09/12/2017

Julián Muro buscará canciones en Canadá

- MIENTRAS AUN DISFRUTA DE “DINGUNGU” - El joven músico accedió a una beca que le permitirá consagrarse a su música por tiempo completo, al pie de las Rocallosas. Piensa en varios discos de cuatro o cinco temas, de estética distinta a la que presentó en 2015.

Julián Muro buscará canciones en Canadá
Julián Muro, muy entusiasmado (foto: Lucas Dedyn).
Julián Muro, muy entusiasmado (foto: Lucas Dedyn).

Por Adrián Moyano
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Julián Muro pegó un sacudón importante en la escena musical de Bariloche dos años atrás, cuando llenó varias salas al presentar “Dingungu”, un emprendimiento personal que, sin embargo, contó con el respaldo colectivo de varios habitué de los escenarios. Aquellos sonidos se hicieron disco durante el año que comenzó a irse pero el joven músico no está para el relax: en breve, partirá hacia Canadá para explorar otros recodos del camino.

En efecto, Muro tiene entre ceja y ceja a “The Banff Musicians in Residence, una residencia para compositores en el Banff Center for the Arts, en el estado de Alberta. “Voy a tener la posibilidad de dedicar un mes a trabajar en mi próxima obra, con instrumentos y comida que me va a proveer el lugar. También, con la posibilidad de actuar con otros artistas que estén en la residencia de distintas disciplinas: músicos, actores, pintores, bailarines, performers… En fin, la posibilidad de coincidir con un montón de gente, artistas establecidos y otros emergentes, para enriquecer mi obra”, le dijo a El Cordillerano.

La chance se presentó con “una beca que recibí a través de Raúl Urtasun, que beca específicamente a aquellos argentinos que hayan sido aceptados para participar de esta residencia”. Su objetivo es “tener un corpus de obras para grabar mis próximos discos porque, en este momento, estoy pensando hacer discos de canciones y en distintos volúmenes, para que sean porciones más pequeñas y no discos de 15 temas. Pienso en tres o cuatro discos de menos temas, teniendo la posibilidad de manejar conceptos separados pero que, a la vez, formen parte de una obra integral”.

El entusiasmo de Muro es contagioso, quiere “bajar un montón de cosas que tengo en la cabeza, algunas que grabé en mi celular, otras que he escrito un tanto por arriba. Entonces, es la posibilidad de poder destinar tiempo completo a terminar de desarrollar esas ideas y darles forma para empezar el proceso de grabación, que siempre toma bastante tiempo. Ese es otro capítulo aparte”, diferenció.

Que tuviera las cosas tan claras incidió en la admisión por parte del espacio canadiense. “En este lugar, uno de los requisitos para que te consideren y llegar a ser aceptado, es presentar un plan de trabajo semanal para todo el tiempo que dura la residencia. También los objetivos tuyos personales, no sólo ahí sino también a largo plazo, tu recorrido y tus trabajos anteriores. Con eso, se garantizan que vayas a hacer algo porque no piden resultado, no quieren una muestra sobre lo que trabajaste en ese tiempo, sólo quieren saber que vas a aprovechar las instalaciones y la compañía de la gente en un trabajo futuro”.

Cosa de hermanos

El músico supo del Banff Center for the Arts “a través de mi hermana, (la poeta) Guadalupe Muro. Ella estuvo tres veces en distintos programas porque, además de residencias, también tienen programas de educativos. A partir de ahí, conocí los programas que ofrecen: workshops en jazz, cosas para músicos clásicos y para compositores, cosas para músicos indígenas… Así que recomiendo a los que estén interesados que entren al sitio del Banff Center y se fijen los requisitos. Hay que pagar un fee y enviar una serie de papeles. El lugar es un paraíso terrenal, en medio de las Rocky Mountains en la zona canadiense. Lo más interesante es coincidir con la otra gente: no sé de dónde es ni cuál es su búsqueda pero podré enriquecer la mía con el intercambio con los demás”, aventuró Muro.

Contar con el respaldo de “Dingungu” como credencial de presentación fue “muy importante. Hice una inversión de tiempo, de energía y de dinero muy grande. Es un disco hecho de manera muy profesional y con una banda muy grande que tuve que desplazar a Buenos Aires. Por suerte, los músicos barilochenses se entusiasmaron y participaron. También hay músicos de Buenos Aires que contraté y otros que no porque eran amigos invitados, así que fue un despliegue que tomó varios años: lo hice en 2015 pero antes venía trabajando en la composición y en los arreglos y después en la edición, porque recién este año tengo el disco en su cajita, en su formato físico. Así que fue muy importante, porque la gente de afuera escucha y ve los estándares con los que puedo trabajar si se me dan los recursos”, explicó.

Los próximos discos serán distintos porque “estoy más interesado en retomar cierta cuestión con las canciones. Acá (en Dingungu) hay más música instrumental, emparentada con un género que me interesa que es el afro-beat y también con el folklore argentino o, mejor dicho, la música tradicional de Sudamérica. Lo que estoy con ganas de hacer es agarrar algunas canciones de mi pasado que todavía no pude terminar de trabajar ni registrar de ninguna manera, más ideas de canciones nuevas. Por eso, lo de los volúmenes distintos que te mencionaba”, explicó. Ni qué decir que se aguarda con ansiedad el primero de la serie por venir.

El sello Bariloche

Sus anfitriones canadienses ubicaron la propuesta de Julián Muro en el rubro “’world music’ y probablemente sea ese porque mi búsqueda tiene seguro que ver con lo folklórico, con ciertas influencias del rock y los dos últimos años estuve estudiando jazz. Me estoy por recibir ahora y me interesa mucho la búsqueda de tipos como Caetano Veloso, Paul Simon, Björk… Entonces, me interesa jugar en esos bordes, en esas fronteras”, admitió.

Muro emigró “la primera vez, hace 8 años, apenas terminé el secundario. Estudiaba acá con Jorge Coulin (hoy en México), con Graciela Novelino, con Hugo Barrionuevo… Cuando me fui, estudié con distintos maestros y dos años Saxofón en la Escuela de Música Popular de Avellaneda. Estuve yendo y viniendo porque, en 2015, estuve acá haciendo este proyecto y me volví a ir para terminar la carrera en un instituto privado, donde estudié Jazz y Guitarra”, señaló.

Pero Bariloche influye en “todo” su quehacer. “Por eso, siempre vuelvo. En realidad, nunca me fui un año entero… Siempre vuelvo, trabajo en refugios de montaña siempre que puedo. Me crié con músicos de acá, que me ayudaron a dar los primeros pasos. Coulin es un gran amigo de mis padres (Claudio “Tam” Muro y Gabriela Fernández Panizza), además Ricky Basevich, Pablo Méndez, Carlos Casalla… Chingolo era como un abuelo para mí en muchos aspectos. Todo eso es súper importante y se nota en mi disco”, concluyó el joven Julián. Y tiene razón.

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