15/12/2017

En accidentada audiencia pidieron prisión perpetua por el horrendo crimen de Garnica

- INCIDENTES CON FAMILIARES DE LA VÍCTIMA -  La fiscal Betiana Cendón y el abogado querellante, Jorge Pschunder pidieron prisión perpetua para los acusados por homicidio doblemente agravado.

En accidentada audiencia pidieron prisión perpetua por el horrendo crimen de Garnica

La tensión fue subiendo paulatinamente desde el inicio del juicio por el homicidio de Miguel Garnica. Este viernes por la tarde, al retomarse el caso, un hombre en aparente estado de ebriedad resultó detenido tras un intento de agresión a los acusados. Otros individuos que lo acompañaban lograron escapar.

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Además, la fuerza pública debió buscar a algunas personas que habían sido citadas a declarar en calidad de testigos y pese a estar legalmente notificadas no se presentaron al juicio. Así, el tribunal pidió el auxilio de la Policía de Río Negro y ordenó su aprehensión para que cumplan con la carga pública.

Un joven dijo tener enemistad con los acusados y a su vez amistad con la víctima y que al día siguiente del hecho escuchó hablar que a Garnica lo habían matado y comenzó a buscarlo. Un amigo suyo, que vive en un terreno contiguo a los Chávez Aguilar, le dijo que lo habían matado ahí. Su testimonio generó aplausos y agradecimientos por parte de familiares de la víctima, que siguen el desarrollo del juicio desde el primer día.

Además, declaró la novia de Garnica y otros testigos del caso, antes de que el tribunal disponga el cuarto intermedio hasta las 17.

En las jornadas previas, especialistas en criminalística y varios vecinos del lugar, habían comprometido a los acusados por el crimen, ocurrido entre la noche del 29 de enero y la madrugada del 30 de enero de 2015, en una vivienda de la calle Michay, del barrio Eva Perón.

Los jueces Rubén Marigo, Romina Martini y Jorge Serra escucharon varios testimonios que avalan la teoría de la fiscal Betiana Cendón, en el sentido de que varios miembros de la familia Chávez Aguilar y Maximiliano Bascur, ingresaron por la fuerza a Garnica a su terreno, paro luego golpearlo y ultimarlo con tres disparos en el interior de una pequeña casilla de madera ubicada en el predio. Su cuerpo fue maniatado y cubierto con bolsas, arrojado a una letrina y tapado con cemento. Para completar la escena que varios testigos observaron, durante esa madrugada tiraron abajo la estructura de madera y chapa de la letrina y baldearon con abundante agua y lavandina, el interior de la casilla y hasta el piso de tierra.

El común denominador de los testigos, exceptuando a los funcionarios públicos que desfilaron ante el tribunal, fue el temor. Así, hubo testigos bajo el régimen de protección de testigos, que fueron sacados de Bariloche por temor, otros que recibieron amenazas, otros con reticencia a declarar y otros que optaron por no presentarse y fueron buscados por la policía.

El nivel de prolijidad con el que actuaron fue descubierto varias semanas después de la ocurrencia del hecho luego de dos allanamientos negativos, cuando los investigadores decidieron muñirse de un retroexcavadora, para buscar el cadáver. Así lo encontraron en avanzado estado de descomposición y con el cemento amoldado al cuerpo.

En esos procedimientos, las autoridades también lograron dar con tres revólveres calibre 38. Un peritaje balístico permitió confirmar que con uno de ellos se había descerrajado el disparo mortal contra Garnica.

También durante el juicio el tribunal y las partes se trasladaron hasta el lugar del hecho para realizar una inspección ocular sobre la vivienda de la calle Michay del barrio Eva Perón. Paul Chávez Aguilar y un menor de edad, se declararon culpables en instancias previas al juicio, aceptando un procedimiento abreviado por el que fueron declarados culpables. Chávez Aguilar deberá cumplir diez años de prisión, mientras que el menor de edad fue declarado responsable y se le impuso un tratamiento tutelar por dos años, momento en que analizarán si corresponde imponerle un condena de prisión o ha readecuado su conducta. En su caso, fue imputado por una participación secundaria, al haber aportado las bolsas de consorcio con las que envolvieron el cuerpo, tras comprarlas en una despensa del barrio.

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