24/02/2018

La Mecha no aguanta

- PRIMERA EDICION, EL MARTES - Es un “cadáver exquisito” que alinea ilustración, escultura, diseño industrial, video, rap, canción, cuento corto y danza. Organizan Manuel Gutiérrez Arana y Tania Gatti. Participan Pablo Bernasconi, Javier Delfino, Peter Schwarzbock, Jean Studler, Andy Sakkal, Iván Piombi, Graciela Cros y Valentina Gallo.

La Mecha no aguanta
Delfino, Gatti y Gutiérrez Arana.
Delfino, Gatti y Gutiérrez Arana.

Por Adrián Moyano
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Ni siquiera los surrealistas que inventaron el juego que conocemos como “cadáver exquisito” pudieron contar con la imaginación de Manuel Gutiérrez Arana y Tania Gatti. Pero, con mucho gusto, Paul Éluard, André Bretón o Tristan Tzara se darían cita en la noche del martes para ver de qué la va “Mecha”, proyecto que se define a sí mismo como “un pasamanos de creación en diferentes disciplinas”. La cita se pactó desde las 22, en Salón Araucanía.

Los dos organizadores y uno de los artistas participantes delinearon de qué se trata, frente a El Cordillerano. “Es un proyecto artístico colectivo multidisciplinario para el cual, desde la organización, invitamos a ocho artistas para que crearan una obra inédita en sólo cinco días. Luego de esos cinco días, cada artista le daría su obra a otro de los invitados para que, inspirado en la obra que recibía, generara su propia obra y, su vez, se la pasara al siguiente”, explicó Gutiérrez Arana.

El actor puesto en gestor hilvanó el asunto. “A los invitados, los ordenamos del uno al ocho. El primero fue Pablo Bernasconi, quien hizo una ilustración y se la pasó a Javier Delfino. Al ver esa ilustración, Javier hizo una escultura, incomodándose con la disciplina porque no es lo que acostumbra a hacer. Se la entregó a Peter Schwarzbock, que es diseñador industrial, uno de los coordinadores del Fab Lab. Él sólo vio la obra de Javier, ya no la de Pablo. Inspirado en la escultura, hizo un producto y se lo entregó a Jean Studler, que es cineasta. Él, sólo viendo el diseño industrial, hizo un video y se lo entregó a Andy Sakkal, que es rapero. Sólo viendo el video, hizo un rap y se lo entregó a Iván Piombi, que hizo una canción con letra y música en guitarra. Se la entregó a la escritora Graciela Cros, que escribió un cuento corto y la última instancia, que está en proceso, fue cuando Graciela le entregó a Valentina Gallo su cuento corto para que ella compusiera una coreografía, una danza, un baile… Estas ocho obras que se trabajaron durante 40 días, se van a compartir con público el martes en Salón Araucanía. Es una forma de jugar con las formas de crear y seguir tejiendo vínculos o redes entre los artistas”, resumió.

Como inédito

Al parecer, no existen muchos antecedentes. Confió Gatti que “la idea la tuvo Manuel, inspirado en el cadáver exquisito pero hacerlo de diferentes disciplinas es como inédito. Me contó la idea para ver si me quería sumar desde la producción y ahí empezamos a darle forma porque, a cada paso, fue crear algo nuevo. Reunimos a ocho artistas y empezó el pasamanos”, recordó.

Está claro que Mecha es más que nada, proceso. De ahí que su puesta entrañe doble desafío. “No quisiéramos que esa noche sea sólo de exhibición: artista 1 adelante, artista 2 adelante”, teatralizó Gutiérrez Arana. “Queremos que sea una noche que fluya y que esté hilada, entonces ahí apareció la figura del presentador, así que yo voy a estar acompañando ese proceso”. Por otro lado, “también estuvimos preguntándole al artista: ‘che, ¿cómo podemos hacer para que tu obra se luzca lo máximo posible?’ Por ejemplo, Javier hizo una escultura innovadora, original, que tiene movimiento. Cómo hacer entonces para que se luzca al momento de descubrirla para que el público pueda disfrutarla… Pablo hizo una ilustración: ¿en qué tamaño tiene que estar? ¿Con vidrio o sin vidrio? Cómo hacer para que el público pudiera recibirla sin gran esfuerzo… Así con cada artista”, resumió el organizador.

Gatti redondeó que el del martes, “va a ser un espectáculo en el que se va a ver el final de las obras y también, aprovechando que va a estar cada uno de los invitados, ellos van a charlar un poquito sobre el proceso, porque nos interesa mucho indagar en este proceso creativo, al que cada uno vivió diferente”, señaló.

La nómina de los participantes se conformó de primera intención. “Se dio algo medio mágico para mí”, confió Gutiérrez Arana. “Tengo la sensación de que, en general, vivimos muy atareados, con muy poco tiempo libre, pero los ocho que quisimos que estuvieran nos dijeron que sí. Los ocho supieron encontrar dentro de los 40 días, sus propios cinco días. Primero nos preguntamos con Tania a quién queríamos invitar y salió un listado, buscamos que las disciplinas no se repitieran. Y bueno, después los contactamos”.

Al principio, “también fue un desafío contar en pocas palabras qué es Mecha y que el tipo que estaba del otro lado no dijera: ¿qué? Así que pulimos un poco ese primer mensaje para que supieran a qué se estaban comprometiendo. Después, hicimos un seguimiento: cada cinco días le mandábamos un reporte a los ocho con una foto al momento de la entrega para que todos supieran lo que estaba pasando y cuál era el fixture que quedaba por delante. Y la verdad que fue impecable, un reloj suizo: cada engranaje cumplió en tiempo y forma con los plazos”, comentó el organizador. Esta mecha no aguanta más pero los estallidos por venir se adivinan prometedores.

“Tampoco sabemos”

Para Javier Delfino, tomar parte del proyecto Mecha “fue muy interesante desde el principio porque la propuesta viene como una especie de juego… Eso me impulsó a tomarla de una manera distinta y me ayudó a un enfoque diferente, a un trabajo que también fue diferente. Lo que también es muy loco es que, al igual que el público, nosotros tampoco sabemos qué hicieron con nuestra obra después”, compartió.

En su caso, “lo único que vi fue lo que recibí de Pablo Bernasconi, una ilustración suya a partir de la que inventé un proceso para interpretarla en una escultura. Eso estuvo muy bueno”, confió Delfino. Pero, “al ser tan libre, uno también tiene que elegir de qué agarrarse para que estén conectadas” las dos obras. “Traté de conectarme desde la impresión que me dio cuando la vi, siempre traté de ser fiel a eso: a la primera impresión”.

En condiciones normales, “después uno va masticando pero como esto es algo efímero y tenía un tiempo muy corto, en esos cinco días, decidí que lo más importante era trabajar con ese impacto”, subrayó el escultor. “De hecho, el juego está basado en el impacto, en la inmediatez”, resaltó. Por ejemplo, su “obra ya se fue y le habría hecho mil cambios, pero lo rico es que es lo que salió en esos cinco días”, insistió.

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