Una mujer en la mira por el homicidio simple de Micaela Bravo

Los investigadores realizaron un allanamiento de carácter científico en el barrio 2 de Abril y esperan resultados de pericias para poder confirmar la teoría que tiene a una mujer como principal y única sospechosa del crimen ocurrido en marzo de 2016 y mantienen un firme optimismo para la resolución del caso.

La mujer apuntada, ya fue formalmente notificada de las sospechas que existen en su contra en función de una serie de indicios que la comprometen seriamente con el crimen. Las autoridades esperan el resultado de diversos cotejos de prueba que están en marcha para poder confirmar la teoría del caso que vienen trabajando y profundizando día a día.

El surgimiento de nuevos testimonios abrió un diferente camino a la investigación. Los relatos colocan a Micaela saliendo del jardín Mundo Nuevo, en el que había dejado a una sobrina, aunque acompañada por una mujer de su entorno que parecía obligarla a salir juntas. El hecho ocurrió el 23 de marzo de 2016 en el corazón del barrio 2 de Abril.

El paradero de la joven fue incierto durante semanas y su búsqueda fue frenética hasta que el 6 de abril de ese año su cadáver, en avanzado estado de descomposición, fue hallado en un descampado ubicado entre la ruta de Circunvalación y la ruta Juan Marcos Herman. El caso causó una enorme conmoción social y se enmarcó en una macabra seguidilla de muertes violentas ocurridas en pocos días. Entre ellas la de Walter Mauro Pizarro, Ruth Sagaut y Natalia Báez.

El levantamiento de 49 muestras sobre el cadáver que se realizó algunas semanas atrás, permitió el análisis de las diversas manchas y sustancias que se realizan parcialmente en distintos laboratorios, mientras que aún resta determinar quiénes serán los encargados de completar el análisis del resto del material.

La expectativa de máxima del equipo de investigación que encabeza la fiscal Betiana Cendón, es hallar un perfil genético para un análisis comparativo con la principal sospechosa, aunque hay otros elementos que también podrían corroborar la hipótesis principal del hecho, que es la participación en solitario de la mujer en el crimen.

Entre los elementos a pesquisar hay muestras de tierra, madera, plásticos, pelos y algunos rastros que inicialmente se especula podrían ser de sangre, aunque todo ello lógicamente deberá ser determinado y confirmado por las pericias ordenadas al Laboratorio Regional de Genética Forense de Bariloche, su similar de Córdoba, y probablemente otras sean derivadas al Centro Atómico Bariloche, dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

Además, buscando elementos que sean compatibles con aquellos requisados en el cadáver de Micaela, las autoridades concretaron días atrás un allanamiento en una vivienda del mismo barrio 2 de Abril, en el que reside la mujer sospechada. El allanamiento tuvo carácter científico según revelaron las fuentes ligadas al caso que fueron consultadas, y se basó fundamentalmente en la búsqueda de elementos que sean compatibles con aquellos hallados en el cuerpo de la víctima para su posterior peritación. En ese contexto se realizaron isopados, se buscaron pelos de animales y se puso especial atención en un pequeño carro que las autoridades sospechan pudo haber sido utilizado para trasladar el cadáver hasta las cercanías del lugar en el que fue arrojado.

Otro de los elementos reveladores es una pericia concretada por las autoridades que se denomina autopsia psicológica. La misma buscó reconstruir la actividad psicológica de la víctima y posibles enemigos o temores hacia determinadas personas. El resultado fue contundente en el sentido de abonar la teoría del caso.

Además, las lesiones sufridas por Micaela Bravo antes de su muerte y en forma posterior, como así también los rastros que se hallaron hasta ahora, abonan la hipótesis fiscal en cuanto a la mecánica de la agresión, la actitud  defensiva que adoptó la joven antes de morir y la forma en que su cuerpo fue trasladado y arrastrado hasta el sitio en que se halló. Todo ello confluye en la hipótesis de que el autor del hecho no pudo haber sido un hombre, descartando de ese modo un posible encuadramiento de femicidio.

Especial atención ponen las autoridades en el estudio de una parte del pantalón que vestía Micaela cuando hallaron sus restos. Allí esperan encontrar alguna prueba contundente para el esclarecimiento del caso.

Con todos los indicios, la fiscalía aguarda poder conseguir alguna confirmación a través de las pruebas científicas en marcha. Con ello y todo el material probatorio reunido hasta el momento, las autoridades estarían en óptimas condiciones para acusar formalmente a la mujer por el homicidio simple y dar el primer paso hacia la consolidación de una causa penal en su contra.

Micaela Bravo tenía 28 años. Desde los 16 años asistía a la iglesia Antorcha de Fe. Allí había conocido a Patricio Vargas, el hijo del pastor, con quien se casó y tuvo tres hijos. A finales de 2015 la relación se rompió luego de una denuncia de violencia familiar contra Vargas y de la mudanza de Micaela a casa de su madre, con sus tres hijos.

Poco después la mujer comenzó una relación con Juan Carlos Colipi, que conocía de la iglesia. El joven tenía 19 años y asistía, junto a su madre, a la iglesia. El nuevo vínculo amoroso entre Colipi y Micaela no cayó bien en la congregación. Todavía era la esposa del hijo del pastor –el matrimonio no había sido disuelto legalmente. A pesar de la resistencia de los miembros de la iglesia, incluida la madre de Colipi, ambos continuaron juntos y hasta asistieron a la iglesia, enfrentando la situación.

La investigación avanzó muy poco en los primeros meses. La autopsia determinó que la joven tenía una herida punzo cortante en el tórax y había sufrido varios golpes antes de morir, pero hasta ahora todos los esfuerzos por establecer quién fue el autor del hecho fracasaron.