al tiempo en que los usuarios pasan en la aplicación o en la web. Funciona como el rating de los programas de televisión pero medido por tiempo de permanencia del usuario.

Por otra parte, sabemos que no existen servicios gratuitos y los pagamos con nuestro tiempo. Hace ya algunos años se escucha que los pagamos con nuestra información, lo cual es cierto. Pero esa información es más precisa, cuanto más tiempo navegamos en internet. A partir de ahí, existe una competencia invisible a nuestros ojos de Google, Facebook, Twitter y casi todas las empresas que conocemos para que pasemos el mayor tiempo posible con ellos. El problema es que el tiempo es un recurso finito, y perderlo tontamente es un pecado.

En ese sentido, y para entender el valor de nuestro tiempo, pensemos en el servicio de streaming Netflix. El servicio es pago, no es gratuito. El servicio no vende publicidad. No obstante está diseñado perfectamente, hasta el detalle, para que nos pasemos horas y horas enganchados viendo películas. Un detalle que te podrá llamar la atención es que los poster de cada película ofrecida son personalizado de acuerdo a tus preferencias.

You Tube hace lo mismo, reproduciendo un video tras otro, sin esperar la más mínima acción de tu parte. Eso, sumado a los algoritmos que predicen tus preferencias y gustos logra que si ingresaste a ver algo puntual termines quedándote unos cuantos minutos en esa plataforma. Esa es la competencia a la cual nos referimos.

El robo de información es un problema, sin dudas. Pero el robo de tu tiempo es aún más grave dado la finitud del mismo. El tiempo es un recurso limitado y no renovable. Las horas que pierdes frente al celular es tiempo robado a tus hijos, a tu familia, a tus “verdaderos” amigos, a tu vida real.

Se escuchan algunas voces de ética en el mundo empresario, habrá que ver si no quedan afónicas y logran solucionar este problema.

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