A 78 AÑOS DE SU CONSTRUCCION

| 23/03/2018

La historia del Centro Cívico contiene detalles interesantes

Una de las postales más difundidas de nuestra ciudad en el mundo, es la imagen del Centro Cívico. El 17 de marzo se cumplieron 78 años de su construcción y una de las mejores maneras de festejarlo, es conociendo un poco más de su historia.

La historia del Centro Cívico contiene detalles interesantes
El arquitecto de Estrada con su esposa frente a la Biblioteca Sarmiento.
El arquitecto de Estrada con su esposa frente a la Biblioteca Sarmiento.

El Cordillerano realizó una entrevista con el historiador Jorge Mogensen, quien tiene relatos y documentación de primera mano, que sirven para ilustrar a la gente sobre todas las cosas que se debieron sortear para tener hoy al querido Centro Cívico.

Pidió disculpas por tener que empezar la charla en primera persona, pero tuvo una buena razón para hacerlo, “trabajé 34 años y un mes en el correo así que he visto pasar gran parte de la historia de ese lugar”.

“Aunque los Bustillo siempre se acreditaron esa gran obra, en realidad es una creación del arquitecto Ernesto de Estrada y fue el primer Centro Cívico de la República Argentina, el segundo está en Córdoba”, dijo.

Fue algo novedoso porque decidieron concentrar toda la actividad oficial en un mismo espacio “originalmente estaba prevista su construcción donde hoy está la Catedral porque esta iglesia iba a estar donde se hizo la Inmaculada (actualmente gimnasio Don Bosco)”.

En los anales de Parques Nacionales de 1938 salió publicado “Un solaz para el pueblo” donde figuran todos los avances de Bariloche. “En ese libro encontré un dibujo a mano alzada de lo que luego sería la Catedral, me llamó la atención, pero un día encontré la respuesta”, contó.

Luego de 50 años de buscar los planos de la Catedral finalmente aparecieron de manera casual en la misma torre, junto a cajas y latas de pintura vacías. “Dos de esas cajas tenían documentación muy importante, una referente a la parte administrativa y la otra con todos los planos originales de la iglesia”, relató.

Había una carta escrita por el señor Ernesto de Estrada donde explicaba el porqué de querer hacer la Catedral tan arriba, “desde allí iba a bajar un gran boulevard por lo que hoy es Beschtedt, que desembocaría en el Centro  Cívico sobre Costanera”. Un maravilloso proyecto que no se llevó a cabo.

“Por cuestiones inmobiliarias -ya en aquel momento-, tuvieron que hacer un replanteo económico, había gente que quería vender, otros donar y entonces no se pudo hacer, por eso decidieron hacer el Cívico afuera del pueblo”.

Los límites llegaban hasta Urquiza, lugar por el que bajaba el arroyo El Molino, conocido como el Sin Nombre. “De ahí para el Oeste era campo, propiedad de la señora Capraro, quien lo vendió a tres pesos el metro, en agradecimiento por cómo quedó el Centro Cívico, esta señora le quiso regalar al arquitecto el lote donde está el Center y él no lo aceptó”, describió.

El pergamino

Mogensen tuvo la oportunidad de conocer a De Estrada el 17 de marzo de 1990, “durante más de diez años en el correo, me senté en el mismo lugar, sobre una de las paredes había un diploma muy grande con un montón de firmas”, detalló.

“Era el documento fundacional del Cívico con la firma de todos los que vinieron a la inauguración, dos personas firmaban dos veces, uno es de apellido Scarselo, dibujante de filatelia del Correo de Buenos Aires, quien hizo el primer diseño en estampillas de la plaza”, dijo. Me consta que estuvo aquél día porque cuando se entregó el diploma, lo volvió a firmar. “Ese pergamino está en poder del correo de Bariloche pero debería estar en el museo porque es un documento de gran importancia para la ciudad”, fundamentó.

“Cuando estábamos casi sobre el aniversario cincuenta del Centro Cívico quise hacer algo diferente y organicé un acto donde se entregaría un diploma a los obreros que trabajaron en su construcción, hubo enojo por parte de algunas familias, pero simplemente no conocía ni ubicaba a todos los que participaron” explicó.

A ese acto vino como invitado el arquitecto De Estrada con Gonzalo, su hijo. En un libro que escribió está toda la historia donde habla de su fuente de inspiración para el diseño inicial. “Me contó cómo fue la financiación de esa gran obra, funcionaría allí la Policía Fronteriza, Aduana, Registro Civil y Juzgado de Paz, el museo, la Biblioteca Sarmiento, el municipio y el correo”.

Ninguna de esas instituciones contaba con dinero para aportar a la construcción, “solo el correo aportó una cifra considerable pretendiendo que se edifique solo su oficina”. Si se hacía de esa manera peligraba la continuación de la obra, “De Estrada entonces decidió utilizar ese dinero para hacer las bases de todo el complejo y a medida que llegaban fondos se continuaba trabajando, así hasta su finalización”, reseñó.

Una historia que demuestra las ironías de la vida, el Correo Argentino fue quien pagó toda la obra y es el único que fue sacado de ese espacio.

El Bar América

En muchos escritos sobre el origen de instituciones emblemáticas de San Carlos de Bariloche se cita como lugar de primeros encuentros al Centro Cívico o más puntualmente, la Biblioteca Sarmiento. “Esto no es así, siempre las primeros encuentros se hacían en el Bar América que estaba en Palacios y Mitre, era un punto de encuentro de los vecinos del entonces pueblo”.

Mogensen mencionó al Círculo de Ajedrez, la Asociación Amigos de la Música que luego fue el Camping Musical y otras tantas instituciones.

La Biblioteca Sarmiento

Un tío de Jorge trabajaba en el Hotel Plaza de Buenos Aires, allí conoció a grandes figuras mundiales de la música. Decidió comenzar a invitarlos a venir a Bariloche a pasear, como agradecimiento, estos artistas, antes de irse, daban un concierto en la sala de la Biblioteca de manera gratuita. Del Colón a Bariloche, solo por gestos de amistad. El tren era el medio de transporte que utilizaban.

En el subsuelo de la Biblioteca también funcionó la primera Escuela de Bellas Artes y la Asociación de Artistas Plásticos, donde se reunían pintores que forman parte la historia local.

El reloj

El padre de Jorge fue el ayudante del relojero, “yo le preguntaba cómo se llamaba el relojero y no sabía, pero decía que era suizo”. Hace poco tiempo le llegó un mail consultándole, “me decía que su papá era ingeniero mecánico, no relojero y que fue quien construyó el reloj, este señor escribió un libro que me lo dedicó, era León Trotsky, hijo del político y revolucionario ruso”, aseguró.

El libro se llama Stalin Burlado y lo firma como Facundo Leylaf Ona, en una página habla superficialmente de la construcción del reloj. “Cuando Trotsky se escapó de Europa se cambió el apellido un par de veces porque Stalin había mandado a matarlo hasta tres generaciones, se refugió en América, acá se llamaba Bronstein”. Agregó “se enamoró, con esa mujer tuvo 8 hijos y se fue a vivir a Chile”.

El reloj es de fabricación danesa y Mogensen padre, al ser de ese origen, colaboró con la lectura de los manuales.

Habría mucho más para contar acerca de la historia del Centro Cívico, fundamentada con documentación y fotografías, narradas por este historiador barilochense, información que sería bueno que estuviera a disposición de turistas y residentes, que pasan por el monumento frente al lago Nahuel Huapi.

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