17/08/2017

Inauguró “Patagonia, Tierra de Volcanes”

- EN SALAS PANOZZI, FREY Y CHONEK - Es una iniciativa de extensión de la UNRN, de la propuesta participan más de 20 artistas visuales de Bariloche y la región. Múltiples modalidades plásticas para revivir la conmoción más importante de la década.

Inauguró “Patagonia, Tierra de Volcanes”
Guthmann, Murriello y Aloras.
Guthmann, Murriello y Aloras.

Por Adrián Moyano
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“Dos álamos y ninguna oveja”. Sólo arena volcánica que en este caso, se convirtió en uno de los materiales con que Carlos Iriarte concretó su obra, trabajo que expresa de manera acabada la desolación que como sensación predominante, se instaló entre nosotros después del 4 de junio de 2011. La pequeña escultura proyecta el silencio de aquellos días que siguieron a la erupción, más acentuado aún en los ámbitos rurales.

Si bien “Patagonia, Tierra de Volcanes” quedó a consideración del público en tres salas de forma simultánea, la inauguración más formal tuvo lugar en la sala Frey. Se trata de la gran iniciativa que ideó el Centro de Estudios en Ciencia, Tecnología, Cultura y Desarrollo (CITECDE) de la Universidad Nacional de Río Negro: revivir la manifestación telúrica del cordón Caulle - Puyehue pero esta vez, desde el arte.

La manifestación no podía ser más plural. En la sala Chonek del Museo de la Patagonia, reciben en primera instancia al visitante cuatro obras de Eduardo Andaluz, uno de los expositores invitados por la organización. Pertenecen a su serie “Lavas” y llamarán la atención por las diversas tonalidades de negro, los distintos brillos y opacidades que logró el autor, al trabajar sobre el material ígneo.

Sin más consigna que utilizar como excusa aquella contundente manifestación de la naturaleza, algunos de los artistas usaron arena o ceniza volcánicas para la confección de sus trabajos. Otros utilizaron los materiales de los que se valen habitualmente, pero en referencia más o menos explícita al volcán y las consecuencias que su expresión tuvo en Bariloche, Villa La Angostura y resto de la región.

Sonrisas

En ese marco, el “Jardín Cen” (sic) de Silvia Arnaldo invita a esbozar una sonrisa: una suerte de arenero similar a los que conocemos de las plazas, que en lugar de la común contiene una superficie gris de origen volcánico. Un pequeño rastrillo permite dibujar sobre el manto el trazo que el visitante quiera y sobre uno de los lados del rectángulo de madera, elementos amigos de aquellos días: linterna, radio portátil, pilas, barbijo, botellón de agua y lentes de Sol. Una forma de revisitar la angustia, ahora con espíritu lúdico y alguna dosis de ironía.

En el conjunto de la muestra la diferencia de formatos es ostensible. Por ejemplo, a pasos de la instalación que describíamos, un álbum de fotos autoría de Marcos Radicella bromea con el aspecto fantasmagórico que se apoderó de las costas del lago durante meses. Bajo el título de “Vamos a la playa”, el expositor agrupó una extensa serie que además vale como testimonio y estímulo a la memoria, ahora que las orillas ya muestran su fisonomía habitual.

Obras de Ingrid Roddick están presentes en las dos salas -Chonek y Frey- y se entroncan con las que había anticipado en Espacio Piso 3: visiones aéreas del volcán a través de diversas series. De colores llamativos el cráter y la geografía del Oeste, en marcado contraste con los grises y negros de la columna cuya conducta, aprendimos a prever durante meses. “Imágenes digitales impresas, dibujadas y bordadas”, informan los cartelitos que identifican los trabajos.

A pasos de los álamos cenicientos de Iriarte, los curadores colgaron expresivas pinturas de Natalia Lukacs: “En el cielo las centellas”, infinitas gamas de azul… En cambio, “Volcán pop” es rojo, rojísimo y divertido. En la Frey también hay aportes de Andaluz, una suerte de bajorrelieves otra vez de negro, que emulan sin disimulos la ornamentación de Angkor, la tan misteriosa como añeja ciudad camboyana.

Imposible no esbozar una sonrisa ante una de las fotografía de Hernán Pirato Mazza… Su mirada captó una de esas calcomanías que en taxis o remises piden: “Cierre suave”. El vehículo en cuestión, puro barro volcánico sobre su carrocería y cristales, que ni siquiera un portazo habría sacudido. A pasitos de esos testimonios gráficos, una pila de platos, creaciones en cerámica de Gabriela Larrea. La obra lleva como título “Sobremesa de sábado” y evoca la parálisis que se introdujo en nuestra vida cotidiana a partir de aquella tarde fatídica.

El aporte de Juan Rivelli es quizá de los más sofisticados. Consiste en una instalación sonora que lleva como título “La espera”. Según cuenta el autor a partir de un texto, minutos antes de una erupción volcánica es posible captar “una especie de grito agudo” si se presta oídos a la tierra. De hecho, una sucesión de fotos muestra cómo pudo grabarse esa expresión telúrica. Auriculares mediante, los visitantes escuchan los ritmos que provocan la frecuencia en los temblores. Sobrecogedor.
Blanca Valiñas se sumó a la consigna con su incursión en las postales. Varias de ellas a disposición de la gente reproducen los motivos que incluyó en la obra que colgó: el cometido es que los visitantes escriban al dorso las vivencias que experimentaron en ocasión del estallido. Las postales no están para llevarse, sino para situarse en un tablero para que nuevos visitantes puedan leer los testimonios.

La nómina de expositores se completa con Vanessa Arroyo, Daniel De Gaetano, Pablo Bernasconi, Gabriela Campillay, Patricia Castaño, Chiwi Giambertone, Carolina Lockwood, Verónica Lucentini, Marcelo Minicelli, Gastón Pereira, Beatriz Taverna, Lila Ursino e Irene Zuzek. La organización también había invitado a Francisca Ruiz Obligado, artista ya fallecida que está presente con sus obras. Seis años y meses después, el Caulle insiste en despedir torrentes. Pero ahora, de arte.

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Llamada a itinerar

Sandra Murriello, el rostro visible del CITECDE en cuanto a la organización de “Patagonia, Tierra de Volcanes”, dio la bienvenida a la concurrencia en su “inauguración social”, ya que en términos estrictos, la apertura había tenido lugar por la mañana del miércoles en la sala Panozzi, donde también se desdobla la muestra. Habló flanqueada por Nadia Guthmann y Gabriela Aloras, en representación de los artistas plásticos de Bariloche y de la Comarca del Paralelo 42, respectivamente.

Precisó Murriello que la propuesta permanecerá en Bariloche hasta el próximo 27 y que luego adquirirá condición de itinerante, ya que viajará primero a El Bolsón y Lago Puelo, para después finalizar su recorrido en Villa La Angostura. Quizás como nunca antes, quedó en evidencia la ausencia de una sala apropiada en Bariloche, para expresiones colectivas de esta índole…

Además, Murriello agradeció a los estudiantes de la carrera de Turismo de la UNRN porque gracias a su voluntariado, será posible visitar las muestras sin las restricciones horarias habituales, al menos en la de carácter municipal. La apertura finalizó con la participación musical de Anahí Rayen Mariluan, quien cantó mientras sobre una pantalla, se proyectaban bellísimas imágenes de la erupción.

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