11/09/2017

Experiencia inédita para Pablo Bernasconi

- EN “QUETREN QUETREN” TRABAJARON PADRE E HIJO -  Su libro más reciente es creación colectiva junto al pequeño Franco, que cuenta con 11 años. El jovencísimo artista impuso su insólita pasión ferroviaria como temática. Producto entrañable… Las fotos son de Tania Gatti. 

Experiencia inédita para Pablo Bernasconi
El libro acordeón.
El libro acordeón.

Por Adrián Moyano
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“Quetren Quetren” no será uno más en la larga nómina de libros que publicó e irá a publicar Pablo Bernasconi. El flamante volumen es un trabajo conjunto que hizo a la par con su hijo Franco, aunque se dejó llevar por la evidente pasión que el pequeño siente por las locomotoras, vagones y demás implementos del mundo ferroviario. La novedad se dio a conocer noches atrás, ante un buen marco de público.

Compartió el gran ilustrador que “es un libro que pensamos con mi hijo Franco desde hace más o menos un año. En realidad, surge de una pasión o devoción que tiene él desde sus tres años, cuando empezó a mirarlos muy de cerca, a prestarles atención, observar cada detalle y a dibujar continuamente locomotoras, vagones, vías, bielas, chimeneas… Todo lo que le llamaba la atención de los trenes a vapor, que inclusive en la Argentina son difíciles de ver, salvo acá en la Patagonia, donde tenemos la suerte de estar cerca de La Trochita”.

Al constatar ese interés, “lo llevé muchas veces a pasear por ahí y creo que eso agigantó su afinidad con estas máquinas”, señaló Bernasconi. “Entonces, juntando todo este material de dibujo que hizo desde sus tres años hasta ahora, que cumplió 11, empezamos a estudiar la idea de hacer un libro, siempre jugando… Nos planteábamos dibujar y generar una poesía, porque de eso está compuesto el libro”.

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En su formato, “Quetren Quetren” emula las formaciones ferroviarias. “Vimos la idea de que se desarrollara en forma de un acordeón: no es un libro que tiene páginas, es un gran acordeón horizontal, como es lógico para un tren… Es una locomotora y le siguen un montón de vagones que se van desplegando hacia la derecha. En cada vagón se muestra o describe un tipo de mundo: están los mundos de las letras, de la poesía, del tiempo, de los medios, de los sueños, de los golpes… Cada vagón describe una escena que está ilustrada y del otro lado aparece un grandísimo mapa astral ferroviario… Así lo llamo yo, con todos los dibujos que hizo Franco en su vida”, insistió su padre.

La presentación tuvo lugar en Salón Araucanía. “Estuvo buenísimo, era con entrada gratuita y hubo mucha gente. Ahí también se pudo ver la pasión de Franco porque hubo muchos nenes, entonces las preguntas fueron muy genuinas y honestas. Por ejemplo, ¿cuál es el tren con menos ruedas del mundo? Ese tipo de cosas locas y Franco las contestaba, con cosas que yo no tenía la menor idea… Por ejemplo, la locomotora Baldwin que se hizo en tal fecha y en tal lugar, que tenía dos ruedas… Descripciones de lo más exhaustivas y fehacientes… Fue muy divertido. Después hicimos una canción sobre trenes y desplegamos un tren eléctrico que tenía mi papá cuando era chico, un tren que debe tener 70 años. Estuvo muy lindo”, insistió el artista.

Trabajo y juego

En el proceso de gestación de “Quetren Quetren”, “el lugar más profesional o de experiencia, de saber para dónde dirigirse y cómo avanzar para llegar a buen puerto, se combinó con el juego puro de pasarla bien en el rato y saber que esa también es una fórmula… Cuando uno sabe que está haciendo algo que le divierte y se siente bien, eso es algo bien inherente a los niños cuando juegan… Esto fue muy parecido a eso”, describió Bernasconi.

Sin embargo, hubo “que pulir, al final del trabajo, cuando ya dejó de ser un juego inocente y todos sabíamos que se iba a publicar. Ahí empezamos a editar el libro. Por ejemplo, a decir: esto no va… Esa fue la parte más difícil, decirle a Franco que tal verso no iba o que determinado dibujo no entraba físicamente. Tratar de conjugar qué entraba y qué salía”, recordó el padre del novel artista.

Hubo otros hallazgos. “También aprendimos los dos pero más Franco, el tema de la ansiedad. ¿Cuándo está? Una vez que uno termina el libro, pasan tres o cuatro meses hasta que realmente sale publicado y es un momento de mucha ansiedad hasta que el libro vuelve impreso y hecho papel. Por el otro lado, el tema de los versos, la ilustración y el diseño, que hicimos entre los dos, fue una cosa muy tranquila. Lo hacíamos en los ratos que teníamos juntos y eso le dio una maceración más placentera”, compartió el ilustrador. Menudo gusto el que se dio.

Maduración contemplativa

Al compartir instancias de creación con su hijo, Pablo Bernasconi tuvo la chance de re-conocer su relación con el dibujo durante su propia infancia. “Franco tiene algo que en general tienen todos los niños, pero cuando se le dedica más atención y más énfasis, tiene como más sinceridad: tiene una forma de observar las cosas desde ese micro-mundo en el cual siempre están envuelto los niños, con las locomotoras y con los animales… Yo lo tenía también y lo sigo teniendo: eso de mirar las cosas de una forma muy minuciosa, con mucho detalle y a partir de ahí, generar el resto”.

Según el autor de “Mentiras y moretones”, aquel “es como un estado de contemplación. De hecho, así lo llamaba Goethe: el estado de contemplación... Cuando uno mira la naturaleza y puede proyectar algo, por ejemplo, una planta que está creciendo, también puede ver el árbol que va a ser esa planta o la casa que va a estar hecha con la madera de ese árbol… Los niños tienen eso, ese estado de maduración contemplativa y creo que yo lo tenía. Me veo en él cuando yo era chiquito: estar horas mirando algo y luego trasladarlo a un papel con la propia interpretación a través del tamiz de la imaginación y el deseo”, confió.

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