“BITACORA DE UN PINCEL”

| 08/03/2018

Florencia Burton expone en la Torre del Reloj

Y también en la sala “Chonek”… En conjunto, armó una suerte de retrospectiva con las tres etapas de su breve pero intensa trayectoria. Se puede visitar desde este miércoles (7/3), con la excusa de realzar desde el arte el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Adrián Moyano - [email protected]
Florencia Burton expone en la Torre del Reloj

Nuevamente madre seis meses atrás, Florencia Burton no estaba particularmente preocupada por pintar cuando recibió la propuesta de exponer en la Torre del Reloj en el Centro Cívico. Pero la idea la cautivó, no tanto desde una perspectiva histórica o patrimonialista, sino desde una visión más bien mística. Después, la invitación se amplió y entonces ubicó una suerte de retrospectiva de su breve pero intensa trayectoria en la sala “Chonek” del Museo de la Patagonia. Los dos segmentos de la exposición pueden visitarse a partir del miércoles.

La artista recibió a un equipo de El Cordillerano cuando todavía no terminaba de colgar. La renovada chance de mostrar “para mí se abrió repentinamente y surge como una retrospectiva de las obras que vengo pintando en los últimos años”, explicó. “Cuando pensé en el nombre que le iba a dar a todo para unirlo surgió Bitácora, por el libro que se guarda en un barco. Entonces, uno piensa en ese libro, que contiene las historias que fueron recorridas, los paisajes que se descubrieron o conquistaron a través del navegar”.

Según la artista, “esa idea me inspiró mucho porque cada vez que uno está pintando o frente a los pinceles, es como subirse a un barco para ver qué va encontrar. Me pasa a mí que en determinado momento, en medio de la obra, no sé cuándo me toma como artista y pierdo un poco el control, entonces no sé qué voy a conquistar como timonel o navegante, cuál va a ser la obra final. Las que van a encontrar en esta exhibición están mezcladas, no están por fecha, sería como un libro de bitácora a lo mejor medio desprolijo”, se disculpó entre sonrisas.

Entonces, “de pronto una obra del año pasado está al lado de una que tiene cinco y eso es interesante, porque me está sirviendo a mí, ahora que la veo montada, porque puedo hacer una retrospectiva de mí misma y ver un paralelo entre una obra nueva y otra vieja, cómo fui repitiendo paletas, colores, sensaciones”, reseñó Burton, cuya irrupción en la escena plástica de Bariloche no se produjo hace mucho tiempo.

La bitácora acusa navegaciones diversas: “está la mezcla de hiperrealismo muy real, de la etapa que fue pintar los animales, con mucho detalle y de pronto, al lado cuadros muy surrealistas, como las mujeres – árbol, que tienen cuerpo de corteza de árbol y su pelo, es de hojas. Y hay otros cuadros que son simplemente impresionistas, pinceladas en las que estuve jugando con la sombra y la luz y no quise atenerme a ninguna forma”, definió.
Mujeres que miran a los ojos

Apuntó la artista que “entre esos extremos va la bitácora, desde mujeres con rostro que te miran directo a otros cuadros donde no hay nadie mirándote y eso me hace sentir más relajada (risas). En este momento, al estar por exponer, escribí una poesía sobre la inspiración, que es como una ola que sucumbe fuerte en la orilla y me cubre y me arrastra hacia el océano que está oculto en lo profundo de cada obra, como despertándome, sacándome de la tierra y llevándome al agua, enfrentándome a otra realidad, que es la de cada obra. En este momento inclusive de mi vida, cuando en los últimos seis meses no he podido pintar mucho realmente, me siento como si estuviera en tierra: en la sala Chonek, en la Torre del Centro Cívico, en Bariloche”.

En el marco de esa recreación, “el reloj podría ser como un faro, con esa maquinaria de tiempo. Y yo estoy sin saber cuál es el nuevo rumbo hacia el que voy, porque tampoco tengo muy en claro qué pintaría ahora”, admitió. “Me vienen aletazos de inspiración pero todavía no los puedo agarrar. No tengo la fuerza intensiva para pintar, por lo menos como acostumbro. La inspiración viene como ola que se va, entonces realmente siento eso de estar en tierra. Volveré a agarrar el pincel cuando vuelva a zarpar en el barco y veré la brújula, el rumbo hacia dónde voy”, afirmó, sin urgencias.

”Bitácora de un pincel” resultó de un llamado. ”Me convocó Marta Velaztiqui, que es la jefa del Departamento de Patrimonio Histórico y Cultural de la Municipalidad. Ella había estado en la última muestra en el (hotel) Llao Llao el verano pasado: En los jardines del alma, que en su mayoría eran obras femeninas… Marzo es un mes que representa a la mujer en el mundo pero también se celebra el 78 aniversario del Centro Cívico y según me cuenta (Velaztiqui), también tiene una connotación con lo femenino, con muchas mujeres, con protestas y muchas situaciones. Entonces, pensó en mi obra porque la mujer tiene la energía de la gestación, de recrearse, de estar, de dulzura, de madres y de unir”, enumeró. Pocas veces tan urgente la necesidad de esa energía.

Un rayo de armonía

La convocatoria que recibió Florencia Burton también se explica porque marzo “es un mes de reflexión y era importante que también hubiera arte, en paralelo con toda la diversidad de situaciones, como las protestas que van a haber hoy (por este martes) a la tarde con los estatales y del jueves con las mujeres. La plaza es un lugar de reunión donde se fusionan todas estas ideologías: la protesta, el abrazo, un cantante con su música, un artista, un político, un nativo de este lugar… Pero de pronto, la energía femenina puede poner un rayo de armonía para que todos se puedan escuchar entre sí. En realidad, simplemente desde el arte, me siento honrada de estar en este momento”, festejó.

A pesar de estar preocupada sobre todo por su niño más pequeño, la posibilidad de exponer en la Torre del Reloj “me atrajo bastante. Sé que el Centro Cívico también tiene una connotación emocional muy fuerte para Bariloche y todos los que acá conviven. Yo nací en Bariloche pero lo sentí desde la parte metafísica y espiritual, que es lo que me apasiona y llama, entonces trato de trascender un poco lo histórico”. Desde esa mirada, afirmó que “ahí hay una campana de bronce que es un gran cuenco y no sólo desde lo místico o meditativo, sino también desde la música, el sonido y la voz son vibración”.

Enseñó la plástica que “desde los otros planos, esa vibración se expande infinitamente, como una gota sobre el agua... En esos otros planos que nuestros ojos físicos no pueden ver, se expanden como geometría. Una campana que está afinada en uno o varios tonos porque produce armónicos, vuelve a repetir el círculo que está en la energía femenina y en la naturaleza. Entonces, pensé: acá me invitan a un mensaje. El reloj es además una metáfora del tiempo, con la posibilidad de resetear, está siempre ahí viendo todo lo que ocurre. Eso me atrajo de exponer. Después salió lo de la Chonek y ya estaba en el baile”, volvió a sonreír.

Adrián Moyano - [email protected]

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