PRIMERO PERSONA

| 30/05/2018

“Amar la trama”

Javier Gallo*
“Amar la trama”

Por Javier Gallo. Pediatra, especialista en cuidados paliativos pediátricos, escritor. 

Un oxímoron es la combinación -en una misma palabra o expresión- de dos términos de significado opuesto.

“¡Dioses, qué contento estoy de haberme librado de esa soledad chillona, de esa abundancia vacía, de esa juventud senil!”, gritó a los cuatro vientos Friedrich Nietzsche en sus años de estudiante el día que abandonó la Asociación Universitaria Franconia.

“Yo soy un general pacifista, algo así como un león herbívoro”, dijo una vez el teniente general Juan Domingo Perón y algunos lo odiaron y otros lo amaron.

“Yo me defino como un paliativista solitario. Prefiero trabajar por mi cuenta sin tener que consultar a nadie a la hora de decidir”, me comentó un colega en un congreso y preferí morderme la lengua y no decir nada porque acababan de servir los sanguchitos y yo no había desayunado.

Trabajar en “equipo” para alguien que se dedica a cuidados paliativos no es una elección, es una condición básica de la que uno no puede prescindir.

Voluntarios, enfermeros, administrativos, tíos. Cuando trabajamos como equipo hacemos que nuestra tarea de cuidado sea más eficiente. Porque somos muchas cabezas y corazones cohesionados, cada uno desde su lugar y con sus herramientas, en busca de un único fin: la mejor calidad de vida para el paciente y su familia.

Y ser muchos y estar alineados multiplica exponencialmente las posibilidades de lograr ese objetivo.

Médicos, vecinos, psicólogos, docentes. Como si esto fuera poco, no trabajar solos amortigua el impacto emocional que genera convivir con tanto sufrimiento. Intentar lo contrario es caminar hacía un precipicio de claudicación al que caeremos sin opción y ponerle fecha de vencimiento a nuestro equilibrio físico y emocional.

Oncólogos, padres, kinesiólogos, terapistas ocupacionales. Toda persona involucrada en el cuidado de un paciente con enfermedades limitantes forma parte de esta infinita malla de contención donde, al mirar a un paciente, cada uno de ellos se transforma en los ojos de esa amalgama superior llamada equipo.

Cirujanos, reikistas, amigos, farmacéuticos. Desde mi vivencia no hay nada más contenedor -para uno y para la familia- que sentir que el cuidado de un niño enfermo descansa sobre un amplio entramado con múltiples actores comprometidos con la causa. Lo ratifico cada mañana cuando salgo solo a visitar a nuestros pacientes y, sin embargo, me siento acompañado por mis compañeros de trinchera en cada intervención.

Artistas, acompañantes, neurólogos, trabajadores sociales. “Ejercer esta especialidad sin su espíritu cooperativo, además de un enorme error conceptual es sobre todas las cosas: no estar haciendo cuidados paliativos”, sentencié de manera irreductible en mi cabeza mientras observaba derrotado cómo mi colega solitario tomaba de la bandeja el último fosforito de jamón y queso.

*Pediatra, especialista en cuidados paliativos pediátricos, escritor

Primero Persona

Primero Persona es el diario de viaje de un pediatra paliativista hacia el interior de sí mismo. Utilizando el relato y la reflexión como aliados intentará encontrar alguna respuesta a las tantas preguntas que irán aflorando en su actividad profesional. Es un proyecto narrativo creado con y para la Fundación IPA -Ideas Paliativas en Acción de Bariloche (fundacionipa.org) la cual se dedica a la promoción y difusión de los cuidados paliativos.

Javier Gallo*

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