Ya está en la calle “Patagonia Norte. Cervezas de los Andes”

Por Adrián Moyano
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“Esto se realizó con criterio periodístico, sin exigir pauta publicitaria. No se excluyó a nadie. Si alguien no está, es porque no lo hemos ubicado”. Esa vocación es la que otorga valor a “Patagonia Norte. Cervezas de los Andes”, una contribución sustancial para los amantes de las birras de San Carlos de Bariloche y obviamente, para aquellos que nos visitan en los tiempos de estío.

La renovada contribución de Toncek Arko que acaba de lanzar Editorial Caleuche puede entenderse como una oportuna ayuda: el crecimiento de la cerveza artesanal en esta ciudad y la región alcanzó tanta magnitud que la oferta se tornó inabarcable. No mucho tiempo atrás, nuestro paladar sabía cuáles cervezas eran de su predilección, tanto en asunto de estilos como de marcas. En el presente, las propuestas se diversificaron tanto que las viejas predilecciones pueden tornarse confusas ante la irrupción de continuas novedades, tanto en gustos como en emprendimientos comerciales.

En el prólogo avisa el autor que su guía “reúne las principales cervezas que se elaboran o pueden tomarse en la zona norpatagónica. Fue confeccionada con pasión y rigurosidad, de la misma manera que la mayoría de los cerveceros cocina sus cervezas”. Su trabajo “promueve la integración y el espíritu cervecero auténtico, sin divisiones ni exclusiones”. Arko aclara que su recuento incluye “a todos los que hacen cerveza y la venden en forma comercial”, entonces “no se incluyen home brewer”, es decir, aquellos que “elaboran birra sólo para compartir con amigos”.

En línea con una de nuestras afirmaciones precedentes, el periodista y fotógrafo constata que “en estas dos décadas la producción y el consumo de cerveza crecieron en forma exponencial. En Bariloche, la mayoría de los hoteles y restaurantes ofrece alguna cerveza artesanal y la comunidad se acostumbró a tomar buena birra. La demanda es muy grande y en verano suele superar a la oferta. Por ello surgen nuevas marcas y las históricas se modernizan y amplían su producción”.

No hay recesión que valga

En efecto, “la cerveza artesanal se desarrolló vertiginosamente y en la actualidad constituye un atractivo en sí mismo y una actividad que en los tres últimos años registra un crecimiento anual superior al 30 por ciento, el mayor de una actividad comercial”, según consigna Arko. Pero más allá de la cuestión numérica, “lo que importa es la calidad y en esto, afortunadamente, la cerveza artesanal mantuvo puntos altos, logrando la birra cordillerana prestigio e identidad. Los cerveceros cordilleranos obtuvieron una gran cantidad de premios, tanto en los South Beer Cup (considerado la Copa Libertadores en cerveza) como en la Copa Cervezas de América, que se realiza en Chile”.

Un dato llamativo: “Bariloche es la ciudad con mayor relación entre litros de cerveza artesanal elaborada y el número de habitantes. No obstante, Mar del Plata es la ciudad argentina de mayor producción, estimada en 4,5 millones de litros anuales. Las cervecerías de Bariloche elaboraron en lo largo de 2016 alrededor de 2,5 millones de litros, la mayoría de los cuales se consumen en la ciudad. Si consideramos que residen 150.000 habitantes, la elaboración per cápita sería de casi 17 litros. En Mar del Plata la población es de unos 750.000 habitantes y a cada uno le tocan 6”.

Más allá de la explosión productiva en los últimos 20 años, se produce cerveza en la zona de Bariloche desde 1927. Los primeros en tentar suerte de manera comercial fueron Esteban Zufiaur y Juan Antonio Leberle. La marca que eligieron fue “Parque Nacional”. Según Arko, “en sintonía con los ideales vertidos por el perito Francisco Pascasio Moreno para la región”. La producción se estiró por cinco años “en un galpón de la chacra de la familia Runge, en el predio del kilómetro 1,5 de la ruta al Llao Llao”. Antecedente remoto del esplendor actual.

La República de El Bolsón

En la región, la historia de la cerveza comenzó en El Bolsón, a instancias de Otto Tipp, quien fue el primero en plantar lúpulo a la vera de la actual Ruta 40. Al crecer las plantas de manera sorprendente, comenzó a elaborar sus propias cervezas y así pasó a la historia como el pionero del asunto. Se consagraba a la rubia, a la que mantenía en barriles de 200 y 300 litros para segura felicidad de la incipiente Comarca del Paralelo 42.

De manera previsible, la casa de la familia Tipp se convirtió también en cantina. Cuenta la leyenda -bastante documentada- que cuando la producción estaba lista, el maestro cervecero izaba una bandera blanca para compartir la buena nueva con sus distantes vecinos. Una noche seguramente imborrable, los parroquianos decidieron independizarse de la Argentina y fundar la República de El Bolsón.

Toncek Arko recoge el acontecimiento en su “Patagonia norte. Cervezas de los Andes”, aunque limita los sucesos a unas 48 horas. En ese lapso, Tipp recibió la investidura presidencial pero el intento secesionista se terminó cuando arribó a la zona un contingente de Gendarmería. El autor cita a Ricardo Vallmitjana, para quien “la independencia no fue producto sólo de una noche de mucha cerveza”.

Al parecer, los pobladores no encontraban soluciones a los problemas que hoy llamaríamos de inseguridad y estaban realmente cansados de la indiferencia del gobierno nacional. “La gente se sentía muy aislada, sin asistencia de ningún tipo y a merced de los bandoleros”, según la cita de Arko. El episodio mereció indagaciones por parte de historiadores especialistas en el pasado regional y al parecer -en coincidencia con la apreciación de Vallmitjana- fue bastante más que un exabrupto post-cerveza.