07/08/2018

A la senadora Silvina García Larraburu

Escuchamos la entrevista de la que usted participó en Radio Mitre. Nos sentimos muy en sintonía con muchas de las cuestiones que usted planteó y comprendemos lo difícil que debe haber sido tomar la postura que tomó, más en este contexto. Por ello, queríamos agradecerle de todo corazón por el coraje que demostró al elegir cuidar la vida. Queremos manifestarle nuestro apoyo y cariño.

Somos un grupo de trabajadores sociales y estudiantes, los cuales también hemos firmado un manifiesto en el cual participan más de 700 profesionales de todo el país (el mismo puede encontrarse en https://www.facebook.com/Trabajadores-Sociales-Argentinos-por-el-Derecho-a-la-vida-181873142511861/). Elegimos caminar esta profesión, entre otros motivos, porque queremos trabajar por un país más justo, donde nadie sobre y se garantice la igualdad de todos en el cumplimiento de sus derechos. Por eso, no queremos ser indiferentes frente a propuestas que planteen que una vida vale más que otra.

Muchos de nosotros venimos organizándonos, este último tiempo, con la intención de intentar dar algún tipo de respuesta frente al drama del aborto, tanto en lo referido a la arena pública como en propuestas de acción concretas en los ámbitos donde nos toca trabajar. Queremos apostar por respuestas en las que se abrace, contenga y promueva los derechos de la mujer, pero sin vulnerar por ello el de un tercero/a a vivir. Estamos convencidos de que es una apuesta difícil, pero posible, y que abarca muchas aristas. Venimos los últimos meses organizándonos para hacerlo del mejor modo posible, y poniendo a disposición las herramientas que nos da nuestra profesión.

Nuestro trabajo conlleva el privilegio, muchas veces, de caminar cotidianamente con los sectores populares*. ¡Nos toca ser testigos de tantas formas en que desde allí se lucha por la vida! Familias que, sin nada material que ofrecer, reciben embarazos inesperados con amor y solidaridad. Mujeres que, por un hijo o hija que llega, han sido capaces de superar situaciones de consumo problemático de sustancias. Madres que han alentado a sus hijas a no bajar los brazos ante un embarazo no deseado, ayudándolas y sosteniéndolas. Vecinas o parientes que hacen propios a hijos que las madres biológicas no pueden cuidar.

No dejamos de cuestionarnos cuánto más fecundo sería, en lugar de estar discutiendo este proyecto, priorizar el acompañamiento a estos sectores populares y a las respuestas comunitarias que tantas veces se dan, con solidaridad y sacrificio, frente a esta y otras problemáticas. Compartimos lo que usted plantea de que la puesta en agenda de este proyecto responde no solo a la lucha -muchas veces sincera, aunque a nuestro criterio errada- de sectores progresistas, sino también (y con mucha fuerza) a otros intereses, vinculados más al lucro y el poder que a la promoción de los derechos de los más humildes. Mientras tanto, vemos a diario cómo, en este contexto neoliberal, la situación social es cada vez más compleja y dura. El hambre, la falta de trabajo, la cada vez más precaria presencia del Estado deja a nuestra gente en una situación de cada vez mayor vulneración de sus derechos. En línea con lo que usted plantea, creemos que ahí está la verdadera urgencia, y lo que como pueblo argentino deberíamos estar atendiendo con lugar prioritario en la agenda política.

Como trabajadores sociales, nos dio mucho orgullo y gratitud escuchar sus palabras hoy, y saber que una senadora más está teniendo el coraje de, pese a las dificultades que esto le llegue a implicar, no transar con la cultura del descarte que tantas veces denuncia el papa Francisco (1), y de la que estamos convencidos este proyecto de ley es una expresión más.

Le mandamos un gran abrazo.

Red de Trabajo Social por la Vida

(1) “Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, ‘sobrantes’.” (Papa Francisco: Evangelii Gaudium, punto 55)

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