24/04/2018

El libro como “punto de encuentro de libertades”

La de ayer fue una jornada de alcance muy simbólico para el conjunto de la literatura occidental. Ese día de 1616 fallecieron Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.

Pero curiosamente, la misma fecha marcó el nacimiento o la muerte de otros autores destacadísimos, tales como Maurice Druon, Haldor Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla y Manuel Mejía Vallejo.

Resultó fácil entonces que la Conferencia General de la UNESCO de 1995, decidiera rendir un homenaje universal a los libros y a los autores en coincidencia con la fecha.

Entre otros, el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor tiene como propósito alentar a descubrir el placer de la lectura, en especial entre los jóvenes. También a valorar las irremplazables contribuciones de aquellos quienes impulsaron el progreso social y cultural. La entidad instituyó el Premio UNESCO de Literatura Infantil y Juvenil en pro de la Tolerancia. De manera anual, la entidad junto con la Unión Internacional de Editores, la Federación Internacional de Libreros y la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias, eligen una “capital mundial del libro” cuyo mandato empieza cada 23 de abril.

Para el año en curso, “Atenas ha sido designada Capital Mundial del Libro 2018 en reconocimiento de la calidad de sus programas de apoyo al sector del libro, que han facilitado el acceso a los libros al conjunto de la población y, especialmente, a los migrantes y los refugiados. Con Atenas y con toda la comunidad internacional, celebremos juntos el libro, que encarna la creatividad, permite intercambiar ideas y conocimientos trascendiendo las fronteras y fortalece el entendimiento mutuo y el diálogo”, expresó la directora general de la organización cultural.

Audrey Azoulay juzgó en su mensaje que aquel 23 “desaparecieron dos genios de la literatura mundial, dos precursores cuya obra habría de revolucionar la manera de escribir y de concebir la creación literaria: Cervantes y  Shakespeare”. Después de justificar en esos fallecimientos la elección de la fecha, aportó que “al celebrar el libro, celebramos actividades -la escritura, la lectura, la traducción, la publicación- mediante las cuales el ser humano se eleva y se realiza; y celebramos también, fundamentalmente, las libertades que las hacen posibles”.

Realzó la funcionaria internacional que “el libro constituye el punto de encuentro de las libertades humanas más importantes, entre las que destacan en primer lugar la libertad de expresión y la libertad de edición. Se trata de libertades frágiles. Enfrentadas a numerosos desafíos, desde el cuestionamiento del derecho de autor y de la diversidad cultural hasta las amenazas físicas a las que están expuestos los autores, los periodistas y los editores en numerosos países, estas libertades se niegan, incluso en nuestros días, cada vez que hay un ataque contra una escuela o que se destruye un manuscrito o un libro”.

En ese contexto de violencia e intolerancia, “es pues nuestro deber en todo el mundo proteger estas libertades y promover la lectura y la escritura, a fin de luchar contra el analfabetismo y la pobreza y reforzar los cimientos de la paz, así como de proteger y valorizar las profesiones y a los profesionales relacionados con el libro”. Al asumir esos deberes, la UNESCO, en colaboración con aquellas entidades, presta apoyo, por ejemplo, a la labor de los editores, que “ha de ser reconocida en su justo valor y protegida, ya que la circulación de obras escritas contribuye de manera fundamental a la libertad de expresión, al debate público y al diálogo”, sumó Azoulay.
Con este propósito, “la UIE ha creado el Premio Voltaire, con el que se recompensa cada año el valor de los editores que se niegan a ser silenciados y que permiten a los autores ejercer su libertad de expresión”, compartió la directora de la UNESCO.

Ante la ola de intolerancia que se pasea por Estados Unidos, Europa y demás países, entre ellos la Argentina, impulsar el acceso a la palabra escrita como vehículo de tolerancia parece decisivo, a la vez que antídoto necesario ante la profundización de las visiones xenófobas, discriminadoras y racistas. Como decían sobre todo nuestras mayores, “agarren los libros, que no muerden”. Gran responsabilidad tienen en ese sentido periodistas y otros comunicadores.

El Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor sirve para atraer a la causa de los libros y del derecho de autor a gran número de personas de todos los continentes y orígenes culturales. Permite descubrir, valorar y explorar muchas vertientes distintas: el libro como vehículo de valores y conocimientos y como depositario del patrimonio inmaterial; como puerta de acceso a la diversidad de las culturas y como instrumento de diálogo; o como fuente de ingresos y obra de creadores.

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