Juzgarán a un joven por homicidio de Darío Cano

Por Mariano Colombo
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Robinson Paul Pradena (22) será enjuiciado en las próximas semanas por parte del tribunal de la Cámara Primera del Crimen, integrado por Marcelo Barrutia, Miguel Gaimaro Pozzi y Emilio Riat. Fue procesado con prisión preventiva y alojado en el Penal 3 de la ciudad algunos días después del hecho, ocurrido el primero de diciembre del año pasado, sobre la calle Monteverde al 1500 del barrio San Francisco.

Según la imputación fiscal, el hecho ocurrió alrededor de las cuatro de la mañana de aquel día, cuando Pradena asestó un puntazo con un arma blanca a Cano, provocándole lesiones que poco después ocasionaron su deceso. Pradena había aceptado brindar su versión del hecho ante el juez de Instrucción Marcos Burgos, negando la acusación en su contra y afirmando que todo había ocurrido en el marco de un enfrentamiento entre dos bandas. Aunque negó haber apuñalado a la víctima, reconoció que lo había golpeado con un palo.

Pradena había sido detenido el día siguiente al hecho, tras una serie de allanamientos que arrojaron resultado negativo y en los que las autoridades tenían sospechas de que podían encontrarlo. Finalmente, horas después, al verse cercado por las autoridades, se entregó sin resistencia en el marco de otro procedimiento en el que se lo buscaba.

De acuerdo con la hipótesis fiscal, la víctima estaba en el lugar con sus hermanos Rocío y Nicolás, William Navarro y Robinson Salazar, mientras que, por otro lado, estaban Martín Aravales, Agustín Loncoman, Pradena y otra persona identificada como “el Chino”.

Al defenderse, Pradena atribuyó la puñalada mortal a uno de sus compañeros y pidió la realización de un careo entre él y las personas que lo habían señalado como autor del puntazo, cuestión que fue rechazada por el juez Burgos al dictar el procesamiento y la prisión preventiva.

Al analizar la medida dispuesta, el magistrado apuntó que “su descargo, negando haber portado un cuchillo y aduciendo que él no fue quien dio la puñalada a Cano, se torna inverosímil frente a las constancias de autos ya citadas, especialmente, de los testimonios recabados, pudiendo así suponerse objetivamente que el imputado, consciente de sus actos y con comprensión de la criminalidad de los mismos, produjo la lesión descripta en la víctima, dándole muerte”.