13/09/2017

Lo acusaron por el robo a una turista mientras gozaba de libertad asistida

- TIENE OTRAS CONDENAS POR HECHOS SIMILARES -  Un ladrón poco exitoso fue acusado por el atraco a una turista española que caminaba por la Costanera de la ciudad y podría enfrentar un nuevo juicio oral en su contra por ese tipo de delito. Lo descubrieron porque el celular de la víctima tenía un sistema de GPS para detectar su ubicación. Ya registra otras condenas por robo armado y reincidió siempre gozando de algún beneficio momentáneo en el cumplimiento de su pena.

Lo acusaron por el robo a una turista mientras gozaba de libertad asistida
Imagen ilustrativa.
Imagen ilustrativa.

Reynaldo Adán Figueroa, es uno de los tantos nombres que confirman que los organismos estatales y el sistema carcelario poco aportan a su objetivo único y final: la reinserción social de los individuos privados de su libertad. Tiene 31 años y pasó casi la mitad de su vida tras las rejas.

Sin embargo, las pocas veces que accedió a algún beneficio que le permitió ganar la calle nuevamente, volvió a delinquir. Siempre lo hizo armado y hasta golpeando con fiereza a sus víctimas. Acumula varias causas y otras tantas condenas. No muchas, aunque sólo él sabe si otras veces tuvo éxito y no fue descubierto.

Este martes (12/9) le atribuyeron un hecho ocurrido en octubre de 2015: Utilizando un punzón amedrentó a la víctima, le ató las manos con el cordón de una de sus zapatillas y le arrebató un celular, una riñonera y unos mil novecientos dólares y doscientos cincuenta euros. Apenas un día después, valiéndose del rastreador satelital del moderno equipo telefónico, las autoridades lo sorprendieron portando un arma de fuego con aptitud para el disparo. Se expone en caso de avanzar la acusación en su contra, a otra condena de entre cinco y quince años. Considerando sus antecedentes, la condena debería estar alejada del mínimo de la escala punitiva.

Ya en el año 2005, contando con 19 años, fue condenado por un robo calificado por el uso de armas. En aquella ocasión la Cámara Segunda en lo Criminal le impuso una pena de seis años de prisión. Un año después, la Cámara Primera en lo Criminal lo declaró responsable del delito de portación de arma de fuego de uso civil sin la debida autorización y al unificar las condenas, siendo benévolos, le impusieron la pena única de seis años.

Gozando de un permiso excepcional para dejar el Penal, mientras cumplía su condena en Viedma, Figueroa cometió otro violento atraco en Bariloche. Junto a otros sujetos ingresaron a una vivienda del barrio El Mallín, golpearon con brutalidad a los integrantes del grupo familiar dueño de casa, propietarios de un tradicional comercio local y se apoderaron de diversos elementos de valor. No conformes con lo robado, trasladaron a la mujer y una de sus hijas a una de las sucursales y tomaron más dinero de las cajas del local.

Una violenta pelea entre los delincuentes por el reparto del botín, derivó en heridas de bala para Figueroa y uno de sus compinches, por lo que al ser asistidos en el hospital zonal, resultaron detenidos. Llevaban fajos de dinero en los bolsillos.

Los jueces no creyeron su versión de una noche de fortuna en el casino local y lo condenaron a siete años de prisión. Más tarde, todas las penas fueron unificadas en la condena única a doce años de prisión, pero antes de cumplirla Figueroa volvió a reincidir.

El ex fiscal de Cámara Enrique Sánchez Gavier, había destacado en un dictamen su “carácter violento” y la extrema agresividad para con las víctimas que suele demostrar.

Ahora la fiscalía tendrá diez días para cerrar la investigación por esta última causa y requerir la audiencia de control de acusación para llevar el caso a juicio y más que posiblemente impulsar una nueva condena de varios años de prisión contra Figueroa. 

Más allá de eso, y atendiendo las deficiencias del sistema, solo resta confiar en que el joven decida encausar su vida, respetando pautas de conducta socialmente aceptadas, o esperar cuánto tiempo tardará en caer nuevamente en las garras del hampa y exhibir su peligrosidad ante nuevas víctimas, ya que hasta aquí, el sistema carcelario pocas opciones le ha ofrecido.

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