20/01/2018

La primera vez que votó el pueblo *

- 3 DE MARZO DE 1930 -  Los conflictos que afloraron en la campaña electoral desmienten la imagen idílica que, en general, se tiene del pasado barilochense. Incluso, algunos de aquellos “pioneros” o “antiguos pobladores” no se caracterizaron por su coherencia ideológica. 

La primera vez que votó el pueblo *
El tren recién llegó cuatro años después de las primeras elecciones.
El tren recién llegó cuatro años después de las primeras elecciones.

 

Por Adrián Moyano
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Si bien la ciudad adquirió existencia formal en 1902 a través de un decreto, los barilochenses demorarían 28 años en concurrir por primera vez a las urnas para elegir autoridades municipales. La compulsa enfrentó a los vecinos más caracterizados de entonces y la campaña adquirió tanta intensidad que desmiente la imagen idílica que, en general, tenemos del pasado del “pueblo”. Por cuatro bancas en el flamante Concejo Municipal, afloraron múltiples conflictos.

Recién el 6 de septiembre de 1929, el Ministerio del Interior de la nación había autorizado el funcionamiento de un Concejo Municipal en San Carlos de Bariloche. Por entonces, gobernaba el radicalismo a nivel nacional y, para administrar el proceso electoral, se conformó una Comisión Electoral que se integró con representantes de los tres sectores en pugna. La votación iría a realizarse el 2 de marzo y el proceso previo no estuvo exento de problemas.

Julio Comesaña, Benito Crespo, Roberto Lamuniere y Gustavo Boiza formaban parte del Comité “Pablo Torelo”, que agrupaba a los radicales yrigoyenistas. Un sector que se proclamaba independiente tenía como rostros visibles a José de García, Rubén Fernández y Evaristo Gallardo. Por su parte, Miguel Penna, Pedro Longareti y Bernardo Bock se asumían como “capraristas”, es decir, seguidores de Primo Capraro.

Pero más allá de esos alineamientos originales, sólo fueron dos las listas que presentaron candidatos: una llevaba a Fernández a la cabeza y la otra a Capraro. El primero se había desempeñado como jefe de Correos y Telégrafos y también como juez de Paz. Como se sabe, el segundo fue figura central en la todopoderosa Compañía Comercial y Ganadera Chile Argentina. Para la coyuntura, venía de protagonizar un fuerte enfrentamiento con la Liga Patriótica.

Hay que retrotraerse a la fisonomía que presentaba Bariloche en 1930… Enérgicas fueron las discusiones que versaron sobre la cantidad de años que debían poseer los residentes extranjeros para funcionar como electores. Los sectores en pugna también se enfrentaron a la hora de establecer qué autoridad debía otorgar el certificado de “vecino” a los interesados en votar. Ante la dilación, Capraro reclamó una definición a la gobernación del Territorio Nacional.

Si bien, por entonces, los tiempos eran otros, puede imaginarse la adrenalina: recién el 27 de febrero, el gobernador autorizó a la Comisión Electoral a emitir certificados de vecindad y confeccionar el padrón. Faltaban tres días para los comicios, en consecuencia, los trabajos preelectorales debieron acometerse más que febrilmente, pero no todos los integrantes del cuerpo asumieron la tarea con prontitud.

Sin tiempo

Para acceder al certificado, era necesario contar con el voto mayoritario de los integrantes de la Comisión, requisito que provocó la protesta airada de Capraro porque ésta tenía dificultades para constituirse, ya que algunos de sus miembros argumentaban “no tener tiempo” para desempeñar la tarea. Concretamente, el gobernador Quaglia recibió un número considerable de telegramas sin firma, con acusaciones hacia Julio Comezaña y Benito Book, quienes obstaculizaban la inclusión de extranjeros en el registro electoral.

Ante la situación, el secretario de la gobernación estableció que el comisario podía emitir los benditos certificados… El clima electoral se veía reflejado en El Mosquito, periódico barilochense que también circulaba en Esquel, fundado por Pablo Mange ese mismo año, con la inclusión de noticias políticas del ámbito local y nacional. A mediados de enero, arribó a Bariloche monseñor Miguel de Andrea, militante de la Liga Patriótica, quien recibió a varios de los “vecinos caracterizados” en el hotel Suizo.

Ninguna de las dos listas presentó programa electoral y, en cierto punto, resultaba comprensible porque por entonces, era verdad que se conocían todos. No hacían falta las promesas y mensajes grandilocuentes. En definitiva, fueron 428 electores los que votaron el 2 de marzo de 1930. Cabe recordar que, por entonces, las mujeres estaban marginadas de la vida política porque no gozaban de derechos políticos, omisión que se subsanó recién con la llegada del peronismo.

Pasaron a integrar la primera composición del Concejo Municipal Rubén Fernández (235 votos), Benito Crespo (234 votos) y Evaristo Gallardo (233 votos). Por la minoría, ingresó Primo Capraro (192 votos). La lista perdidosa quedó a apenas 43 votos del triunfo, cifra que hay que considerar porque 100 votantes “extranjeros” denunciaron que no se los dejó votar por no contar con su certificado de vecino.

Como contrapartida, el diario La Nación informó que se tomaron como válidos 132 votos que debieron impugnarse, ya que no fueron incluidos en sobres (no fueron secretos) o bien, fueron emitidos por personas que residían habitualmente en Comallo o en Las Bayas. Si bien eran argentinos, no vivían en la localidad y debían quedar fuera de la elección, según los alcances de la Ley 1.532. Sin embargo, hay que traer a colación que el corresponsal del diario capitalino en Bariloche era… Primo Capraro.

El primer gobierno barilochense que surgiera del voto popular tuvo vida efímera: el 6 de septiembre de ese año, se produjo el golpe militar contra el presidente Yrigoyen, primera asonada de una larga lista. Asumió la gobernación del Territorio Nacional el coronel Federico Uriburu y, curiosamente, si bien Capraro había adherido al Comité “Pedro Oyhanarte”, saludó a los principios del golpe, al que definió como un hecho “trascendental” y “memorable”. Bastante lejos de la imagen idílica que tenemos del pasado del “pueblo”…

La Liga Patriótica

Después del golpe de Estado del 6 de septiembre, el gobierno de la Municipalidad de Bariloche se ejerció a través de una comisión que tuvo como presidente a un teniente primero del Ejército, Ramón Ubieto, quien se encontraba accidentalmente por aquí al participar de los trabajos de tendido de una línea telefónica a Puerto Blest. Comprensiblemente, el militar desconocía cómo se gobernaba una localidad y poco sabía de la realidad regional.

A tono con el “cambio de época”, abrió una sede en Bariloche la Liga Patriótica, organización de la ultraderecha argentina. Fue presidente de la filial local Horacio Anasagasti y el resto de la comisión se conformó con Napoleón Beveraggi (vicepresidente), Julio Comezaña (secretario), Rubén Fernández (prosecretario) y Luis Cominitti (prosecretario). Como puede advertirse, dos ex integrantes “radicales yrigoyenistas” del Concejo Municipal, mudaron rápidamente de filiación política. 

* Fuente: “Estados, frontera y turismo. Historia de San Carlos de Bariloche”. Laura Méndez. Prometeo Libros. 2010.

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