22/03/2018

¿Qué parte del Nunca más no se entendió?

En la Argentina, el 24 de Marzo es el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en obvia coincidencia con la fecha en que se perpetró el golpe de Estado que en 1976, inauguró la última dictadura cívico militar.

Además, se conmemora el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas. La coincidencia no es casual.

Como veremos, no solo en la Argentina el derecho a la verdad se invoca en el contexto de las violaciones manifiestas a los derechos humanos y de las infracciones graves al derecho humanitario. Las víctimas y los parientes de víctimas de ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas, otras desapariciones, secuestro de menores o torturas, exigen siempre saber qué sucedió.

Es que el derecho a la verdad comprende acceder al conocimiento pleno y completo de los actos que se produjeron, las personas que participaron en ellos y las circunstancias específicas, en particular en relación a las violaciones que pudieron perpetrarse y su motivación. En el ámbito internacional, la conmemoración es relativamente reciente, ya que se instituyó a fines de 2010 por decisión de la Asamblea General de la ONU.

Se eligió la fecha no en sintonía con los sucesos argentinos, sino porque esa jornada de 1980, cayó víctima de un asesinato monseñor Óscar Arnulfo Romero. Los memoriosos recordarán que el religioso se caracterizó por denunciar activamente las violaciones de los derechos humanos que sufrían las personas más vulnerables de El Salvador. Por entonces, la Junta Militar que gobernaba en la Argentina, celebraba cuatro años de su llegada ilegal e ilegítima al poder.

Entonces, mientras en el país se renovarán mañana las demandas de Memoria, Verdad y Justicia con la tradicional marcha y otras actividades, en el ámbito internacional habrá acciones que se relacionarán íntimamente para promover la memoria de las víctimas que sufrieron violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos. También, para realzar la importancia del derecho a la verdad y la justicia.

La jornada también será propicia para rendir tributo a quienes dedicaron su vida a la lucha por promover y proteger los derechos humanos de todos y todas, con énfasis en aquellos que la perdieron mientras perseguían esos objetivos. En particular, en el ámbito internacional y obviamente en su país, se reconocerán la valiosa labor y los valores de monseñor Romero, quien se consagró activamente a la promoción y protección de los derechos humanos.

Inclusive durante su vida la tarea de Romero alcanzó relieve internacional ante la firmeza y la valentía de sus mensajes, en los que denunció violaciones de los derechos humanos contra las poblaciones más vulneradas. Asimismo, fue conmovedora su dedicación al servicio de la humanidad en un contexto de conflictos armados, como humanista que estaba consagrado a la defensa de los derechos humanos.

Romero dedicó su tarea a la protección de las vidas humanas y a la promoción de la dignidad del ser humano. Fueron permanentes sus llamamientos al diálogo y férrea su oposición a toda forma de violencia, con el ánimo de evitar enfrentamiento armados. Su prédica sin claudicaciones, inclusive durante las homilías de las misas, en definitiva le costaron la vida el 24 de marzo de 1980, cuando casi toda Sudamérica atravesaba la que quizá fuera la más oscura de sus tantas noches.

Por nuestra parte, no podemos dejar de recordar en la línea que propone la ONU, a Rodolfo Walsh y su célebre carta, algunos de cuyos párrafos parecen escritos ayer, más allá de las diferencias entre los porcentajes: “(…) estos hechos (los crímenes de lesa humanidad), que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Al igual que Romero, denunció Walsh con valentía temeraria: “Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares, que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas, presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120 por ciento, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte (…)”. Lamentable que recobre vigencia la consigna de Nunca más.

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