21/06/2018

Si ese fue el mejor equipo, cómo será el peor…

Si se empieza a contar desde diciembre, el peso sufrió una devaluación que ronda el 60 por ciento a raíz de la acelerada suba del dólar. El logro más espectacular del “mejor equipo de los últimos 50 años”... La variable es solo una de los profundos desequilibrios que el gobierno profundizó durante los dos años y medio que lleva de mandato: déficit fiscal que supera el 5 por ciento del PBI si se contabilizan los intereses de la deuda, desequilibrio comercial histórico, inflación sin freno y un crecimiento vertiginoso del endeudamiento público.

La corrida cambiaria que se acentuó a fines de abril arribó a un impasse después del 8 de mayo, cuando la gestión de Cambiemos anunció que buscaría ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI). El acuerdo se alcanzó el 7 de junio pero lejos de aportar tranquilidad a los “mercados”, profundizó la demanda de divisa estadounidense, señal inequívoca de desconfianza en la política económica del gobierno.

Otra vez la terminología que nos fue familiar en el pasado y a la que no queríamos retornar: el organismo otorgó un préstamo “stand by” de hasta 50 mil millones de dólares, para que los grandes especuladores aquietaran sus maniobras. La vorágine se llevó la cabeza del ahora expresidente del Banco Central y de dos exministros del Poder Ejecutivo… Que al lunes siguiente de las dimisiones se desplomaran las acciones de las energéticas y de los bancos en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, indica sin opacidades para quiénes se gobernó desde diciembre de 2015…

Según trascendió, el acuerdo con el “nuevo” FMI no tiene nada de novedoso. Comprende la búsqueda de un renovado “equilibrio” cambiario que necesariamente, dejará el dólar alto después de los acomodamientos del “mercado” bajo un sistema de flotación libre. Conocemos la receta: se enfriará la economía a través de un proceso recesivo que a través de una baja en el consumo interno, implicará menos importaciones y por lo tanto, mejor demanda de dólares.

El proceso regresivo debería implicar menos turismo de los argentinos en el exterior y como se sabe, toda devaluación implica una mejor posición exportadora. El problema radica en que para los asalariados y asalariadas, toda devaluación en la Argentina se expresa en nuevos movimientos en los precios internos, es decir, en inflación. Bajo su nueva conducción, el BCRA enfrenta el dilema de siempre: corregir la paridad sin que se desboque todavía más el aumento de los precios.

Esa disparidad de metas a priori incoherente, se agudizó en las últimas semanas de Federico Sturzenegger: un día ofertaba dólares de manera decisiva, otro se mantenía al margen de las operaciones… La cuestión es que se avecina un ajuste inconmensurable al que la gestión macrista deberá enfrentar en su peor momento político. ¿Qué precios habrá que pagar para alcanzar el déficit cero en 2020?

Una semana atrás -una eternidad-, el ministro de Hacienda dio a conocer la carta de intención que dirigió su gobierno a Christine Lagarde: una nueva reforma previsional, liquidación de activos del Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la ANSES y despidos de trabajadores estatales, entre otros aspectos del “paquete” de medidas. ¿Todavía piensa en posibilidades de reelección el presidente para 2019? ¿Cómo hará, en el marco de tamañas restricciones?

Los nuevos conductores del BCRA provienen todos del sector financiero internacional. ¿En beneficio de quiénes irán a utilizar las herramientas de intervención en el mercado que posee la entidad? La primera tarea que se asignaron, tiene que ver con resolver el entuerto de las LEBAC, en el que se metió solita la administración actual, es decir, ya basta del discurso de la “herencia recibida”.

Las instrucciones para desactivar la “bomba de tiempo” también aparecen en el compromiso que asumió el gobierno ante el FMI: parte de los dólares que entren por el préstamo “stand by” se utilizará para capitalizar al BCRA con el fin de facilitar un canje de por letras de más largo plazo. El mega-vencimiento del último martes se pudo superar aunque las renovaciones se pactaron a una “súper tasa” de 47 por ciento. No hay “economía real” posible con tasas de esa índole…

Que el FMI vuelva a tomar el control de la economía argentina refresca en la memoria la destrucción del aparato productivo que puso en práctica la última dictadura militar, la hiperinflación que se desató al término del primer período democrático y la salida desordenada de la Convertibilidad, que arrojó al 57 por ciento de los argentinos y argentinas a la pobreza. De cara a la recesión que se viene, puede darse por descontada la multiplicación de despidos. La “carta de intención” reconoce que la inflación puede llegar al 32 por ciento. ¿Otra vez la misma historia?

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