06/08/2018

Qué será de la niñez con el Estado en retirada…

Como tendencia, UNICEF apunta que “el hambre y la desnutrición tienen un rostro cada vez más urbano”. La sección de Naciones Unidas que entiende en derechos de la infancia, encontró que el número de personas pobres y desnutridas aumenta más rápidamente en las zonas urbanas que en las rurales. Pero, además, en los últimos tiempos el organismo procura llamar la atención sobre el concepto de “hambre oculta”.

Inclusive las personas aparentemente bien alimentadas, es decir, aquellas que reciben suficientes calorías para realizar sus actividades diarias, pueden sufrir de “hambre oculta”, es decir, la desnutrición de micro-nutrientes. El fenómeno se caracteriza por la carencia de elementos esenciales como la vitamina A, el hierro o el zinc que habitualmente se encuentran en las frutas, las legumbres, el pescado o la carne.

Advierte UNICEF que sin micro-nutrientes, los niños y niñas están expuestos a un mayor peligro de muerte, a sufrir ceguera o retraso del crecimiento, además de correr el riesgo de acceder a un menor coeficiente intelectual. Por otro lado, una nutrición deficiente provoca más de una tercera parte de las muertes de los menores de 5 años a escala mundial. Desde nosotros añadimos, cuidado con la “comida chatarra”.

Los niños y niñas disponen de una amplia gama de derechos civiles, políticos, sociales, culturales y económicos, cuyo reconocimiento se estableció en la Convención sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos. Éstos incluyen la supervivencia; el pleno desarrollo; la protección contra el abuso, la explotación y la discriminación; y además, la participación en la vida familiar, cultural y social.

Pero la verdad es que los derechos de la infancia no se plasman de una manera equitativa. Por ejemplo y siempre a escala global, resulta que a más de una tercera parte de los niños de las zonas urbanas no se les inscribe al nacer. La omisión implica una violación al artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño y además, puede generar otro tipo de violaciones, ya que la falta de una identidad oficial impide el acceso de los niños a servicios y oportunidades vitales. Por otro lado, aumenta su vulnerabilidad a formas de explotación como el trabajo forzoso.

Aquellos niños y niñas que tienen las mayores necesidades también hacen frente a las mayores violaciones de sus derechos. Las dificultades que los más pequeños sufren en las zonas urbanas pueden ser el hambre y la mala salud; viviendas que no están en condiciones de satisfacer necesidades mínimas; un abastecimiento deficiente de agua y saneamiento; y además de la falta de educación y protección.

Las condiciones inadecuadas de vida se convierten en una de las violaciones más persistentes a los derechos de la infancia. Sin una vivienda decente y segura y sin una infraestructura en materia de sistemas de agua y saneamiento, es bastante más difícil que puedan sobrevivir y prosperar. No es posible disfrutar de la salud en un ambiente contaminado y no se puede ejercer el derecho a jugar de manera efectiva sin un lugar seguro que permita esa práctica.

El artículo 6 de la Convención sobre los Derechos del Niño compromete a los estados a “garantizar en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño”. Por otro lado, el artículo 24 invoca el derecho de todos los niños y niñas a “disfrutar del más alto nivel posible de salud y a acceder a servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud”.

Si bien es en las zonas urbanas donde se encuentra la mayoría de los servicios de salud, niños y niñas que viven cerca carecen sin embargo de servicios rudimentarios. Las altas concentraciones de pobreza se combinan con la deficiencia de los servicios para aumentar la mortalidad infantil. Cabe señalar que los niveles más bajos de inmunización tienen como consecuencia brotes más frecuentes de enfermedades. Éstos se pueden evitar a través de la vacunación en los sectores que son más vulnerables a raíz de la alta densidad de población y al flujo continuo de nuevos agentes infecciosos. Si bien la cobertura de vacunas a nivel mundial mejora, aún es baja en los barrios pobres y en los asentamientos precarios.

Cada año el aire contaminado en el interior de las viviendas es responsable de casi 2 millones de muertes de menores de 5 años. El uso de combustibles peligrosos para cocinar en espacios mal ventilados, práctica lamentablemente muy común en los entornos de bajos ingresos, es uno de los factores que contribuyen al problema. Además y sobre todo en las grandes ciudades, la vida urbana también expone a los niños a altos niveles de contaminación del aire exterior. Difícil enfrentar la problemática mientras el Estado se bate en retirada…

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