26/02/2018

El Club Danés de Dina Huapi recibió al primer Culturica Festival de Arte y Consciencia Ecológica 2018

Mujeres y hombres artistas, creadores, emprendedores de la ciudad se reunieron ayer en Dina Huapi en la primera edición del festival, organizado por Joaquín de Bento, que concentró presentaciones de los más destacados de la escena local.

El Club Danés de Dina Huapi recibió al primer Culturica Festival de Arte y Consciencia Ecológica 2018
Se creó un clima cálido entre los presentes.
Se creó un clima cálido entre los presentes.

Por Verónica Lohrmann
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Las postales del día incluyeron muestras de arte, murales, poesía, y música de todos los rincones de la ciudad. Stands de comidas, indumentaria, objetos, instrumentos musicales, obras de arte, todas, entendidas como expresiones genuinas de quienes valoran lo único, lo hecho con amor.

La música en vivo como centro, de alguna forma amalgamando las diversas propuestas, se escuchaba omnipresente. El festival propuso de alguna manera desde su nombre un vínculo entre lo artístico, lo ecológico, e incluso lo social, y así lo expresaron las decenas de hombres y mujeres que llegaron al Club Danés de Dina Huapi durante ayer, un domingo de sol.

Cerca de la entrada, el stand de Herreros de la Luz -taller de herrería formado por chicos del barrio San Francisco III que también es un espacio de arte y contención-, ofrecía sus obras hechas a partir de material de desecho. “Nos dedicamos a hacer arte con basura reciclada. Estamos con el profesor y amigo, también, David Varano, que nos enseñó a hacer pequeñas obras de arte” contaron los responsables de las obras, Ricardo San Martín, Gustavo San Martín y Braian Agüero. Aprendieron a “utilizar la imaginación y a ver las cosas de otra manera; lo que para la gente es basura para nosotros es material. De paso, aprendés un oficio”.

Más allá, alguien pedaleaba en una bicicleta fija con unos cables. Es una “bicicargadora” de celulares y otros dispositivos, también fabricada por los Herreros de la Luz. “Es una bici hecha con cosas recicladas, igual, tiene un monopatín y una bicicleta que tiraron al vertedero y nosotros la rescatamos. Armamos una ‘bicicargadora’. Tiene dos funciones. Hacer ejercicio y cargar el celular”, explicaron entre risas. Se enchufa el USB y la batería se carga pedaleando.

Ya en la feria, se veía el puesto de Sebastián, con su proyecto Tambores de la Tierra -TUE-, instrumentos de percusión enfocados al candombe, fabricados uno por uno, totalmente a mano. “Disfrutando de la gente, del día y de toda esta fusión que es increíble, intercultural”, empezó. “A Bariloche le hacía falta que nos encontremos todos en un lugar, tanto un artesano de tambores, como diferentes tipos de bandas como un montón de artistas, porque hay artistas por todos lados, cada uno en su categoría. Estamos todos acá y es algo mágico”.

Los chicos de la Pequeña Librería Ambulante llevaron “una selección de libros de diferentes editoriales, todas independientes, y de escritores que se autogestionan. Hay libros cartoneros, ediciones más ‘lindas’ pero que también son ediciones de 300 libros (…) Y queríamos darle un poco de lugar a la cultura más independiente”.

Con Ula, Camila ofrece libros y productos relacionados con la salud femenina y el medioambiente a la vez, que, según su proyecto, vienen a conceptualizar “la sexualidad femenina de un modo integral, que abarque lo que muchas veces no vivimos así pero que son un hito para las mujeres, el embarazo, el parto, la lactancia, la menopausia”. Para ella, “Bariloche es la posibilidad de semillar un motón de cosas. Es una tierra súper fértil para traer cosas que germinen”.

En el stand de Alun-co, Marcelo Ferrer, director de la empresa, cortaba botellas de vidrio que ya no sirven con una máquina casera, hecha “con una resistencia, un transformador, y cortamos las botellas, armamos los vasos acá. Cualquiera lo puede hacer”. Una de las propuestas del stand “era armar en un rinconcito un taller para mostrar qué hacíamos con las botellas que se rompen”. La otra fue la de presentar los vasitos de papel, que ayudan a reducir los residuos, sobre todo en un festival con tanta cantidad de gente, y que se pueden degradar en un compost orgánico.

Como si eso fuera poco, la tercera propuesta de la empresa fue ilustrar la dificultad que tienen muchas personas en el mundo para acceder al agua -en el mejor de los casos- potable. El agua en el centro de un gazebo, en un dispensador rodeado de una “telaraña” de hilos, y el desafío de llegar a servirse agua sin tocar ninguno de los hilos, después de haber hecho equilibrio durante diez segundos, contados por el propio Marcelo. Toda una experiencia.

Desde la organización, Joaquín de Bento, habló sobre esta diversidad que se unía a partir de la propuesta del festival. “Fue un proceso hermoso. La verdad que hay un equipo de trabajo y voluntarios enorme. Con mucha pasión y amor, entendieron claramente desde el primer momento el concepto de lo que estábamos haciendo”.

“Yo siento que esto ya tomó vida propia. (…) Hay un movimiento social de redes, no solo digitales, sino también humanas. Se generan vínculos, se generan transformaciones”, expresó. Y con respecto al futuro, hay un deseo. “Sería grandioso que esto siga creciendo y que no solo quede acá sino que motive a otros lugares a otra ciudades a que se haga y que si podemos aportar ese granito de arena y la conciencia se vaya generando a nivel social, a nivel ambiental, a nivel humano, es alucinante”.

Joaquín también quiso “agradecer a la Municipalidad de Dina Huapi, de San Carlos de Bariloche, a Provincia, a Silvina Larraburu, hubo diputados, senadores que se acercaron desinteresadamente. Esta bueno, porque es un reconocimiento. Ojalá se potencie”.

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