Un encuentro que abrió caminos de contención y esperanza

Uno de los coordinadores fue Michael Belmont, oriundo de Mendoza, quien hace solo cuatro meses llegó a nuestra ciudad. “Como en el verano los colegios están en receso, decidimos hacer una convivencia”.

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Invitaron a jóvenes de los colegios salesianos, el Don Bosco, Ceferino, CENs de la Patagonia y el CFI, con ellos abrieron la convocatoria a los barrios aledaños al Newenche, 2 de Abril, Unión y El Frutillar. Además contaron con la presencia de chicos de Mendoza que están de paseo en Bariloche.

“Alguno se quedaron los tres días, otros iban y venían según sus obligaciones”, dijo, porque era totalmente libre, sin más reglas que las de compartir.

En un total de tres días y dos noches, cumplieron el doble objetivo, abrir un espacio comunitario y cultural que se complemente con las instancias deportivas para los jóvenes del barrio.

La segunda meta era la más importante, “integrar un poquito a los chicos de los colegios del Centro con los del Alto, con realidades diferentes”.

Hicieron deportes en conjunto, juegos y talleres educativos (de alimentos, jugos, murales, entre otros), salidas al lago Gutiérrez. La fundación Sara María Furman les donó 25 pases para el Teleférico Cerro Otto.

En la última jornada -aprovechando las altas temperaturas-, estuvieron en una playa del Nahuel Huapi a la altura del kilómetro 4 de Av. Bustillo, regresando al Newenche alrededor de las 19 horas.

Visitas que suman

Un hermoso aporte humano realizaron los jóvenes mendocinos, quienes vienen de un hogar de recuperación de adicciones. Uno de ellos comentó a El Cordillerano “fue muy lindo compartir estos días con los chicos, contarles nuestras experiencias y escuchar las de cada uno, venir de otra provincia y que nos recibieran con los brazos abiertos como lo hicieron, emociona”.

Compromiso

Del campamento participaron ocho adultos, muy comprometidos con la problemática social. Antes de la cena de cierre del encuentro, realizaron una ronda de charlas en el patio, donde cada joven y adulto expresó con palabras simples y muy sinceras, lo que vivió durante los tres días.
Más allá de las distancias o de la zona de Bariloche en la que vivan, los sentimientos son similares, cambian las vivencias cuando entra en juego la marginalidad. Se sabe que es duro insertarse en un sistema que no da tregua a los pibes de los barrios, ese rechazo de la sociedad no acompaña ni aporta.

Tal como expresara una de las chicas que dio su testimonio, cuesta mantener alta la autoestima pero no deben dejarse vencer y esta clase de encuentros, fortalecen el espíritu, hace saber a cada uno de los jóvenes que no están solos, que pueden lograr sus metas, aunque cueste un poco más que al resto de la gente.

El diálogo y el acompañamiento de los adultos es primordial, pero también es básico compartir con sus pares, sentirse reflejados en quienes pudieron superar inconvenientes o dar una mano a los que aún están intentando salir de una vida que, reconocen, necesita ser modificada para proyectar una vida mejor y dar pasos en un crecimiento integral tanto familiar como personal y social.