28/12/2017

Terminan el año como lo iniciaron: buscando comida en el Vertedero

Bajo el cielo cubierto de aves que revolotean en busca de alimentos, familias enteras, casi de rodillas, recorren la tierra de nadie cubierta de residuos, en busca de alimentos o de materiales para vender. Todos coinciden en la falta de empleo y explican su presencia allí, diciendo: “tenemos que darle de comer a nuestros hijos”.

Terminan el año como lo iniciaron: buscando comida en el Vertedero
Víctor sigue con su trabajo, el de vender lo hallado.
Víctor sigue con su trabajo, el de vender lo hallado.

Por Wilge Delgado
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Las aves que buscan alimentos son el espejo de las familias que recorren el basural a cielo abierto, algunos en busca de materiales para luego vender, sin embargo, la mayoría son madres jefas de hogar que piden “por favor, fotos no, porque la gente se ríe de nosotras”. Mientras se reparten lo hallado, en este caso, fiambres en sobres plásticos, pan, algunas prepizzas y restos de pollos congelados.

Cuando se acerca el cronista, reiteran el pedido “por favor, fotos no”, y casi al unísono dicen “podemos hablar, pero no fotos”.

Un vecino de casi 60 años camina lentamente con una caja entre las manos que contiene algunos materiales y confiesa “vengo todos los días, busco materiales para luego vender, a mi edad no encuentro trabajo y hay que comer todos los días”. Después señala, “no tengo vergüenza, me llamo Víctor, esto lo hago como parte de un trabajo, ahora tengo que vender lo hallado”, expresa y sigue su camino.

El grupo de mujeres que se reparten lo encontrado, también continúan en su labor mientras otros grupos, de jóvenes en su mayoría, buscan otros alimentos, al momento que la máquina espera que concluyan para enterrar los residuos.

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Las madres casi en círculo, cuentan y reiteran que “alguna gente se ríe de nosotras porque buscamos alimentos en el basural, pero no saben de nuestras necesidades, que tenemos hijos a los que hay que alimentar”, sostienen y una de ellas expresa “sucede que esa gente nunca fue pobre y ser pobre es sufrir, es triste, y más aún porque no logramos un empleo digno”.

“Nuestra desesperación en nuestras casas es grande, nos empuja hacia dos abismos, robar o buscar comida en el basural, y nosotras elegimos caminar entre este olor a mierda, llevar algo para comer, pero no robar”, expresó otra de las mujeres. Mientras, siguen con el reparto, otros grupos continúan buscando, y las aves aguardan -al igual que las madres-, encontrar algo para alimentarse. Una imagen indescriptible que sigue esperando una solución.

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