Comenzó el juicio contra Morales e Irusta por el allanamiento ilegal

Por Mariano Colombo
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El oficial ayudante Maximiliano Morales (23) y el oficial subinspector Luis Irusta (31), están imputados por haber desplegado un procedimiento sin orden escrita y fundada y por fuera de las previsiones de la Ley, manipulando documentación, revisando efectos personales del por entonces desaparecido Lucas Muñóz, para luego enviar fotografías tomadas con sus teléfonos celulares a su superior jerárquico, el jefe del Cuerpo de Seguridad Vial Almendro Paz, quien a su vez, luego las remitió al subjefe de la Unidad Regional Tercera de Policía, Manuel Poblete. El hecho ocurrió en la noche del 14 de julio de 2016, el mismo día en que el agente Lucas Muñóz debía presentarse a tomar la guardia de la Comisaría 42 en horas de la tarde.

Al conocer la imputación formulada, Irusta se abstuvo de declarar, ejerciendo su derecho a guardar silencio. No obstante su defensor particular, Gustavo Godoy, aseguró que pedirá ser indagado luego de que declaren los testigos citados para el juicio. Morales, en cambio, aceptó brindar su versión de los hechos y respondió una sola pregunta realizada por su defensor particular, Sebastián Arrondo.

En su descargo manifestó que efectivamente estuvo en el lugar en el que se domiciliaba Muñóz el mismo día de su desaparición, en horas de la noche, aunque apuntó que como mantenía una profunda relación de amistad e intimidad con la víctima, su intensión había sido de colaboración.

Daniela Rodio, novia de Lucas Muñóz, reconoció la amistad que éste mantenía con Morales y afirmó que confiaba y continúa confiando en el acusado. Explicó que esa noche había estado en la Comisaría Segunda y había cruzado al imputado y que luego éste ingresó a la habitación en la que se hospedaba Lucas y ella circunstancialmente cuando venía a visitarlo a Bariloche y estaba acompañado por Irusta. Ambos permanecieron por algunos minutos en el interior del dormitorio y revisaron las pertenencias del infortunado oficial.

Tomás Nicasio Raile, pariente de los administradores del alojamiento y también alojado en el lugar, contó que fue él quien abrió la puerta del alberge a los dos imputados en la noche del procedimiento señalado como ilegal por la fiscalía. No sospechó nada raro y pensó que la investigación por la desaparición se había puesto en marcha.

Sin embargo, contó que a primera hora de la mañana siguiente llegaron al lugar muchos policías, y uno de ellos de apellido Acuña se le acercó para hablar, manifestándole que debía comunicar cualquier situación que le haya llamado la atención, que todo dato serviría y que acababan de poner en marcha la investigación. Al responder que dos policías habían estado en el lugar la noche anterior y nombrar a uno con el apodo de “Cucho”, tal como se había presentado, el uniformado exclamó “Irusta y la reputa madre” y corrió a avisarle a sus compañeros lo que había pasado en las horas previas.

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También explicó que los dos acusados esa noche revisaron la computadora de Muñóz y que antes de hacerlo pidieron a las mujeres presentes que se retiren de la habitación, aclarándole luego cuando se quedaron en soledad, que lo hicieron por si encontraban algo que pudiera molestar a Daniela Rodio. Al ver el historial de navegación en internet, sacaron fotos de la pantalla con sus celulares.

Finalmente, declaró Ariana Ruarte, una agente policial que aquél día de la desaparición, había sido asignada para acompañar permanentemente a Daniela Rodio y brindarle contención. Su testimonio en los aspectos relevantes fue contrario a los expresados por Rodio y Raile y mereció un intento de la fiscalía por recordarle que declaraba bajo juramento. Sin embargo el planteo del fiscal Guillermo Lista fue objetado por el defensor Sebastián Arrondo. Dijo en lo sustancial que fue Rodio quien les autorizó el ingreso al lugar a los acusados y que ambos parecían preocupados por la desaparición de Muñóz.